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Tender al imposible de querer garantizar un vivir vivible… Por Luis Ángel Mendoza

Una constitución política es una gran ficción, una que tiene efectos materiales, no a la manera de la ciencia-ficción, sino a la manera de que lo que ahí se plasma, es un producto de la creación simbólica hecha por el hombre, alguna vez fue generada por Dios, y ahora pudiendo ser producida por las mujeres, les trans, los otros, NosOtros, NosOtres.... ficción en contraposición de lo real natural. Parece ser que una constitución pone las condiciones para producir vínculo institucional: prohibiciones, libertades, derechos… Si bien sabemos que la futura constitución política por establecer no podrá garantizar una respuesta a nuestros deseos de un vivir vivible, también se intuye que no pasaremos a un Estado benefactor, nuestro espíritu no escapa del capitalismo y ni el país del mundo globalizado, pero no por ello no debe tender a no dejar en el desamparo a sus ciudadanos, generar una Garantía de un vivir vivible, ahí está el detalle. Un vivir vivible para una población dentro de un territorio, ¿eso significa un Estado subsidiario? ¿un Estado que permita las libertades que la axiomática del capitalismo produce en cada rincón y seguirá produciendo? ¿un Estado proveedor? ¿un Estado benefactor? ¿un Estado que pueda producir ciudadanos igualitarios? ¿un Estado que permita la posibilidad de garantizar vivir con diferencia?... no hay un Uno que lo pueda responder, ni Un ciudadano, ni Un intelectual, ni Un Constituyente, ni Un partido político, incluso ni Un congreso constituyente… no obstante es deseable tender a “Garantizar un vivir vivible” ¿imposible de cumplir?

En el psicoanálisis, tanto para Sigmund Freud como para Jacques Lacan, colocaban el psicoanalizar, el educar y el gobernar como imposibles, pero eso no significa que no hay gobernantes, los hay, y por su parte, muchos postulantes. Posiciones imposibles porque no pueden dejar de estar en falta en dicha posición, posición imposible en relación a la verdad. Pero los imposibles están para actuar, no hay otra forma que actuar; las esperanzas hacen hacer cosas en este mundo, en el diván y en la pantalla de las consultas del psicoanalista, el sufrimiento por la desesperanza habla en un tono gris, cita a la mortandad y a la falta de deseo, no se desea ni comer ¿para qué?, No se desea ni despertar ¿para qué?, No se desea ni … ¿Para qué ir a votar, si ya los poderosos lo manejan todo? Bajo esta consideración de desesperanza que en la ideología se transmite de manera transversal, tanto en medios de comunicación como en la sobremesa, en el colegio y en las conversaciones en el almacén, lo que se produce es sostener obturar el desear. Pero en serio, ¿lo manejan todo? El 18-O nos dice que no, y desde ese 18 de octubre hay otros botones más que desde entonces florecieron, el llamado “Acuerdo por la paz social y la nueva constitución” es una respuesta de que los poderosos no tienen todo el poder, no lo manejan todo ¿si manejaran todo, porque tendría que haberse hecho un acuerdo? ya sea que ese acuerdo sea o no sea legítimo ¿si manejaran todo, porque tendrán que responder con sus sistemas de control policial y sus comunicaciones de amedrentamiento? Si manejaran todo, no requerirían responder, pues ya estaría manejado, surgió por la falta de manejo, la falta de control del flujo ciudadano que corría por las calles, la falta de control del deseo que se sentía en las manifestaciones colectivas, la falta de manejo de las demandas ciudadanas que se dejaban oír, en definitiva, el deseo de muchos miles de ciudadanos de que la cosa marche de otro modo dejándose ver la potencia transformadora de la que el deseo tiene lugar.

En efecto, que no haya un poder absoluto también remite que no haya Una Garantía total, que no haya Una asamblea constituyente que produzca Una constitución que garantice, sin embargo, tender a lo imposible nos hace hacer, querer una garantía de un vivir vivible es desterrar la destrucción del Otro, es a su vez tender a una construcción de un NosOtros... pasar del autocuidado del individuo liberal al cuidado de sí que es determinado por los otros, que no es sino atravesado por el discurso del Otro...

Luis Ángel Mendoza es psicoanalista.

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