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Transición energética y litio chileno de doble uso (y 2). Por Santiago Vilanova

El litio se puede obtener mediante dos formas isotópicas: Li-7 que se destina a las baterías de los coches eléctricos y Li-6 que se emplea en la fusión nuclear para producir tritio; para controlar la química y evitar corrosiones en el circuito primario de los reactores de fisión- los PWR (Pressurized Water Reactor)- y para los pequeños reactores SMR (Small Modular Reactor) de 300 MW, que emplean núcleos de deuterio y tritio. También se requerirá para los reactores de fusión que patrocinan Jeff Bezos, fundador de Amazon, y Bill Gates, fundador de Microsoft y propietario de la energética Terra Power; proyecto en el que colabora el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y cuyo proceso está muy avanzada, según los últimos experimentos realizados en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de California (1). El Li-6 es a la vez un componente en la fabricación de las bombas de hidrógeno. Este doble uso del litio se suele ocultar en las informaciones que ensalzan la transición energética y la gestión democrática que posibilitan las energías solar y eólica.

La ley chilena limita las concesiones a privados para extraer el “oro blanco”. Sólo se autoriza a quienes tienen licencias anteriores a 1979 por un decreto dictado aquel año en el contexto de la Guerra Fría, que no ha sido modificado. En 1975 el reglamento de términos nucleares definió el interés militar del mineral. En 1976 el Decreto ley número 1557 otorgó a la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) la capacidad de controlar el comercio y acopio de materiales de interés nuclear y declaró su utilidad pública. En 1979 mediante el Decreto ley número 2886 se consideró el litio una reserva bajo la tutela de la CCHEN. En el 2008 un informe de este organismo destacaba la importancia del litio en el proceso comercial de la fusión nuclear (2 y 3).

Las exportaciones de litio han de contar con la autorización de la CCHEN. Sin embargo, un informe del Centro de Investigación Periodística (CIPER), creado en el 2007 en Santiago, la CCHEN entregó en 1995 a la empresa Soquimich (SQM) 81.000 hectáreas del Salar de Atacama para la explotación “exclusiva y excluyente” del litio y de sus derivados isotópicos (Li-7 y Li- 6) hasta el 2030. Esta sociedad estuvo controlada por Julio Ponce Lerou, yerno del ex dictador Augusto Pinoched , que fue gerente de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y ex presidente de Endesa entre otras grandes sociedades (4).

Para justificar la exportación y burlar el control del organismo nuclear (se hicieron muchos envíos a países ,como la India y Corea del Norte, que no han firmado de Tratado de No Proliferación Nuclear o se han salido de él) SQM alegaba que su uso final eran las baterías y las industrias del vidrio, cerámica y aluminio. ¿Por qué el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), del que Chile es miembro, no se motivó para investigar los destinos?.

Se mantenga o no esta ambigüedad en la exportación del litio y su doble uso, militar y civil, nos lleva a una gran paradoja sobre el concepto “transición energética”. Cuando Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se compromete a promover las energías renovables en Chile (incluyendo el hidrógeno “verde” y el litio) con una aportación 216,5 millones de euros, y el Banco Mundial destina 150 millones de dólares al mismo objetivo, se evita vigilar el destino del metal para usos atómicos, nuevas tecnologías de los reactores SMR y comercialización de las futuras plantas de fusión nuclear. La coartada es perfecta. La Comisión Europea reconoció en su taxonomía ambiental (sistema de clasificación de fuentes energéticas sostenibles) que la energía nuclear era una tecnología “verde”, al menos hasta el 2045. Es decir, el litio puede servir al desarrollo de las tecnologías solar y eólica (energías blandas y descentralizadas) y a la vez ser un elemento estratégico para la nueva reactivación de la nuclear que se había estancado (aparentemente) a raíz de los accidentes de Chernóbil y Fukushima.

