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Uruguay votó este domingo. El posible regreso del Frente Amplio. Por Roberto López Belloso*

Uruguay: ganó la izquierda, pero habrá balotaje con el candidato de Lacalle Pou. El candidato de el Frente Amplio llegó a los 44 puntos, pero no le alcanzó para la victoria en primera vuelta. Se enfrentará a Álvaro Delgado, del Partido Nacional, que tuvo 27 puntos.

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texto esrito antes de las elecciones:

Un José Mujica crepuscular y un Luis Lacalle Pou que no logra transferir a su delfín los niveles de aprobación de su gobierno. Ninguno de los dos se postula, pero ambos son carta de triunfo. Las encuestas para las elecciones de Uruguay, de este 27 de octubre, dan como favorito al Frente Amplio de Mujica e indican que habrá balotaje. ¿Cómo funciona ese peculiar frente que es, a la vez, coalición y movimiento? ¿Qué tanto lo tensiona la moderación centrista de su dirigencia ante el reclamo de parte de sus bases de un giro a la izquierda?

El barrio se llama Maracaná, como la mayor gloria deportiva de los uruguayos. Situado en las afueras de Montevideo, queda lejos de aquel 2-1 sobre Brasil en la final del Mundial de fútbol de 1950 en Río de Janeiro. Tan lejos como distante queda su pobreza de las cifras macroeconómicas de un Uruguay que, en las últimas dos décadas, bajó la cantidad de pobres del 40 al diez por ciento y mantuvo la inflación en un dígito tras un pico del 25 por ciento en la crisis de 2002. La parte más significativa de esos logros se debe a los tres gobiernos del Frente Amplio, de centroizquierda, que en las elecciones de este domingo 27 de octubre busca volver a conducir el país tras el interregno de Luis Lacalle Pou (Partido Nacional, centroderecha).

A esos logros se refieren los militantes que están golpeando las palmas de las manos frente a las precarias viviendas del Maracaná. Timbres casi no hay. Es parte de “la mayor barriada de la historia”, como llamó el Frente Amplio a esa movilización puerta a puerta en todo el país (1). El objetivo no es ganar en primera vuelta, para eso no le alcanza con el 44 por ciento que le da la mayor parte de las encuestas, ni siquiera con el 47 de la más favorable. En Uruguay, para hacerlo, se necesita la mitad más uno de los votos válidos y no corre la regla argentina de superar el 40 por ciento si la distancia con el segundo es de diez puntos. El objetivo de la barriada es la mayoría parlamentaria. La llave para gobernar y aprobar leyes en solitario está en el margen de error de los sondeos, y hacia los indecisos que la harían posible se dirige la estrategia de La huella de Seregni, como se conoce a la sede central del Frente Amplio en homenaje al general retirado que fue el primer líder de esa fuerza política. Nacida en 1971, unió la izquierda más tradicional (Partido Comunista y Partido Socialista) con cristianos progresistas (Partido Demócrata Cristiano), con desprendimientos menores de los partidos rastrillo que habían dominado hasta entonces la política uruguaya (Partido Nacional y Partido Colorado) y con sectores numéricamente menores cercanos al anarquismo, al trotskismo o simpatizantes con la guerrilla (el Movimiento 26 de marzo era considerado el brazo político de los tupamaros, estando los tupamaros fuera del Frente Amplio por discrepancia metodológica). Ser un militar demócrata le costó a Seregni la cárcel durante la dictadura uruguaya (1973-1984) pero su discurso el día de su liberación (2) se convirtió en la mejor definición de la praxis política del Frente Amplio de ahí en adelante: unitaria y moderadora. Sobre esa base se construiría la musculatura electoral que le llevará a gobernar la capital, desde 1989 hasta el presente, y el país (2005-2020). La piel curtida de ese tejido es el carácter dual de coalición y movimiento, una excepcionalidad de ingeniería política. Porque en paralelo al acuerdo de partidos que le dieron nacimiento y hacen funcionar su mesa política, hay una estructura territorial que forma “las bases”, con igual representación numérica que los partidos en el Plenario Nacional (máxima autoridad permanente del Frente Amplio). Cualquier “adherente” puede militar en el comité de base de su barrio sin necesidad de afiliarse a ningún partido o sector del Frente. En esas bases está la fuerza militante que en 2019 fue capaz, en un mes de un intenso puerta a puerta, de casi torcer la decepción de primera vuelta remontando ocho puntos porcentuales en el balotaje y quedando a uno (30.000 votos) de la presidencia. Pero a veces también son desobedientes.

