No fue un acto más de los que se han realizado en relación con los 50 años del golpe de Estado civil militar, esta vez fue uno más allá de las luces, de los escenarios y de los grandes titulares del periódico o de la televisión, organizado por el Partido Comunista, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, organizaciones de DD.HH para homenajear y recordar a los ex miembros de las FF.AA, de Carabineros y de la Policía de Investigaciones que no se sumaron al golpe de estado. Hombres y mujeres de honor que en un acto de lealtad con un compromiso absoluto con la verdad y respeto por ella, se mantuvieron leales al gobierno de la Unidad Popular y al presidente constitucional elegido por el pueblo. En particular fue también un momento para homenajear a los ex detectives y GAP quienes se quedaron al lado de Allende resistiendo hasta el final el cobarde bombardeo a la Moneda.
Lo particular de este encuentro fue que los organizadores y organizadoras invitaron y juntaron a ex miembros de las FF.AA y de orden, a una parte importante de ellos y ellas, de quienes aún están vivos y que pudieron llegar al Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en Santiago, para junto a estudiantes, académicos y académicas de esa casa de estudios, rendirles un homenaje, recordando a los que fueron asesinados por su lealtad a su juramento constitucional, por su lealtad a sus valores y principios, dejando una huella del verdadero significado del honor, la rectitud y la honestidad.
Mas allá de lo emotivo este fue un encuentro con el pasado y con el presente, con el pasado que vivimos del cual fuimos actores y también testigos, del nacimiento de un modelo de país fundado a sangre y fuego por medio del terrorismo de estado, violentando a balazos el Estado de derecho, para luego instalar un poder dictatorial que rápidamente controló a los demás poderes del Estado contando para ello con la venia explicita e implícita del poder judicial y con el apoyo de los mandos de las instituciones militares y de orden “que debían hacer el trabajo sucio”. Así fue que, pasar del estado de derecho al derrocamiento violento del presidente legalmente elegido y del gobierno constitucional, no fue un proceso tranquilo, ni producto de una discusión política o académica, ni mucho menos una transición política amparada en el derecho, los instigadores del golpe de estado, que actuaron dentro y fuera del país, dibujaron el futuro económico y político de Chile para satisfacer sus privilegios e intereses, conscientes de que la única manera de hacerlo era barriendo a los partidos de la izquierda y “limpiando el país” de los miles de partidarios, partidarias y simpatizantes de la Unidad Popular, hombres y mujeres la mayoría jóvenes, que se habían comprometido y organizado para darle vida al gobierno de Salvador Allende.
“Hay que extirpar el marxismo, hay que eliminar a los comunistas, hay que salvar a Chile del Comunismo” esos eran los llamamientos enfermizos que circulaban en los cuarteles, los altos mandos institucionales y la oficialidad sabían que refundar el pais como lo hicieron, requería de un estado de ánimo combativo que solo se podía lograr a través del miedo y con la aplicación de políticas terroristas, terrorismo de estado. Generando el compromiso de los oficiales y suboficiales a través del espiral de la violencia, comprometiendo a unos y otros legalizando la represión en los hechos, ubicando al mando de las unidades de asalto y de los allanamientos a verdaderos psicópatas vestidos de uniforme, capitanes, tenientes, sargentos y cabos que se lanzaron con los conscriptos y el personal a su mando a las calles y a los campos en todo el pais a perseguir enemigos inexistentes, encontrando una población civil desarmada a quienes torturaban y perseguían sin más ley que la que ellos representaban.
Es en esa contexto que nos negamos a participar de la barbarie que estaban cometiendo militares y policías a lo largo de Chile, cuyos registros de sus consecuencias están recopilados en los escritos de la Comisión Valech y Rettig. Crudos testimonios de la irracionalidad, brutalidad y del abuso de poder de los militares y carabineros, para someter a una parte importante de la población que pensaba distinto y que su delito, nuestro delito fue soñar con construir un pais más justo, inclusivo, donde fuera posible vivir con dignidad, un país con soberanía.
Los primeros que se negaron a participar de este viaje sin retorno de las FF.AA hacia el deshonor y la cobardía, fueron los marinos antigolpistas quienes valientemente denunciaron el golpe de estado semanas antes del 11 de septiembre, por lo que les sometieron a salvajes torturas, su apresamiento fue el último campanazo de alerta y un anuncio de lo que venía más adelante, con una oficialidad que al mando del Almirante Merino estaban comprometidos con el golpe y preparados para arremeter cobardemente en contra de la población civil.
Fueron varias las alertas desde antes del momento en que Allende fue investido como presidente de la república en 1970, las que señalaron la traición militar a la lealtad que Allende les transmitió a los militares, un presidente quien vivió y murió pensando en la rectitud de las FFAA, de su no participación en la contingencia política y del respeto de estas al gobierno legal y democráticamente constituido. Un pensamiento que sin integrar a los militares al proyecto de pais, a participar del desarrollo del pais a través de planes y programas específicos, sacándolas de su aislamiento social y político en el cual reproducen sus propios valores alejados de la realidad nacional, sin integrarse solidariamente con su pueblo, mientras eso siga siendo así, como lo es en la actualidad, el supuesto apoliticismo militar solo será un titular mentiroso e ineficaz.
