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Sobre Marx y Marxismos; a doscientos años de su natalicio y su impacto en la tradición de las resistencias en Chile. Por Marco Silva Cornejo

A Ana Rodríguez; mujer de resistencias y marxismos.

Doscientas vueltas a la traslación del tiempo en la memoria de la especie, construyendo andamios y saberes tejidos desde sus barbas para alimentar la esperanza de los miles que se aglutinan en la proliferación de las certezas paridas por el descontento y la crítica. Doscientos años para conmemorar a un hombre que dispuso su artillería conceptual para diseñar de manera pedagógica la descripción de las dinámicas de subordinación que los menos hacen para sostener la explotación de los más.

Una gesta arrullada por el canto sutil de la filosofía y desenmascarada en la tragedia moderna de una economía concentrada en los poderosos y perpetuada para gobernar sobre la especie, determinando los modos de producción y de esta manera los modos de vida de las diferentes culturas y grupos humanos, expresión colectiva de una historicidad común en esa categoría que se llama “clase” y que se inscribe como un tatuaje en nuestra piel con el surco del laburo y los oficios.

Marx, ese viejo amigo y camarada que tempranamente señalara que el sujeto trasciende al individuo, ese individuo al que nos empuja el neoliberalismo globalizado, ese que nos contó una historia en donde todos los descontentos particulares pueden ser articulados en una danza de resistencias pues existe un enemigo común que determina nuestros padeceres en tanto: Mujeres, Obreros, Pobres, Mapuches, Inmigrantes, Homosexuales y Revolucionarios. Marx y el desarrollo del marxismo han desde hace doscientos años trabajado una larga historia de luchas, sueños y utopías en la memoria de los días y de nuestra tierra.

Reivindicamos nuestras disidencias y levantamos con orgullo y dignidad rebelde nuestra porfía testaruda de no aceptar la condición de los días impuesta por el mercado en el reino del flujo de mercancías. Soñamos siempre conscientes y con claridad estratégica un mundo en donde las relaciones de producción no determinen la condición y las posibilidades de desarrollo de los todos.

Marx y su ciruelo de valores apostando siempre al bien común por sobre el bien particular, ese legado que cultivamos con esmero en la reivindicación de los sentidos comunitarios y en la relevancia de los tejidos sociales que sostenemos en estoica actitud. Habiendo comprendido también al fulgor de la derrota que no todas las resistencias son militares, pero que todas las acciones que nos interpelan a diario deben tener sentido de resistencias.

Resistimos porque es la certeza primera que abrazamos y constatamos el dolor diario. Resistimos por encantamiento enamorado de los niños que a pie pelado se crían en las calles de nuestros suburbios marginales no importando si son chilenos, mapuches o haitianos, sino que apostando a la justicia y el socialismo porque son seres humanos.

A lo lejos viene una tropa de extintos guerreros musitando en silbidos la Internacional Socialista, miro a mi hija violeta que ya entona melodías como en la tropa de antaño como en la columna de sierra maestra o atrincherados en la casa de seguridad a finales de los ochenta. Entonces comprendo que Marx esta en mi cena y en la de muchos; preparemos entonces la ofensiva que daremos los próximos doscientos años hasta que la tierra sea del que la trabaja y no de los actuales transnacionales dueños.

Marco Silva Cornejo
Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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