En el Maracaná, durante la barriada del 13 de octubre, se refleja la diversidad y el policlasismo del Frente Amplio. Un autobús trajo unas 50 personas de los comités de base céntricos y del “funcional” de docentes. Ahí se suman a igual número de personas que viven en el lugar. En parejas, un recién llegado y un “referente local” salen a recorrer las manzanas previamente cuadriculadas en papel para que no quede ni una casa sin visitar. Lo mismo se está haciendo en todo Montevideo y en las principales zonas urbanas del país. El Frente Amplio es todavía una fuerza citadina. En lo que va del siglo XXI, eso le ha alcanzado cada vez para ser el partido más votado, pero no siempre para gobernar, y en esa incertidumbre se mueve la barriada de este domingo. Cada pareja de militantes recibe una bolsa con balconeras, pegotines, folletos explicativos, y banderas de mano y para los autos. Estas son las que primero se agotan. Es parte de un paisaje paradojal: pese a la miseria, a las casas apenas terminadas de bloque o chapa no les falta, habitualmente, el automóvil. Los militantes también llevan listas de todos los sectores que componen el Frente y tienen la consigna de no promover ninguna en particular.

 Nunca los voté, pero esa vez sí -dice una mujer que atiende un modesto comercio y que recibe acompañada del que parece ser su hijo.

 Son buenas personas -comenta en voz baja la “referente local” a una docente que había venido en el bus de “los refuerzos”- la semana pasada me vio revisando el contenedor de basura y me dio unas alitas de pollo.

 ¿Quiere una lista? -le pregunta un tercero, ya que los dúos se han vuelto grupos más numerosos, de tres o de cinco, a medida que llegaban más piernas que las previstas originalmente para “trillar” el barrio.

 Sí, dame una de la de Blanca.

Blanca Rodríguez estuvo entrando a la casa de los uruguayos cada atardecer, durante 34 años. Conductora de uno de los principales noticieros televisivos, Subrayado, se transformó con el tiempo en una de las figuras más respetadas del país. El 9 de agosto se retiró del periodismo y el 24 anunció su integración al Frente Amplio como segunda candidata al senado en la lista 609, del Movimiento de Participación Popular (MPP), el sector de José Mujica.

El expresidente uruguayo (2010-2015), que goza fuera de fronteras de un estatus de rock star de izquierda tanto por sus políticas (legalización del matrimonio igualitario y del uso recreativo del cannabis) como por su vida austera (se le llamó “el presidente más pobre del mundo”) y su discurso de tono filosófico a contrapelo del consumismo dominante, es uno de los principales activos políticos del Frente Amplio. Para él, esta campaña electoral quizá será la última, tanto por el cáncer de esófago que le diagnosticaron como por su edad avanzada (89 años). En el acto de cierre del MPP, el 20 de octubre, se despidió de los suyos: “Estoy por emprender la retirada de la que no se vuelve, pero estoy feliz porque habrá miles de brazos en la lucha; siempre dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que los supera con ventaja”.

En esa “barra” está Blanca Rodríguez, a la que Mujica y su esposa, la también exguerrillera y senadora Lucía Topolansky, convencieron personalmente de sumarse a la lista del MPP como “figura independiente”. Fue lo que Mujica llamó “mi penúltima jugada”.

 

Democracia directa

 

La lista más pedida en el barrio Maracaná es la del MPP. En esa zona de Montevideo las pintadas de los muros son, prácticamente en exclusiva, del sector de Mujica y de la 1001 (Partido Comunista). Junto con la lista del MPP casi todos piden también “la papeleta del Sí” de color blanco. No debería ocurrir, ya que el MPP en general, y Mujica en particular, se manifestaron en contra de esa opción. Pero ya se ha dicho, a veces las bases son desobedientes.

Junto con la elección presidencial y parlamentaria, este 27 de octubre se votarán dos plebiscitos: el de la Seguridad Social (papeleta blanca) y el que habilita los allanamientos policiales nocturnos (papeleta amarilla).

El plebiscito es uno de los instrumentos de democracia directa de la Constitución uruguaya, junto con el referéndum. Más allá de sus especificidades técnicas, han sido usados en instancias clave de la historia política reciente. En 1980 el No a la reforma constitucional de la dictadura inició el camino del regreso a la democracia, y en 1992 se rechazó la privatización de empresas públicas que pretendía llevar adelante el gobierno de Luis Lacalle Herrera, padre del actual presidente Lacalle Pou. También implicaron algunas recordadas derrotas del movimiento popular, como el intento de anular la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado (que exculpó los delitos de lesa humanidad de militares y policías durante la dictadura) y el fracaso de la consagración del voto de los uruguayos en el exterior. Uno de los caminos clásicos de estos instrumentos es la recolección de firmas (según el caso, 10 o 25 por ciento del padrón electoral) por lo que más allá de su resultado final implican una instancia de masiva movilización de sus impulsores. Entrenan el músculo.

