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Un verdadero amigo. Por Carlos López Dawson

LA MEMORIA INFINITA

Peter Kornbluh, académico y ciudadano estadounidense, Director del Chilean Documentation Project del National Security Archive, de la George Washington University en Washington DC, autor del libro “Pinochet desclasificado” (Catalonia-Un día en la vida), desenmascarar las actividades criminales del gobierno de EE.UU en la preparación del golpe militar y sus consecuencias. El historiador Kornbluh ha estado durante los últimos cuarenta años investigando dichas actividades ilegales y, a través del Freedom of Information Act, ha presionando a distintos gobiernos de Estados Unidos para hacer públicos documentos y registros oficiales de distintas agencias estadounidenses que permanecían como secretos o reservados y que revelan la responsabilidad del gobierno de Richard Nixon, y de su Secretario de Estado Henry Kissinger, para desestabilizar al gobierno constitucional de Chile, encabezado por el Presidente Salvador Allende, y para preparar y detonar el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que instauró la dictadura de Augusto Pinochet.

Como sabemos todo lo que pasa en Chile es informado al gobierno de ese país, no solo por sus agentes, que es su trabajo, sino por ciudadanos chilenos civiles y militares que reciben por ello dinero o prebendas, y que están dispuesto a traicionar a su patria, como fue el caso del golpe militar de 1973.

Los méritos del historiador Peter Kornbluh son innegables, ha hecho un servicio invaluable a Chile para conocer nuestra propia historia que debiera ser reconocido oficialmente por el Estado y su gobierno, en representación del pueblo de Chile, otorgándole la Orden al Mérito de Chile, en su grado de Collar, la más alta distinción que entrega el Estado de Chile a ciudadanos extranjeros que han prestado servicios notables a la República.

UN ENTRAMADO MILITAR

Los registros reservados finalmente obtenidos por Kornbluh demuestran claramente que se trató de una estrategia militar del gobierno de EE.UU. utilizando para ellos varios agentes, incluidos militares de alto rango de las FF.AA chilenas, empresarios dueños de medios de comunicación y otros agentes enquistados en diversos medios de comunicación y en partidos políticos, algunos financiados por la CIA desde 1963. Una estrategia para beneficio de ese pais y contra las aspiraciones mayoritarias del pueblo de Chile y de todo chileno bien nacido. Estrategia que contempló atentados contra infraestructura critica, contra personas, asesinatos de altos oficiales de las FF.AA., financiamiento clandestino a organizaciones civiles y gremiales, y una campaña del terror a la que si estamos acostumbrados. Resultado que buscaban: impedir que Salvador Allende asumiera como Presidente, luego que fracasara en su gestión y finalmente derrocarlo mediante un golpe militar. Una estrategia exitosa para EE.UU., y un desastre para el pueblo de Chile.

IMPERIALISMO PURO

En la historia se registran muchos fenómenos parecidos, potencias que buscan mantener su hegemonía a costa de la anexión de otros Estados, es decir el sometimiento, con la ayuda de traidores. Así lo hicieron los Imperios Persa, Egipcio, Romano en su época, todos los imperios europeos en la época moderna, incluido el nazi, y EE.UU. recientemente.

Las consecuencias de ese modo de relación es desde luego negativa para los pueblos sometidos, los que pasan a ser miembros de segunda clase del imperio y proveedores de materias primas, de mano de obra especializada y de recursos financieros tales como las utilidades de los negocios e inversiones. Se mantiene la pobreza y las burguesías nacionales quedan sometidas al poder imperial.

Pero, entonces cabe preguntarse si Hannah Arendt tenía razón o no cuando afirmó que cualquiera puede convertirse en un ser horrible, un torturador, un eliminador de seres humanos por cualquier motivo que induzca el poder establecido (Arendt, H., (1973). Crisis de la República. Editorial Taurus. Madrid, España.). Contestar a esa pregunta excede con mucho lo que un abogado o cientistas político podría decir, y también el ámbito de la filosofía. No hay tampoco una respuesta médica a esa afirmación, solo constancias que ha ocurrido, así como sucede con los crímenes, los delitos, o la corrupción, siguiendo esa frase antigua que sostiene que la ocasión hace al ladrón. Es una cuestión de valores. Por el momento quedemos nos con la ley que define ciertos de actos cometidos al amparo del Estado como delitos de lesa humanidad.

