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Un 8M pandémico: Necesitamos otra mirada de género y sexual en nuestros municipios. Por Gala Barrezueta

Llegamos a un nuevo 8 de marzo y pareciera un dejavu: seguimos con las mismas demandas y denuncias de violencia hacia las mujeres, al igual que otros años en el país. En los últimos meses hemos sido testigos de varios casos de violencia de género y sexual, involucrando tanto a mujeres cis como a las disidencias sexuales. La crisis social y las medidas de confinamiento producto de la pandemia Covid-19, han hecho que las condiciones de vida de muchas mujeres a nivel mundial empeoren, no sólo en cuanto a su precarización, sino también al estar expuestas a violencias intensas tanto a nivel intrafamiliar como socialmente. Chile no es ajeno a esto.

En Chile, en el último tiempo el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género ha optado por un enfoque institucional, poco cercano y abierto a las demandas explícitas del movimiento feminista y de las disidencias sexuales. Más bien se ha situado en la vereda del frente. Llevamos años de una marea verde feminista que cada vez es más amplia y que ha repletado las calles, pero el gobierno sigue enclaustrando las temáticas de género en una visión reducida a ciertos espacios o alusivas a escasos derechos de igualdad, y no como algo transversal a todas las políticas públicas. Asimismo, performativamente también se niega el reconocimiento de las mujeres. El desprecio hacia éstas, ha quedado explícito de diversa manera: basta ver el último agravio hecho por el Presidente de la República y algunos ministros al dejar hablando sola a la presidenta del Senado ante la prensa en medio de los patios de La Moneda.

Por otro lado, a nivel local, muchos municipios se volcaron a dar un tratamiento social de la pandemia de corte asistencialista y clásico en terreno, y no han logrado ver que la situación pandémica afecta a algunos cuerpos más que a otros, dejando en condiciones de vulnerabilidad a muchas mujeres y disidencias en algunos territorios. Son precisamente los municipios, áreas privilegiadas para generar igualdad en el acceso a los programas públicos disponibles a toda la ciudadanía, pero también para generar espacios de sensibilización social y potenciar un giro cultural en las relaciones entre hombres y mujeres y el reconocimiento de las disidencias sexuales. Pero es en nuestros espacios cotidianos donde se visualiza más claramente una fuerte resistencia a la transformación de los roles de género.

El espacio local, el municipio, es el gobierno más próximo a las distintas formas de vida ciudadana y, por tanto, en éste se hacen más evidentes las desigualdades múltiples que cruzan las mujeres cis y la comunidad LGTBQ+ en general. Por tanto, el municipio es un espacio importante para precisamente re-pensar la mirada de género y apostar por una perspectiva compleja que permita visualizar los cruces de desigualdades de clase, género, edad, sexualidades y de procedencia nacional de la que son objeto muchas mujeres a nivel local. Es importante que desde ese espacio se rescaten los liderazgos de mujeres y su participación política que cada vez es mayor, contribuir a difundir diseños novedosos de políticas públicas con enfoques de género, y fiscalizar que las violencias de género y sexual sean erradicadas. Ya no se puede tapar con un dedo el sol que apareció con una marea feminista que se mantiene más vigente que nunca.

Gala Barrezueta
Abogada defensora de DDHH

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