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¡Todo ha cambiado! [1] Por Guy Bajoit [2]

De una vez por todas, tenemos que dejar de considerar que el mundo se divide en una derecha partidaria de los burgueses, y una izquierda partidaria de los trabajadores con, entre medio, un centro que buscaría reconciliarlos. Esta visión del mundo que fue la de la primera modernidad –la sociedad industrial de los siglos XIX y XX y su modelo cultural de Progreso que le daba sentido– está obsoleta. Y con ello, también perdieron su legitimidad cultural las normas, los valores, los afectos y los intereses que esta sociedad nos imponía con sus ideologías. Para entender lo que pasa en el mundo de hoy hay que asumir primero que “todo ha cambiado” en el curso de los cuarenta últimos años, y por lo tanto, redefinir la derecha y la izquierda.

Entre todos los cambios que se han producido, dos deben ser considerados como fundamentales porque fueron decisivos. De una parte, ha cambiado nuestra concepción cultural de la “vida buena”; y de otra parte, ha cambiado también el modo de producción de la riqueza económica. Y lo esencial es que, entre estos dos cambios, hay una contradicción que es justamente la que nos permite comprender el mundo en el cual vivimos.

1- Una nueva concepción cultural de la “vida buena”[3]

Según el modelo cultural progresista de la primera modernidad, para cualquier individuo, tener una “vida buena” era ser útil a la colectividad, cumplir con las normas y respetar los valores de todos sus roles sociales, es decir, responder con mucha creatividad a todas las exigencias de los otros. Entre los años 1960 y 1975, en algunos países del Norte pero también en otros del Sur, la juventud se rebeló contra esta sumisión a la autoridad de los adultos. La primera modernidad conoció entonces una crisis profunda de sus valores que desembocó sobre una nueva concepción de la “vida buena”. Esta nueva visión de la vida, que yo llamo “modelo cultural subjetivista”, comenzó a construirse y expandirse a partir de este momento y hoy está reinante en una gran parte de los países del mundo. Según este modelo, tener una “vida buena” para un individuo es “ser sujeto de sí mismo y actor autónomo de su existencia personal” – lo que es más o menos ¡lo contrario de lo que imponía el modelo cultural precedente!

En consecuencia, los individuos se sintieron (o se creyeron) liberados del control social que las primeras sociedades modernas ejercían sobre sus miembros, y se pusieron a soñar en un mundo en el cual estarían más libres de vivir como querían. Daremos algunos ejemplos. 

 . Los más jóvenes de hoy (sobre todo los que son más escolarizados, urbanizados y menos creyentes) quieren ser sujetos de si-mismo, lo que implica que quieren decidir libremente de su vida y ser felices en su cuerpo, su mente y sus sentimientos;

 . Las mujeres quieren ser consideradas como iguales a los hombres; quieren disponer libremente de su cuerpo, tener el derecho de divorciar y de abortar. No quieren más ser tratadas como unas muñecas sexualmente acosadas;

 . Los humanos quieren vivir en un medio natural sano y seguro, un “capullo” acogedor sin peligros de colapsar por culpa del comportamiento irresponsable de sus contemporáneos;

 . Los pueblos originarios, que ya no creen tampoco en la modernidad, quieren volver al “buen vivir” que su antigua cultura les permitía tener;

 . Los ciudadanos (sobre todo los jóvenes) ya no creen más en la democracia parlamentaria representativa; quieren inventar una nueva, que ensayan en sus relaciones entre ellos;

 . La gente de hoy (sobre todo los jóvenes) quiere elegir su sexualidad y practicar libremente la que les parece convenir mejor a las disposiciones y preferencias personales de cada uno;

 . Y sobre todo, los humanos (de todos los países del mundo) quieren disponer de condiciones de vida mucho mejores de las que tienen: quieren salud, educación, información, vivienda, comodidades, seguridad, libertad, es decir, quieren respeto para su dignidad en tanto que ser humano.

2- Un nuevo modo de producción de la riqueza económica[4]

Justo después de esta época, a partir de los años 1975, el modelo económico del capitalismo neoliberal fue adoptado por las clases dominantes y por los dirigentes políticos de los países del Norte occidental e inmediatamente después, por los de muchos países del Sur y particularmente de América latina (comenzando por Chile que es “el mejor alumno del FMI”). Teóricamente, este modelo no es contradictorio con la nueva concepción de la “vida buena” presentada más arriba. Efectivamente, la interpretación ideológica neoliberal del modelo cultural subjetivista pretende que para ser sujeto de sí mismo y actor autónomo de su vida personal hay que ser un consumidor insaciable, un competidor despiadado y un comunicador incansable, es decir, un individualista replegado sobre sí mismo. Esta interpretación ideológica es exactamente la que conviene à los capitalistas neoliberales: tener individuos condicionados por el consumo, endeudados, despolitizados, dispuestos a comprar todos los gadgets de las nuevas tecnologías, y sometidos a las condiciones de trabajo impuestas por sus empresas.

