A la dignidad de los y las trabajadores municipales de la comuna de Loncoche.
El impacto de las revoluciones tecnológicas e industriales sobre los modos de producción durante los últimos cien años ha venido acompañada de una complejización progresiva en las formas de precarización del trabajo y sus expresiones materiales de existencia social. Pese a ello se advierten continuos de dominación histórica que reproducen las dinámicas de poder hegemónico sobre las que emergen nuevas formas de control, explotación y malos tratos como fundamento de la organización social y económica de aquello que denominamos trabajo y su consecuente determinación en las formas de estratificación y división social del espacio viviente. Los primeros desarrollos del capitalismo miserabilista a principios del siglo pasado, sentarán las bases de una relación patronal fundada en la violencia y la creencia de que el criterio de propiedad patronal, se extendía a la fuerza de trabajo del terrateniente, vale decir sus trabajadores. Constituyendo así al trabajo asalariado como una forma de esclavitud contemporánea, justificando de manera aberrante que el “dar trabajo” implica control y propiedad sobre la existencia de los otros.
El desarrollo de la modernidad y el conocimiento científico que este periodo imprime al devenir productivo y del trabajo, permiten que el capitalismo fordista consagre la matriz de una sociedad de clases fundada en la división social del trabajo, la desigualad, la explotación y la alienación de la fuerza productiva que reconocemos en el proletariado o dicho de otro modo; ese sujeto social reconocido como los pobres del campo y la ciudad. Sin duda la incorporación de los espacios científico técnicos en el proceso productivo permitieron la emergencia de espacios de trabajo intermedio como mandos técnicos y profesionales aportando a una ficcionada narrativa de meritocracias para el progreso y el crecimiento.
La revolución tecnológica como variable productiva en el contexto de un capitalismo que transmuta a lo que conocemos como neoliberalismo contemporáneo, profundizan las desigualdades de la crisis del trabajo y su consecuente correlato en la precarización de las formas productivas actuales. En este contexto de flexibilización y los servicios se han venido tejiendo en los últimos cincuenta años como un continuo entramado económico, cultural y político que sistemáticamente buscar maximizar el lucro de unos pocos a costa del empobrecimiento, endeudamiento y deterioro en la calidad de vida de grandes grupos humanos de trabajadores y trabajadoras.
En una nueva conmemoración del día de los y las trabajadores, resulta fundamental comprender el sentido profundo de las relevantes tensiones que se juegan en el campo de las relaciones laborales cotidianas y en la necesaria construcción de formas de poder alternativo que logren fisurar la cultura de abusos y desigualdades construidas bajo el desarrollo de formas productivas motivadas por el afán compulsivo de acumular poder y riquezas. Es tarea de los y las trabajadoras, desnaturalizar toda forma de trabajo que los cosifique y objetive, avanzado de manera asociativa en la conquista de mejoras objetivas y subjetivas en el ámbito del desarrollo de las nuevas formas productivas y el trabajo humano que las constituye.
Marco Silva Cornejo
Mg Ciencias Sociales Aplicadas UFRO