Tránsitos discontinuos, la liquidez del algoritmo como expresión de lo político en el barrio de nuestras geografías sociales y territoriales, la identidad como una mercancía al servicio de todo espectáculo, especialmente en tiempo de en tiempo de elecciones, más allá de Diderot y todo acento ilustrado, el caudal de Bauman como acento del riesgo cotidiano.
La irresponsabilidad política como habitus del cotidiano en un contexto de liquidez partidaria y orgánica. La estética de una performance electoral en favor de un diseño político enfrascado en la dinámica de un espectáculo que carece de identidad y por tanto de memoria y relato.
El espectáculo como mercancía inicial y de termino, ausente de contenido y sin arraigo en la profundidad de las historicidades que nos constituyen, todo señala que la política electoral chilena, es la síntesis del neoliberalismo transmutado en las practicas de un cotidiano disociado y desquiciante.
La comunicación como un acto carente de consistencia y permanencia en la narrativa y en la conformación de autenticidad. Nadie habla desde las ideas, sino que estas juegan en favor de un diseño electoral. El contenido ya no importa sino la expresión superpuesta de imágenes liquidas que no responden a una coherencia narrativa y sin rostros.
Frente a esto proponemos la recuperación del sentido y la memoria, el devolver al barrio y sus hablantes la identidad de sus existencias, la política y el servicio publico como matriz de profundo arraigo de aquello que nos constituye, pues despreciamos el gesto de lo político como mercancía y su exposición en el transito de una liquidez de valores corrompidos por las elites de todo acento ideológico.
Creemos en a política como un acto de sentido, no performativo, con rostro y autenticidad, sobre el cual hacernos cargo de los problemas, malestares y ortopedias, proponiendo una práctica política con rostro, territorio e identidad.
Wallmapu, 14 de octubre de 2024