El problema mayor de este modelo económico es que los que lo manejan tienen un fuerte incentivo (una tentación irresistible) para hacer trampas que engañan a sus trabajadores, a sus consumidores y al Estado; que no respetan el medio ambiente, ni la autonomía nacional de los países donde invierten; que no cuidan los bienes que deberían ser comunes (porque no son mercancías), ni tampoco los derechos humanos. Esta “tentación irresistible” se explica por la misma lógica de la competencia en la cual ellos creen (el credo de la “mano invisible del mercado”). Por lo tanto, para sobrevivir en la “jungla neoliberal”, tienen que ser más competitivos que sus concurrentes. Para serlo, tienen que reducir sus costos de producción y para esto, ¡hacen trampas! Y, con sus trampas[5], causan daños al interés general de los países donde actúan, les quitan los recursos de su desarrollo colectivo y del desarrollo personal de cada uno de sus ciudadanos. Sus trampas son comportamientos inciviles: estos dirigentes económicos, y los dirigentes políticos que son sus cómplices, se preocupan mucho más por sus intereses privados (enriquecerse) que por asumir su responsabilidad cívica en los países donde viven. 

3- Una contradicción radical y sus consecuencias

La contradicción entre los dos cambios que acabo de resumir está clara. De una parte, el nuevo modelo cultural subjetivista y su interpretación neoliberal permiten a los ciudadanos esperar que van a disponer de los recursos necesarios para tener una “vida buena” y poder ser sujetos y actores de su vida: la ideología neoliberal los bombardea de mensajes publicitarios que vienen a reforzar esta expectativa. De otra parte, el nuevo modelo económico neoliberal viene a frustrar estas expectativas de muchas maneras: han estudiado y tienen diplomas universitarios, pero no encuentran empleos que correspondan a su formación; los empleos a que podrián postular son precarios y aburridos; están endeudados por veinte años para devolver el préstamo que tuvieron que hacer; el acceso a la educación, à la vivienda, a la salud es demasiado caro; el monto de la pensión que van a cobrar será insuficiente para vivir decentemente; tienen que viajar tres horas por día cruzando la ciudad para ir a su trabajo; el ruido y la contaminación son insoportables; la inseguridad es una amenaza permanente en la población donde viven, etc. En un mundo donde la cultura reinante los llama a ser sujetos de sí mismos y actores autónomos, muchos individuos que interiorizaron la utopía subjetivista o su traducción ideológica neoliberal fueron decepcionados: se sienten frustrados. Y, como es sabido, la frustración es causa de ira, de rabia, de agresión: todos los que conocen las condiciones de las revoluciones saben que nada es más peligroso que prometer a un pueblo un mejoramiento de sus condiciones de vida, dejarlo esperar algunos años, y después, poco a poco o brutalmente, frustrar, sus expectativas. Hacer esto es la mejor manera de provocar un estallido social.[6] Es lo que pasó en muchos países del mundo sobre todo después de los años 2000 (por ejemplo, en Chile, desde por lo menos treinta años).

Esta profunda frustración es la causa de muchos daños. No es difícil convencerse de que el mundo de hoy anda mal. ¡Muy mal! Basta para convencerse abrir los ojos y escuchar un noticiario de la televisión. Las prácticas inciviles de los dirigentes económicos neoliberales y de los dirigentes políticos en colusión con ellos abrieron una “era de frustración” que ha desencadenado unas fuerzas del desorden (moral, económico, político, psicológico) que causaron y siguen causando mucha inseguridad. Tomaremos, brevemente, algunos ejemplos de las consecuencias perversas de esta contradicción entre las creencias culturales y las practicas económicas y políticas. 

