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Treinta y tres años del triunfo del NO, expectativas frustradas. Por Luis Osorio

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Ha pasado un tiempo considerable, desde el día del triunfo del NO, momento en el cual había grandes expectativas y el creer que la alegría de manera efectiva venía, sin demoras. La base de la motivación era la esperanza del término de la dictadura, entendiendo que no se trataba sólo de una vuelta a períodos eleccionarios, sino al fondo de llegar a cambios estructurales del modelo diseñado y comenzado a implementar durante el gobierno cívico militar. Eso era el imaginar las consecuencias de una democracia, a las cuales se les brindaba apoyo, viéndola como el opuesto a la dictadura. Eran tiempos, en que las estrategias comunicacionales y de publicidad, resultaban ser bastante atractivas, pues irradiaban justamente esa visión de imaginarse lo mejor, y nunca pensar en que el futuro se construiría con una enorme desigualdad y mucho menos, imaginar un tiempo excesivo de permanencia de la Constitución ochentera; la prolongación del Sistema Previsional imperante desde el año 81; un Instituto Nacional, catalogado como icono de la educación, al cual ya no asisten estudiantes de las más variadas clases sociales provenientes de la multifacética esencia socioeconómica del país, sino alumnos con altos índices de vulnerabilidad, y representando el techo de la educación pública; y así muchas otras áreas que deberían haber transcurrido de manera diferente. En esos términos, a algunos le es difícil aceptar que en el país en ningún momento se ha conseguido tener una democracia post dictadura, sino que ha primado la hegemonía de un poder dominante. En parte constituido por los que siempre han estado en ese lugar, y engrosado por quienes en el tiempo fueron escalando mejores posiciones en el tejido social, donde se pierde la sensibilidad y la sencillez, y se pasa a ser uno más de los que tienen el dominio o a lo menos de los que están al servicio de ese poder con una eficiente administración. Consecuente a lo anterior, viene el denegar de pensamientos pasados y la estructura conceptual, da un importante giro, aunque en ocasiones se tiende a conservar la militancia partidaria de origen, como una acción envolvente que cuesta entender, sumando al desprestigio y desconfianza, además de desvirtuar referentes en los cuales se habían depositado cuotas de credibilidad. Queda la duda de si realmente el 5 de octubre de 1988, había un horizonte común entre los que estaban por el NO, o algunos ya tenían trazado su futuro en la forma en que se puede observar en la actualidad, con nulas muestras de consecuencias. Se confirma en esto una evidencia fehaciente, en el actual mandatario que ha expresado ser parte del NO de esa época, claramente su expectativa personal era bastante onerosa y lo consiguió, en estos días ha salido flote un hecho de esta naturaleza. El haber hecho caso a lo que se esperaba, un tanto desde la ingenuidad avalada con acciones nunca realizadas y una visión retrospectiva de la senda que debería haber tomado el país, deja mucho que desear. No se rompieron estructuras en el momento oportuno y fuimos siendo presas de slogans de publicidad engañosa, con promesas de lo que venía y nunca llegaba. En lo más reciente, ante una desigualdad acentuada, comprender el sentido de los salarios mínimos estipulados acordes al modelo económico y los criterios derivados, la razón de los montos bajos es que se presentan como la única opción que posibilitan el armar negocios. No se pone en juego, un ejercicio básico y humano, de partir trazando líneas de un presupuesto familiar. Entra a primar el fantasma de la desaparición de puestos de trabajo, o asociado a lo más reciente, si los salarios alcanzan un nivel para vivir de manera digna, se torna inevitable la inflación. Un círculo sin salida carente de sentido social. Todo este panorama, ha sido parte de una democracia mal entendida, ya que, si vamos al fondo de lo estructural, los vasos comunicantes están asociados a un modelo dictatorial, y con consecuencia en las más diversas áreas de la en que debería haberse impuesto la dignidad. Pueden haber pasado muchos candidatos en variados comicios, pero ello no ha conducido a cambios tendientes al bienestar de las mayorías. Las manifestaciones artísticas que ponen el acento en lo social, se han hecho pasar por alto, y es allí donde existe sensibilidad que a la autoridad no le importa, omisión a los mensajes que salen del alma del ser que se expresa con un contenido profundo, rebeldía, propuesta y revelar las injusticias. Son las letras de las canciones de Violeta Parra, Víctor Jara o Patricio Manns, sólo por mencionar algunos de los artistas, de gran denuncia, pero sobre lo cual se hace caso omiso, estamos hablando de más de 50 años de trayectoria sin respuestas a las cartas que se han mandado. Por cierto, en una fecha como hoy, sólo unos pocos pueden celebrar y sin problemas de aforo, ya que si hubiera un acto conmemorativo sería de baja asistencia. Si los sueños hubiesen conversado con la realidad, hace varios años estaríamos regidos por una Nueva Constitución, y en tales condiciones se podría hablar en propiedad de democracia, con el único requisito de la participación de mayorías absolutas y no relativas. Más aún, habría una convivencia con una merecida alegría. En los tiempos presentes, en que por primera vez en la historia se puede llegar a una sociedad diferente y la máxima expresión de una verdadera democracia puede ser la Convención Constituyente como hito diferenciador, igual se observan ataduras en la independencia y autonomía de esta instancia, que para ir dando pasos libres en sus decisiones y mecanismos que requiera implementar, aún hay dependencia de otros poderes obedientes de la estructura de raíces pasadas, de los poderes oficiales juramentados en la Constitución del 80. No se tiene en consideración que la libertad de acción y los recursos otorgados para su funcionamiento, son cruciales. Y la tranquilidad para algunos e intranquilidad para otros, cifrados en que la salida se define con un voto obligatorio y por ende todos los potenciales electores deben ser parte activa de las decisiones, incluyendo sin reparos, formas de consulta intermedias si es que son necesarias. El texto constitucional debe ser escrito con letra grande sin paredes limitantes, espacios abiertos de discusión, análisis y reflexión. El hito al cual se hace mención, debería haber estado ubicado cercano al triunfo del NO, en un tiempo razonable y sin haber pasado de largo al siglo XXI. Hay actores políticos que no lo vivieron de manera presencial dada su juventud actual, pero no por ello son ajenos a lo que se está abordando, y otros que se asimilaron cómodamente a estructuras, que, con actitudes diferentes, no habrían provocado el nivel de tensión también de un mes de octubre, pero del año 2019, que no tendría por qué haber existido sin la existencia clara de su actuar como responsables de 30 años. La revuelta, es mucho más gravitante en estos días que el acuerdo basado en el anuncio de guerra, seguramente con algunos acelerantes provenientes desde los poderes fácticos apegados al conservadurismo del estado de cosas que nos ha llevado a una inercia política, en consideración al tiempo transcurrido de inmovilidad de los que se consagraron como representantes de ellos mismos y se quedaron anclados en el pasado, resguardando el beneficio que iban acumulando a medida que pasaban los años. Ni siquiera el pensar en reivindicar con hechos, a los caídos durante la dictadura, que sin dudas estaban en la memoria ese día 5 de octubre, pero de hace treinta y tres años, compañeros o camaradas de los que asumían los gobiernos desde el año 90 del siglo que nos precede, tiempo en que el ser consecuente no representa ningún valor.

5 de octubre de 2021

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