UNA ASESORIA CRIMINAL

Cuando la derecha económica chilena se asustó con los cambios que promovía la Unidad Popular, entonces tomaron la decisión de pedir ayuda a la derecha económica de EE.UU., y en especial a Richard Nixon, un político corrupto que presidía ese país y que era asesorado para la comisión de sus crímenes por un experto en la materia, Henry Kissinger. Este asesor le recomendó a Nixon los pasos a seguir, con éxito. Logró que los traidores en Chile dieran un golpe de Estado. Con su aspecto de intelectual conservador Kissinger no solo convenció al Presidente de los EE.UU. sino a todas las instancias estatales de ese país con injerencia en asuntos internacionales. De esta manera logro el acuerdo del Departamento de Estado, del Comité de los 40, de la Cia, del Pentágono, entre otros, para que el proceso de injerencia en los asuntos internos de Chile parecieran ser una cuestión interna, resultado de militares golpistas con iniciativa y no un montaje del Departamento de Estado cuyo objetivo era poner fin a un gobierno soberano que no era de su agrado. Debieron apurarse ya que un Comité del Congreso había iniciado una investigación en torno a la ITT y las operaciones encubiertas que se habían puesto en marcha en Chile. Desde luego que Nixon se apuró y con ello violó no solo la Constitución de su pais sino el derecho internacional, impunemente.

MACABRO RESULTADO

De las consecuencias de sus actos EE.UU. no se ha hecho cargo. Y no es necesario repetir aquí las conclusiones a que han llegado tantos en el mundo sobre los crímenes de lesa humanidad, la corrupción generalizada y los robos de Pinochet, como tampoco transcribir las denuncias de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, las del informe Rettig, lo consignado en los informes de la Comisión Nacional de Verdad y Reparación, o lo consignado en las resoluciones de la OEA, de instituciones de Naciones Unidas o en los miles de fallos judiciales de los tribunales chilenos. Si bien Chile es un caso paradigmático, no es el único donde EE.UU. ha realizado actividades similares. Lo ha hecho en todo el mundo.

En los documentos que el historiador Kornbluh logró desclasificar se revelan las estrategias de Washington para desestabilizar el gobierno socialista de Salvador Allende y se detallan los métodos que se emplearon, incluyendo a funcionarios estadounidenses que colaborarían con otros gobiernos de la región –principalmente Brasil y Argentina–, para aunar esfuerzos contra Allende. Para ello se bloquearían silenciosamente los préstamos de los bancos multilaterales a Chile y se cancelarían los créditos y préstamos a la exportación de Estados Unidos. En paralelo se reclutarían empresas estadounidenses para que se fueran de Chile y se manipularía el valor del mercado internacional de la principal exportación de nuestro país –el cobre– para dañar a la economía interna. El presidente Nixon lo había decidido: se adoptaría un programa de agresión hostil, pero de bajo perfil, para desestabilizar la capacidad de gobernar de Allende.

NI PERDON NI OLVIDO

La estrategia de Nixon contra Chile fue un crimen de lesa humanidad que se agravó al darle respaldo a la política de exterminio empleada por Pinochet y a los robos al patrimonio nacional que eran de público conocimiento. Y que fueran denunciado posteriormente, una vez terminada la dictadura, por la Cámara de Diputado y la Contraloría General de la República.

Son crímenes imperdonables e imprescriptibles, constituyendo además violaciones al derecho internacional, por lo que el pueblo de Chile, en ejercicio de su soberanía puede demandar justicia cuando así lo estime, no podrán prescribir nunca y gran parte de esa verdad se la debemos a un verdadero amigo de Chile, el historiador Peter Kornbluh.

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