 . Las desigualdades de desarrollo entre los países ricos y pobres siguen como hace 70 años: en los 10 países más ricos del mundo, los PIB per cápita siguen siendo, en promedio, 44 veces más altos que en los 10 más pobres;

 . Los migrantes huyen la pobreza y la inseguridad. Son cada vez más numerosos y ningún muro, o zanja, o barrera de alambre de púas los puede parar;

 . Dentro de cada país, las desigualdades entre los niveles relativos de vida han crecido porque los ricos se hicieron mucho más ricos mientras que los pobres se hicieron solamente un poco menos pobres;

 . La democracia parlamentaria representativa está en crisis en el mundo entero y la extrema derecha populista esta creciendo en muchos países;

 . La naturaleza está en peligro y con ella la supervivencia de la humanidad. Sabemos cuales son las causas de este peligro, conocemos también los remedios. Nuestros dirigentes prometen hacer lo necesario, pero nadie está haciendo lo suficiente y el problema no se va a resolver solo;

 . Rebeldías sociales han estallado en muchos países y en varios continentes: en el Mundo árabe, en África, en Asia, y en América latina. Hasta en Chile, este “¡oasis de paz!”;

 . La intolerancia y el fanatismo generan un retorno de la barbarie: bandas de terroristas y de delincuentes amenazan la vida de muchos pueblos en varias regiones;

 . Los suicidios (sobre todo de jóvenes) están en aumentación en varios países del mundo; a menudo, ciertos individuos (desesperados, drogados, adoctrinados) toman las armas y matan gratuitamente, por matar;

 

 . Aprovechando esta desesperanza los narcotraficantes envenenan la juventud en todas las ciudades del mundo, y los traficantes de armas siguen tan prósperos como antes.

4- ¿Cómo resolver esta contradicción tan destructora?

Frente a las consecuencias de estos cambios fundamentales, y sobre todo, de la contradicción entre ambos, muy lógicamente, los dirigentes políticos (y por lo tanto sus electores) tienen dos proyectos opuestos para resolver esta terrible contradicción: un proyecto represivo vs. un proyecto reformador.

a- El proyecto represivo es el de los ciudadanos que están en profundo desacuerdo con el modelo cultural subjetivista (la nueva concepción de la “vida buena”), pero en profundo acuerdo con el modelo económico capitalista neoliberal.

Según ellos, este deseo de los individuos de afirmarse como sujetos de sí mismos y actores autónomos de su existencia es una actitud totalmente individualista y hasta vergonzosamente inmoral. Los partidarios de la represión son defensores de un orden social y moral más tradicional: el de la primera modernidad (la sociedad disciplinaria), e incluso más antiguo, el de la religión católica o protestante, en su versión puritana. Son ciudadanos profundamente conservadores: nostálgicos del pasado, más bien adultos, blancos, acomodados o ricos, rurales, creyentes, heterosexuales, nacionalistas. En cambio, su opinión sobre el régimen económico capitalista neoliberal es mucho más positiva: creen en las virtudes de la competencia. El neoliberalismo produce mucha riqueza y un crecimiento que confunden fácilmente con el “desarrollo”.[7] El problema de la desigual repartición de esta riqueza no les preocupa mucho; según ellos, es una cuestión de tiempo: creen en la “teoría del chorreo”. Y si algunos de sus miembros hacen trampas no es porque son corruptos. Es que son excepciones: personas inmorales que, además, el Estado castigara. No creen que es por un efecto perverso, inherente a la naturaleza de la competencia. Los partidarios de esta solución represiva son, en su mayoría, políticamente de derecha.[8]

b- El proyecto reformador es exactamente lo contrario: es el de los ciudadanos que están en profundo acuerdo con el modelo cultural subjetivista (la nueva concepción de la “vida buena”) y en profundo desacuerdo con el modelo económico capitalista neoliberal. Entienden que el cambio cultural es irreversible y que los jóvenes de hoy no pueden concebir su ‘vida buena” de otra manera. En cambio, si es verdad que las empresas capitalistas neoliberales producen riqueza, sus dueños y sus accionarios cometen faltas graves contra el civismo, y sus comportamientos inciviles son la causa principal por la cual el mundo de hoy anda tan mal. Por lo tanto, quieren volver atrás con el modelo económico: volver al capitalismo proteccionista, al Estado de Bienestar social (Estado-Providencia), que obligaba los empresarios a financiar la seguridad social (las pensiones, los seguros contra enfermedades y accidentes, las asignaciones familiares, las vacaciones pagadas y los subsidios de desempleo). Quieren también que los comportamientos inciviles de los gerentes de las empresas sean prohibidos por leyes y severamente castigados. Hay que obligarlos – de lo contrario no lo harán – a respetar los trabajadores, los consumidores, las mujeres, los intereses de los pueblos originarios; a pagar sus impuestos sin engañar el Estado; a proteger el medio ambiente y los recursos naturales de la nación; a respetar los derechos humanos. Su intención no es erradicar el capitalismo, ni nacionalizar sus empresas, ni imponer el comunismo: es simplemente obligar los ciudadanos-empresarios a asumir sus responsabilidades cívicas, a repartir su riqueza de manera más justa. Así conciben el rol y la responsabilidad política de los que gobiernan: promover el verdadero desarrollo del conjunto de los ciudadanos de su país.

