Una hoja es un corazón, autoedición, 2023, diseño y diagramación: Fabiola Hurtado Céspedes, imagen de portada: Ailyn Bravo Guzmán y presentación de José Alberto de la Fuente.
El texto es un solo poema compuesto por 82 partes, o bien son 82 poemas bajo un solo título. De allí que el primer concepto en destilar su condición de universal es lo relacionado a la correspondencia y armonía entre los seres, que con sus diversas representaciones e ideologías o puntos de vista, se hace presente como el trazo juguetón que recorre al modo de línea gruesa, algunas páginas del libro, aunque también se dice que el mismo concepto es ciego, o que no contiene lazos sexuales ni románticos, como en la idea basal de El Banquete, texto Platónico que trata estos y otros asuntos relacionados a la virtud. Pero siempre hay más, y Platón pone en boca de Sócrates, algunas consideraciones sobre la belleza, siendo superior la de las almas que la del cuerpo, por consiguiente, contemplar la belleza es una norma de conducta que busca ampliar razonamientos que hagan mejores a los jóvenes y con ello a la humanidad.
Por otra parte, el texto esparce sus hojas al modo de los antiguos romanceros como conjunto de composiciones o poemas amorosos-líricos que se cantaban o enunciaban acompañados por un instrumento. Hay un tañido, allí, entre las páginas que recorren el libro y las hojas numeradas formando parte de un cortejo que expresa sentimientos y emociones resultantes del acercamiento a lo bello, de allí lo expresivo, amoroso y placentero con que se enuncia sutilmente aquello que puede ser íntimo y a ratos relacionado con la atracción sexual, pero ésta no es imprescindible, porque igualmente desgarra y envuelve los deseos enmascarando lo prohibido y está asociado fuertemente con las actividades cognitivas, emocionales, conductuales, de allí también, que los poemas sean parte de un conjunto, como si conformaran momentos de adaptaciones o fueran subproductos amatorios que surgieron en algún momento en la historia evolutiva del hablante, cuyo poeta es Nelson Rodríguez Arratia. Dicho de paso, también Doctor en Filosofía.
El hablante se acerca al modo de un trovador, una suerte de poeta provenzal que conjuga sentimientos de nobles y plebeyos, destacando la figura de la amada. A ratos en la típica relación de vasallaje, al modo del amor cortés que guarda los secretos al tiempo que siente las flamas, pero como todo amor cortés no es bendecido por el sacramento del matrimonio, de allí la lejanía y a ratos el sufrimiento expuesto por el hablante que reflexiona sutilmente ante lo adúltero o prohibido, y que remueve las ramas donde hay hojas que caen ante la desmesura del deseo.
Hay otros momentos en que el hablante apela al denominado “amor líquido”, concepto creado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que describe el tipo de relaciones interpersonales que se desarrollan en la posmodernidad, y están caracterizadas por la falta de solidez, calidez y por ser fugaces, sutiles, volátiles, fluidas, breves, superficiales, y con un mínimo de compromiso. Aunque el concepto suele usarse también para el amor romántico, Bauman desarrolla el concepto para hablar de la liquidez del amor al prójimo en sociedades del capitalismo avanzado que afecta a cómo se entienden las relaciones personales. El individualismo hace ver las relaciones fuertes como un peligro para los valores de autonomía personal, unido a la generalización de la ideología consumista provocando además la mercantilización de múltiples ámbitos de la vida. Así las personas se ven así mismas como mercancías para satisfacer necesidades, entonces el amor se convierte en una variante del consumo mutuo, guiado por la racionalidad economicista, el ethos económico que invade las relaciones personales, viene generando con ello un despeñadero de amoríos tras las sombras desvestidas de la danza, cada vez más breves como ardientes y rodeadas de inquietud y desasosiego, que vuelve constantemente al eterno presente, ese loco carpe diem del devenir en su pulsión y latidos. Un segundo concepto universal que recorre todo el tejido de “Una hoja es un corazón” es una necesidad básica del organismo, la cual sin su satisfacción no nos permite la supervivencia. Todo lo que pasa en el cuerpo guarda un sentido de equilibrio, y si eso falla, el organismo tratará de volver a recuperarlo. En sentido literal, si no hay sueño, sobreviene la muerte.
