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¿Te molesta mi amor, mi amor de juventud? Por Camilo Carrasco

De forma categórica, en todo el territorio nacional y con una mayoría aplastante, Chile decidió negarse a comenzar el inevitable proceso de reformas con la propuesta de Nueva Constitución emanada de la Convención Costitucional. Lejos de querer hacer un análisis de los porque-ses y los cómo-s, me interesa pensar, ya, en mañana, en un mañana que no llega nunca, como la utopía. En ese objetivo que debemos trazarnos, inmediatamente, apenas nos recompongamos del llanto.

La derrota no fue tal, fue un fracaso sin dudas, pero no una derrota. Es importantísimo, creo, volver a pasar por los principios, las formas, los procedimientos y los quehaceres de todos los sectores que apostamos por la transformación.

Habrá espacio para quienes quieran apuntar públicamente a responsables, y probablemente también será parte de mi quehacer venidero, pero no en ésta oportunidad. Quiero ofrecer a mi sector un abrazo fraterno y sororo, un beso en la mejilla mojada, con el surco de la lágrima marcada de repetición. Como en los análisis que me gusta ofrecer, prefiero mirar desde más lejos y, adobado en arrogancia bienintencionada, observar los procesos y sistemas que nos llevan acá. Asimismo, sugerir e invitar a las transformaciones que quedan ante la negativa de la transformación constitucional.

La izquierda debe amanecer de la noche de la dictadura de Pinochet. La urgencia es, hoy, la mayoría, y para eso, corresponde recobrar la voluntad de mayorías. El MIR, en el año 1991, postulaba que el pueblo ya no existía, que no había tal fenómeno ni grupo social, unificado en sus necesidades, que fuese a unificarse tras la solución al problema de la existencia. Hoy, quiero, humildemente, actualizar dicha máxima: El pueblo es más parecido a la fantasía de Pinochet y Guzmán de lo que creemos, por ende, la izquierda no conoce a su pueblo.

La declaración de amor a un ser idealizado, fantástico, ficticio, es propio del amor romántico. De aquella mentira Disney que nos hemos comprado en lo privado. Creo, mi sector, la izquierda, peca del mismo autoengaño en su visión política. Es urgente, entonces, que la izquierda salga a hacer carne el mandato de la biología en sus cabezas. Hay más ojos, y más orejas, que bocas. Salir a convencer no sirve, no sirvió, hay que salir a conocer y convencerse.

Es urgente, entonces, permearse humildemente de una realidad que, evidentemente, desconoce, sino, la propuesta que ha hecho una izquierda (amplísima) con una mayoría capaz de imponerse de forma transitoria, pues, en la vuelta larga, la caída de la opción propuesta constituye una evidencia del ficticio de los dos tercios: la mayoría dentro de la convención no lo fue afuera. Esta izquierda debe, además, reconocerse en peligro: la victoria del Rechazo no lo es del pinochetismo, sin embargo, lo contiene. Quienes se aliaron con el conservadurismo más extremo difícilmente se harán cargo del empoderamiento que han regalado a sectores extremistas que, sin ser dueños del triunfo, lo creen así. Si bien la importancia de la votación tiene que ver con una opinión sobre un texto, la articulación de los sectores de la política chilena en este momento político, albergaron uniformemente al pinochetismo junto a una supuesta centroizquierda disconforme que, sin embargo, carga convicción en una constitución distinta a la del dictador aún, lamentablemente, vigente.

Sentirse en peligro no sólo material, sino también del extermino ideológico de los asuntos que fueron rechazados en el privilegio. La perspectiva de género, la perspectiva ambientalista, los derechos de la tierra y de los animales, el reconocimiento a los pueblos y naciones originarias, los derechos sociales garantizados y la idea de una institucionalidad reformada. Dichos asuntos deben actualizarse, también, a su contexto, y para eso, es urgente reconocer el contexto, reconocerlo hasta el cansancio y con necedad, entender y comprender el receptor de nuestro mensaje.

Mi invitación es acción, es propuesta, es quehacer. Secarse las lágrimas, recomponer la voz mientras escuchamos, y volver a decir,

Este amor aguerrido es un sol encendido por quién merece amor.

“Dame señor la fuerza de las olas del mar, que hacen de cada retroceso un nuevo punto de partida” Gabriela Mistral

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