“Ha salido un nuevo estilo de baile (y yo no lo sabía)”, cantaban los ochenteros roqueros penquistas "Emociones clandestinas". Esta semana nació oficialmente un nuevo partido político, el flamante partido del "Frente Amplio" el que, a diferencia de la letra de este clásico de la música chilena, pretende no pasar desapercibido y que se sepa de ese nuevo estilo.
No es fácil conectar con la gente, electores, ciudadanía, el "pueblo de chile" o los trabajadores de la patria, como decía el presidente Allende. Tan disímil como su nombre social son sus deseos, sus gustos y sus preferencias sociales, políticas, económicas, valóricas, etcétera. Suelen ser un enigma y su comportamiento se asemeja más al monstruo de la Quinta Vergara, que a columnas uniformes de votantes.
Un monstruo que puede ser muy cruel con los que pretenden hablar en su nombre, sin conocerlos, vivirlos o entenderlos. No basta con buenas intenciones, "buenismos" y tratar de colocar un par de temas golpeadores, para conseguir votos y votantes y no una rechifla viñamarina de aquellas. El Frente Amplio no puede cometer el error de atrincherarse en su nicho, en sus cuatro paredes y en su "espacio seguro", si pretende realizar las urgentes reformas que Chile necesita; pensiones dignas, educación de calidad, seguridad para todos y que la dignidad se haga costumbre.
Si bien hoy uno de sus precursores y quizás el más destacado de sus referentes gobierna, nadie (o casi nadie) se atrevería a decir que sus ideas y propuestas originales se han materializado o están en vías de. Han sido días y años difíciles, pasamos de una derecha derrotada, arrinconada y asustada en el 2019, a una fuerza descomunal que ha sabido colocar sus temas (mas no sus propuestas nuevas que no tiene) a pesar de vestirse nuevamente con sus ropajes autoritarios, reaccionarios y oligárquicos de siempre.
La culpa no es sólo de los medios de comunicación, las redes sociales, la desinformación (fake news) y la gigantesca maquinaria propagandística que han tenido siempre los poderes ocultos, sino también de la desconexión muchas veces inmadura con el sentir y querer del monstruo chileno. Una desconexión que al parecer no es exclusiva del “mejor país de Chile”, sino una realidad mundial. Ni con el apoyo de todas las fuerzas progresistas y de gran parte del tradicional centro político, se ha logrado conectar con ese pueblo que salió a marchar pacíficamente en octubre del 2019.
Si el flamante partido más grande de la patria, pretende trascender y ser más que un paréntesis entre dos formas de gobernar, debe necesariamente reencausar sus propuestas, reencantar a sus bases y sobre todo reconocer que su camino no es de nichos sino de masas. Esta vez no se trata de ganar una elección (municipales, parlamentarias o presidenciales), de lo que se trata es de ofrecer un proyecto convocante que no es una lucha generacional ni una amalgama de causas con y sin alma, sino una propuesta seria de desarrollo con seguridad y crecientes espacios de igualdad.
“Ha salido un nuevo partido y yo si lo sabía”, será realidad si el “monstruo” entrega antorchas y gaviotas de confianza a quien se la merezca.
Daniel Recasens Figueroa
Periodista