5- Un ejemplo

Para ilustrar con un solo ejemplo el análisis presentado en este articulo voy a tomar el caso de Chile. El modelo económico neoliberal fue aplicado rigurosamente en este país desde su introducción por el dictador Pinochet en los años 1980; fue continuado por los gobernantes de la Concertación después de la vuelta de Chile a la democracia en 1990 y está todavía muy activo. Fue relativamente exitoso: el PIB per cápita de Chile ha sido multiplicado por cinco entre 1973 y 2020 y, conformemente a la ideología neoliberal, Chile llegó a ser, cada año un poco más, un país de consumo, de competencia y… ¡de computadoras! Entre tiempo, el modelo cultural subjetivista se instaló en la cultura de los Chilenos. Sobre todo de los jóvenes y estudiantes, pero más ampliamente, de los adultos.

Así todos los Chilenos se pusieron a esperar un mejoramiento de sus condiciones materiales y sociales de vida: querían los recursos que necesitan para vivir dignamente (salud, educación, empleo, vivienda, información, seguridad social y física, etc.) Esperaron algunos años sin muchos resultados, pero atribuyeron ello a la dictadura. Cuando en 1990 fueron liberados de este inhumano régimen militar y volvió la democracia, entonces si ¡esperaron con fuerza, y con menos paciencia! Como este mejoramiento era lento y leve, comenzaron a reclamar. Diversos movimientos sociales de los obreros entre 1990 y 2000, luego los movimientos de los más jóvenes (los “pingüinos” en 2006), los estudiantes (en 2011). Consiguieron algunas victorias interesantes, particularmente en los dos gobiernos de Michelle Bachelet. Pero no fue suficiente. Su decepción y frustración comenzaron a transformarse en un profundo sentimiento de injusticia que genero mucha rabia acumulada, sobre todo en los jóvenes. El resultado fue el violento “estallido social” de octubre del 2019, seguido de la promesa de una nueva Constitución y luego del referéndum de octubre 2020 que aprobó la elección de los Constituyentes, y de la instalación oficial de la Asamblea Constituyente en junio del 2021. Esta Asamblea, presidida por Elisa Loncón, mujer de origen Mapuche, está compuesta por una amplia mayoría (más de dos tercios) de delegados elegidos que, en el lenguaje utilizado aquí, estarían de acuerdo con el proyecto reformador que acabo de formular más arriba, y en desacuerdo con el proyecto represivo.

Últimamente, el 21 de noviembre del 2021, tuvo lugar el primer turno de las elecciones presidenciales. Solo 47, 34 % de los electores votaron (52, 66 % se abstuvieron). De los siete candidatos que se presentaron los dos primeros fueron José Antonio Kast (27,91 %) y Gabriel Boric (25,83 %). Kast es claro y explícitamente el representante del proyecto represivo de la derecha, mientras que Boric es tan claro y explícitamente el portavoz del proyecto reformador de la izquierda. La segunda vuelta tendrá lugar el 19 de diciembre y el nuevo presidente de Chile entrará en función el 11 de mazo 2022.    

 


[1] Alusión, no solamente a una linda canción, sino también a un libro que he publicado en 2008 en LOM (Chile) y que he llamado “Todo Cambia”: Análisis del cambio social y cultural de las sociedades contemporáneas.

[2] Profesor emérito de sociología de la Universidad Católica de Lovaina y presidente del CETRI (Centro tricontinental).

[3] He explicado este cambio detalladamente en otro articulo. Ver https://www.lemondediplomatique.cl/unir-la-izquierda-y-repensar-su-proyecto-emancipador-para-el-siglo-xxi-por-guy.html

 

[4] Este tema también ha sido explicado en detalle en el articulo citado en la nota 3.

[5] En muchos casos, de manera deshonesta. Ver mi crónica precedente : https://www.lemondediplomatique.cl/la-logica-perversa-de-la-competencia-por-guy-bajoit-1.html

[6] Según el sociólogo francés Alexis de Tocqueville esta expectativa frustrada seria una de las causas principales de la Revolución Francesa. No es la pobreza en sí que moviliza los pueblos contra sus dirigentes, es la esperanza decepcionada.

[7] No hay que confundir el crecimiento con el desarrollo de un país. El desarrollo implica resolver los siete problemas vitales de la vida común y no sólo el de la producción de riquezas. He presentado esta concepción del desarrollo en : https://www.lemondediplomatique.cl/mensaje-a-l-s-constituyentes-por-guy-bajoit.html

21 de noviembre del 2021

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