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Súper ricos y súper pobres: dos países en un país. Por Sujeith Vargas López

La octogenaria adultez trabajando remuneradamente y de forma forzosa, debido a su escuálida pensión. Una familia recogiendo sobras de las verduras que dejó la feria libre del barrio. Deserción escolar porque el papá trabaja y sólo hay un teléfono en la casa. Confinamiento obligatorio junto con al agresor. La pobreza y la policía golpean por igual. Una madre debe escoger entre satisfacer su alimentación o la de su hijo. Aquella mujer se pregunta si morirá por corona virus, por inanición o por lesbiana.

En este territorio cuarteado por las injusticias traídas por el modelito económico de los Chicago Boys, la derecha chilensis (y uno que otro DC) y el legado dictatorial, se imprimen y coexisten múltiples realidades asociadas a las abismantes brechas socio-económicas, las que a raíz de la revuelta popular del 18 de octubre y la pandemia del COVID se han visibilizado aún más.

Este, es el mismo país que hace algunas semanas conoció el ranking de los súper ricos de la revista Forbes, el cual arrojó que ocho compatriotas, entre quienes se encuentra Sebastián Piñera Echeñique, han incrementado su fortuna en cifras imaginables para cualquier ciudadanx. Durante la pandemia y en su segundo periodo presidencial, el jefe de estado aumentó su fortuna a USD 2,9 mil millones, esto ocurre al unísono, mientras el pueblo que habita esta violentada y usurpada nación se las rebusca para llenar las ollas con algo más que sus ganas de resistir.

¿Es posible tanta glotonería por parte del presidente de la República de Chile? La respuesta pareciese ser un sí.

En este mismo escenario, un estudio revelado por el Banco Mundial, recientemente dio cuenta que, en esta larga y maltratada faja de tierra, 2,3 millones de personas que pertenecían a la “clase media”, pasaron a formar parte de la clase “vulnerable” del país. Es decir que, la clase proletaria del país empobreció más aún dada las medidas ineficientes en materia de seguridad social del gobierno burgués de turno a propósito del contexto actual.

Día a día salta a la luz la angustia masificada en los relatos de horror y hambre de personas que, en su afán por subsistir, esperan un golpe de suerte y ser beneficiadas por el azaroso show de los bonos de esta institucionalidad, a lo que ellos/as, los/las hacedores/as de las disposiciones político-económicas llamarán sistema de protección social. Bonos, ingresos varios, subsidios y hasta créditos, como si se tratase de verdaderas casas comerciales o bancos, son una muestra de las insuficientes, deficientes y mercantiles medidas que han adoptado quienes defienden a la gallina de los huevos de oro, su gallina, el capital.

Ojalá que el hambre molestara más que la proliferación de la rabia, del caceroleo, del puño en alto de un país que se cansó del mal gobierno, de sus apoltronados lineamientos y de su forma de jugar con su reaccionaria política neo-liberal.

Para esta proselitista administración, como también para su séquito partidista instalados/as de forma clientelista en ambas cámaras, toda estrategia que perjudique el statu quo, su statu quo y que busque apalear el hambre de la otredad empobrecida -en tiempos de crisis socio-política e institucional- será catalogada como inconstitucional.

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