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Un debate pertinente y pendiente en la izquierda. Por Cristopher Ferreira

Ya entrando en una nueva disputa por el Gobierno del país y de los procesos en que se canalizan las acciones, el tipo de acciones y sentidos que habrá, ahora que estamos en un momento propicio para esto, las campañas y contenidos de las mismas resulta objeto de evaluación. Es así como diferentes motivos caracterizan las propuestas, ya sean ecológicas, feministas, ciudadanas, anti neoliberales, anti capitalistas y un largo etcétera. Pero más allá de las muchas temáticas de campañas, dos me parecen central de consideración, sin la cual no podría darse otras de manera más eficaz. Me refiero a la problematización del neoliberalismo y capitalismo.

Desde el surgimiento de la Concertación hay sectores políticos que fueron críticos a este conglomerado, atacando el modelo neoliberal y capitalista entre otros puntos, queriendo dar cuenta que estos continuaban con el mismo modelo. Quizá por la situación coyuntural de aquel entonces, la caída de los socialismos reales, el desplome del muro de Berlín, la polarización y guerra entre Estados Unidos y Rusia, las bandas de amigos y enemigos y sus discursos hacían más nítido los focos de problematización. Hoy en día la situación es distinta, y por tanto los motivos de promesas como objetivos a prometer sanar son variados. Por lo tanto, el espectro de las cosas que se consideran problemas ha aumentado.

Mas allá de esta situación de diversos motivos de campañas, la verdadera prueba de la blancura reside en el tratamiento al modelo de distribución y generación del capital. Si el objetivo no es interrogar el espacio del capitalismo para limitarlo, todas las acciones serán pan para hoy y hambre para mañana. Si la crítica se sitúa al modelo neoliberal, y por lo mismo a las acciones de ciudadanos que quieren agenciar empresa, segregar con los distintos medios para ello, como políticas de seguridad enfocadas en el populismo penal, instalación de alarmas, rejas, hacer negocio con todo lo que pueda dar mayores rentabilidades (haciendo del lucro el santo grial) como el caso de muchos políticos ya conocidos, y de la existencia de ciudadanos de consumo, la situación será similar más allá de quien gobierne.

La propia existencia del capitalismo —que no es lo mismo que neoliberalismo, dicho sea de paso— es en base a la inestabilidad, a la ausencia de competencia (no se crece sin incorporar a otra empresa, tal como Inca cola a coca cola, la compra de acciones de cervezas Kross por Concha y Toro, o la muerte de una). Asimismo, el crecimiento del PIB no es interés de los capitalistas; en Chile, hubo crecimiento del PIB pero no se tradujo en aumento del circulante del dinero en el país, con lo cual se desmiente la idea —más vieja que el hilo negro— que debemos estar bien económicamente como hecho primero del bienestar social. Esto explica que no hay necesidad del aumento del PIB ni del circulante para la compra por parte de los sujetos de consumo, puesto que existen otros medios para ellos, como los bonos entregados por el gobierno y también los créditos (estos sí aumentan el circulante sin provenir del propio poder productivo del país), con lo cual la campaña del terror que alude a que el aumento del circulante es sinónimo de subida de precio se desmorona. Asimismo, no hay relación entre el PIB y la mejora social como algunos políticos prometen. Por otra parte, el pleno empleo no es necesidad del capitalista ni del modelo capitalista, el pleno empleo tensa las ganancias al reducirlas. El modelo capitalista no cuestiona los campos de intervención, no se interesa en el futuro. Todos estos nos son sus cuestionamientos. Pero lo seguro es que la existencia del capitalismo es productor de fracaso para aquellos que buscan una ciudad mejor, adecuada a la diferencia como cuestión compatible de otras identidades. Si no se critica el modelo capitalista para dar cuenta de uno distinto, la oposición podrá estar tranquila y segura. Mayor salud, mejor cobertura educacional, mejor transporte, mejor calidad de viviendas son posible con el capitalismo y sin el neoliberalismo. Pero esto es pan para hoy y hambre para mañana.

Cristopher Ferreira es Licenciado en Ciencia Política y Coordinador General de Politología Centro de Estudios

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