Por lo tanto no es que las FF.AA le declararan la guerra a Chile, a su pueblo, de la noche a la mañana, fueron los mandos superiores representados en la Junta de Gobierno Militar, quienes aprovechándose de esa visión de aislamiento social en la que viven las FF.AA en la cual “son los militares la reserva moral del pais” y los “llamados a salvar la patria”, en completo contubernio con quienes planificaron y financiaron el golpe de estado, los que identificaron a los enemigos que se debían perseguir, entregando las órdenes a los oficiales superiores los que las bajaban a los servicios de inteligencia y a la tropa para desplegar la represión de limpieza según ellos “liberadora de comunistas”. Son todos estos cobardes, hoy octogenarios, otrora los mandos militares, quienes tienen responsabilidad directa con lo sucedido en cuanto a violaciones de los DD.HH, mandos militares que ya jubilados y señalados por la sociedad como criminales, se esconden en las filas de las FF.AA, son los agitadores del crimen y los que llevaron adelante u ordenaron las más brutales prácticas de tormento asesinatos y persecución de sus compatriotas.
Con el paso del tiempo la magnitud de estas aberraciones cometidas se olvidan o se presentan no con el significado que estas tuvieron para la vida de las personas que en ese momento eran torturadas, las mujeres violadas, se presentan como hechos que el tiempo también empieza a normalizar, con frases como “era asi” para referirse a hechos que fueron brutales de cacería de personas, las que terminaban en los centros de torturas todos recintos que operaban bajo la tutela de las FF. AA y la policía. Es necesario repetir que lo que no se debe olvidar, es que el golpe de Estado fue organizado mucho antes de su ejecución, por lo tanto en ese largo proceso de preparación se organizaron los centros de detención y tortura, se eligieron los lugares a los cuales había que llevar a los que estorbaban los planes del Chile que construyeron a balazos. En todo el país los cuarteles del ejército, las bases aéreas, las unidades y cuarteles navales, las comisarias, los cuarteles de investigaciones, los lugares clandestinos de detención y tortura, todo fue preparado por los militares para el ataque generalizado a los trabajadores y trabajadoras, estudiantes, campesinos, obreros obreras, pobladores y pobladoras, hombres y mujeres calificados cobardemente como enemigos.
Asi entonces, las últimas declaraciones de los actuales comandantes en Jefe de las FF.AA de apoyar un nunca más y de prestar apoyo al actual gobierno para llevar adelante el plan de búsqueda, es elogiable, pero hay que ir más adelante, quiéranlo o no reconocer, en las FF.AA esta la información de la desaparición de personas. Fue el jefe del ejército el que ordeno la exhumación de los restos de personas para eliminar las huellas y para cubrir los crímenes que cometieron, fueron militares y carabineros quienes dinamitaron y lanzaron los restos de las personas al mar, tal como lo hicieron con prisioneras y prisioneros vivos o moribundos.
Este es el pasado del cual formamos parte, del cual somos testigos y que nos permitió entregar antecedentes útiles antes del golpe de estado para intentar sin éxito evitar el desenlace del 11 de septiembre de 1973, luego no dimos a la tarea de identificar a los torturadores, a reconocer los centros de detención, información que está en los principales registros de las organizaciones que laboriosamente se han dedicado a la búsqueda de la verdad, de la justicia y de la reparación justa a las víctimas de las atrocidades cometidas en Chile.
No esta demás repetir que entre quienes denunciamos y nos opusimos al golpe de estado en 1973 en las FF.AA, Carabineros y en la Policía de Investigaciones, que nos organizamos desde que Allende asumió como presidente de Chile, identificándonos con su programa de gobierno y para defenderlo, hay muchos que hoy ya no están, se los llevaron las enfermedades y el paso inexorable del tiempo. La mayoría sin haber logrado una reparación justa por los atropellos que vivieron o, sobreviviendo con una pensión de sobrevivencia como es la situación de vida para la mayoría de los chilenos y chilenas en su tiempo de vejez, para ellos y ellas este acto realizado permitió recordarles con cariño y admiración.
Tambien están quienes desde el exilio o en el pais se integraron a la resistencia y que se decidieron valientemente a luchar en contra de la dictadura, algunos de los cuales entregaron sus vidas en esta noble causa, aportando hasta el fin del terrorismo de Estado a sentar las bases para la libertad y la democracia que hoy gozamos todos los chilenos y chilenas.
Finalmente el recorrido de los exmilitares, carabineros y policías de investigaciones que fueron con justicia homenajeados, está fundamentado y permanecerá vinculado al comportamiento que tuvieron en ese momento especifico de sus vidas, haciendo de los valores, la ética y la moral una conducta y forma de vida.
Pro queda aún camino por recorrer, aunque para muchos ya no queda mucha cuerda para desenrollar, estamos frente a un siglo XXI que perfila rasgos morales superiores como la intransigencia hacia el abuso y la desigualdad, el rechazo al individualismo, el humanismo, la solidaridad, la honradez, la sencillez y la modestia. Asi entonces, que lo hecho sirva como ejemplo para transformar moralmente a los hombres y mujeres, sobre la base de los objetivos a alcanzar y los éxitos obtenidos en el pasado, en la construcción de la nueva vida, del pais que esta pendiente por construir, solidario, soberano, inclusivo y justo.
Gracias al Partido Comunista, a los y las estudiantes y docentes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile por recordar a los exmilitares y policías patriotas
Enrique Villanueva M.