Por otra parte, los sueños han sido desde el inicio de las culturas y los pueblos nación, una fuente de atracción para las personas de todas las sabidurías y territorios. Es claro que la interpretación de los sueños continúa variando de cultura a cultura, y existe más de una teoría que ha capturado la imaginación de las personas durante siglos. Desde los espacios “formales” de la Psicología y la Psiquiatría, la cultura occidental ha creado grandes relatos para justificar la “ratio” del devenir científico, que no es otra cosa que actos de fe en cada una de las disciplinas, con métodos y todo de lo más racional y demostrable, bajo la lógica del “sueño de la ciencia”, peligro eminente dado que la ciencia se ha prestado para diversos crímenes de los cuales, entre otras disciplinas, la física tiene a su haber grandes momentos de genocidio, igual que la economía por mostrar otro ejemplo, entre las ciencias blandas. No por nada una parte de la población mundial muere de hambre cada día, gracias a la aplicación de normas y estándares económicos, cuyas teorías hasta hoy no son capaces de reconocer su deshumanización. De allí la ironía del mercado de valores, cuyo flujo de poder tiene sus acciones en la sangre.
Pero volvamos a la literatura, y esta mirada del sueño como una experiencia humana universal que suele describirse como un estado de conciencia caracterizado por acontecimientos sensoriales, cognitivos y emocionales. La persona que está soñando tiene un menor control sobre el contenido, las imágenes visuales y la activación de la memoria, y suele apuntar hacia aquello que sueña, en tanto que la vigilia nos lleva a re pensar que es lo “soñado”. No obstante, desde la perspectiva del hablante poético no existe un solo estado cognitivo que se presente al momento de escribir, de allí que sueño y memoria sean conceptos afines, de modo que sea posible acercarnos al pasado como lo soñado, pero al mismo tiempo hacia el futuro y aquí recuerdo al cardenal Raúl Silva Henríquez con “El sueño de Chile”. Texto que cobija todas las buenas intenciones del buen vivir, y es una pena que su divulgación sea tan escasa y la Iglesia chilena y la congregación Salesiana tan mezquina con la figura del Cardenal, justo hoy 27 de septiembre en que se cumplen 117 de su natalicio.
Por otra parte, existen diferencias significativas entre los enfoques neurocientíficos y psicoanalíticos del análisis de los sueños, relatos que acompañan grandes momentos “poéticos” de especuladores profesionales, que a su vez tienen la posibilidad de mandar a medicar a medio mundo, o declarar interdicto a quienes, según la conducta concebida en la cultura occidental resultarían peligrosos, y sin embargo, nada se dice ni se hace frente a los políticos que deciden los destinos de millones de personas, pensemos en el actual primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, Nicolás Maduro, Donald Trump, Javier Milei, por nombrar a los más famosos occidentales, aunque en grado menor ambas cámaras del Congreso Nacional de Chile tiene sus personajes destemplados, por decir lo menos, incluyendo a la psiquiatra que ya ha sido sancionada varias veces por su actuar vociferante y alejado de la verdad, como en los tiempos cuando daba recetas falsas y fue expulsada del colegio médico. Hoy en día salen a la palestra diputados con doble sueldo o ex convencionales, todo legal pero para nada nada moral ni ético (como si fueran ministros de la corte suprema) y al parecer de la misma derecha que hecha espuma por la boca cuando pillan por decir lo menos sus “zonas oscuras”, “corruptas” dirán algunos anticipándose a las investigaciones, que ya vienen en curso como la formalización al director general de carabineros, vale decir, los que acusan de octubrismo son quienes lo propiciaron, y ya estamos ad portas de conmemorar cinco años de la revuelta.
Por otra parte, se sabe que los neurocientíficos están interesados en las estructuras involucradas en la producción de sueños, la organización de los sueños y la narratividad que de ello resulta. Por otra parte, el psicoanálisis se enfoca en el significado de los sueños y los coloca en el contexto de la historia del que sueña, de allí que se interprete que los sueños tienden a estar llenos de experiencias emocionales y vívidas que contienen tramas, ansiedades, protagonistas y objetos que se relacionan estrechamente con la vida consciente, por ende, hay que darle sentido, o auto sentido en el caso del paciente. No olvidemos que desde los pueblos nación indígenas de América Latina, los sueños son elementos claves en la vida espiritual y crean una nueva “realidad” que parece surgir de la nada, produciendo experiencias con un marco de tiempo mágico y cuyas conexiones se apartan de modelos y sucesos realistas: los sueños son parte de espíritus que se asoman para acompañar la vida y el buen vivir necesario para lograr la armonía con el cosmos.
La literatura y en especial la poesía nos permite abordar diversos momentos, en especial cuando nos encontramos frente a un libro cuya exhortación para aprovechar el presente, junto al inicio de la primavera, va más allá de la constancia ante la fugacidad del tiempo. “Una hoja es un corazón”, es la sutil fragancia del amor y sueños escrito por Nelson Rodríguez Arratia.
Hans Schuster, escritor.