El Pentágono ya estaba interesado desde la década de los 70 en el litio chileno mediante empresas estadounidenses como Foote Minerals Company (objetivo que se incrementó durante la dictadura) y en controlar durante este siglo las grandes reservas del Salar de Atacama través de sociedades como Albemarle-Rockwood que tiene la concesión de 16.000 hectáreas del Salar de Atacama.

Este doble uso explicaría como los lobbies de la energía atómica y de las energías renovables se hallan implicados como hermanos siameses en la explotación del litio. De esta paradójica manera se pretende que la descarbonización de la economía se acelere con la instalación de docenas de reactores SMR, los reactores de fusión nuclear (los llamados SPARC), las nuevas explotaciones de uranio (5) y la operación de alargar hasta el 2050 el período de vida de la mayoría de los más de 400 reactores que actualmente funcionan en el mundo (con la excepción de la desnuclearización alemana y previsiblemente la española).

Nos hallamos ante una visión cínica de la llamada “economía circular”. Una falaz transición donde seguirían dominando las mismas corporaciones que monopolizaron el carbón, el gas y la energía nuclear. Ninguna tecnología energética emergente ha logrado jubilar la anterior. La confirmación son los macroprospecciones de carbón, gas y petróleo que se siguen autorizando en diversas zonas del planeta y la espera del deshielo ártico para aumentarlas. Existe una anomia global en la gobernanza de la transición que ha empezado a crear la desconfianza de amplios sectores de la sociedad civil, intelectuales responsables, organizaciones de consumidores, ONG ambientalistas y ecologistas, así como científicos comprometidos con la mitigación del cambio climático.

Pero volvamos a la raíz del artículo. El litio chileno tendría un pie en cada sector estratégico: las renovables y la nuclear. Y no vemos el menor interés del presidente Gabriel Boric y de sus asesores energéticos para promover el control de este doble uso en Chile y en todos los países que producen el nuevo maná.

Santiago VILANOVA

Periodista y consultor ambiental. Autor de “Fukushima, el declive nuclear”.

vilanova.santiago@hotmail.com

1) “Científicos de EE.UU. repiten su éxito de generar energía mediante la fusión nuclear”, “El País”, 8/8/2023. En el proyecto de los reactores de fusión SPARC participan también la empresa Commonwealth Fusion Systems y el grupo italiano ENI.

2) Rafael Poveda Bonilla, “Estudio del caso sobre la gobernanza del litio en Chile”, CEPAL, junio 2020.

3) “Una mirada al litio y a la fusión nuclear”, Energía Nuclear Latinoamericana, 25/4/2016.

4) Alberto Arellano, Víctor Carvajal, “Litio: las escandalosas fallas de la Comisión de Energía Nuclear que beneficiaron a SQM”, CIPER, 10/3/2016.

5) La crisis del Níger, el séptimo mayor productor de uranio del mundo, puede afectar a la UE, uno de sus principales proveedores (suministra a 103 reactores de 13 países europeos). La empresa pública española ENUSA (Empresa Nacional de Uranio) participó en 1975 en la constitución de la empresa de concentrados de uranio Cominak de Níger hasta que vendió sus acciones en el 2021. El grupo francés Areva convertido en Orano explota los principales yacimientos en el desierto de Arlit.

Otros textos del autor publicados en la edición chilena de Le monde Diplomatique:

https://www.lemondediplomatique.cl/litio-chileno-de-doble-uso-por-santiago-vilanova.html

https://www.lemondediplomatique.cl/ecocidios-o-ecodesarrollo-i-por-santiago-vilanova.html

https://www.lemondediplomatique.cl/la-transicion-energetica-oportunidad-para-latinoamerica-y-2-por-santiago.html

https://www.lemondediplomatique.cl/rapa-nui-estado-de-emergencia-1-por-santiago-vilanova.html

https://www.lemondediplomatique.cl/rapa-nui-estado-de-emergencia-y-2-por-santiago-vilanova.html

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