Ante la reforma de la seguridad social del gobierno de Lacalle Pou, que subió a 65 años la edad jubilatoria, la central sindical única (PIT-CNT) impulsa una reforma constitucional que regresa esa edad a los 60 años, equipara la jubilación mínima al salario mínimo y elimina las administradoras privadas de fondos previsionales (AFAP, similares a las AFJP argentinas). La mayor parte del sistema político se opone a esto argumentando el alto costo fiscal que implicaría. Los partidos de gobierno (Nacional y Colorado) hicieron de esta negativa uno de los centros de su campaña. Si bien el Frente Amplio dio libertad de acción a sus votantes, la fórmula presidencial se expresó en contra, al igual que José Mujica. Pese a que solamente el Partido Comunista, el Partido Socialista y algún sector menor impulsan la papeleta blanca en el Frente Amplio, la mayor parte de la militancia la acompaña. Las últimas encuestas ponen en duda que alcance el 50 por ciento más un voto necesarios para su aprobación, pero una votación cercana al 40 por ciento implicaría una señal de rebeldía de las bases que la dirigencia no ignorará. Pesará en el “gran diálogo social” anunciado por el Frente Amplio para analizar el tema en caso de ganar la presidencia.

No es el único desafío para la fórmula presidencial frenteamplista integrada por Yamandú Orsi (MPP) y Carolina Cosse (apoyada en las internas por el Partido Comunista, Partido Socialista y una lista propia llamada “La amplia”). De ganar en el balotaje -casi nadie piensa que lo hagan en primera vuelta- tendrán que responder a dos expectativas contradictorias. Los sectores preocupados por los equilibrios fiscales esperan un gobierno de centroizquierda, que es lo que promete el MPP desde que nombró al moderado Gabriel Odonne como futuro ministro de Economía. Pero los apoyos de su vicepresidenta Cosse piden dar el postergado “giro a la izquierda”; ese que en su momento se esperó, sin suerte, del gobierno de Mujica. En ese sentido la senadora Silvia Nane, principal referente parlamentaria de La amplia, marcó la cancha: “solo hay que cumplir el programa [del Frente Amplio]” (3). Se trata de un documento aprobado en marzo de 2024 en el congreso de esa fuerza política luego de un proceso de elaboración de un año que incluyó más de 1.000 reuniones con organizaciones sociales de todo el país englobadas en la campaña “El Frente Amplio te escucha”. La derrota electoral de 2019 fue atribuida por los consultados, entre otros factores, a “la soberbia” de dejar de escuchar a la sociedad y “perder el pulso” sobre lo que pasaba más allá del gobierno (4). No extraña entonces que ese “cumplir el programa” sea un reclamo en una campaña en la que el candidato Yamandú Orsi ha optado por no explicar futuras medidas de gobierno, rehuir entrevistas en vivo, y preferir los actos pequeños antes que los debates. Ese silencio del candidato ha sido sustituido por la presencia en los medios de sus principales asesores, los que guiados por una consigna general de “ganar el centro” han desconcertado muchas veces a su propia militancia. Suele ocurrir que desde “las bases” se produzcan pedidos de reuniones más o menos intempestivos al presidente del Frente Amplio, el exsindicalista Fernando Pereira, para solicitar explicaciones por alguna participación periodística de asesores que, en caso de ganar, se dicen favorables al “acuerdo entre partidos” con el actual gobierno en grandes temas -por ejemplo, la educación- en lugar de las instancias participativas y vinculantes previstas en el programa.

La táctica del entorno de Orsi parece apuntar a esos 30.000 votos por los que se perdió la elección pasada. Desde el otro núcleo de poder del Frente Amplio (los que apoyaron a Cosse en la interna), se apunta a no perder por izquierda lo que eventualmente se gane por el centro. En esta elección son varios los partidos pequeños ubicados fuera del Frente Amplio que rondan el uno y dos por ciento de la intención de voto y que, el 27 de octubre, podrían costarle al Frente Amplio la mayoría parlamentaria. Por ahora, tanto La amplia como el Partido Comunista (que lleva como primer candidato al senado al exdirigente sindical Oscar Andrade, considerado por propios y extraños como el mejor polemista de la bancada frenteamplista) parecen un buen dique de contención para los votos potencialmente rebeldes ante la inclinación cada vez más centrista del MPP. Pero las encuestas mantienen el riesgo.

 

El gobierno y sus candidatos

 

Orsi se ha negado a debatir con los otros presidenciables en la campaña de la primera vuelta. Dice que todos actúan como coalición, han gobernado como coalición, y expresan como principal objetivo común cerrar el paso al Frente Amplio.

 Serían cuatro contra uno. Cuando decidan su candidato para el balotaje, ahí debatiremos -argumentan desde su campaña.

Descontando los decaídos Guido Manini Ríos (del partido de ultraderecha Cabildo Abierto, que puntúa tres por ciento) y Pablo Mieres (del centrista Partido Independiente, que pelea por pasar del uno al dos por ciento), los candidatos de la coalición de gobierno son Andrés Ojeda (Partido Colorado) y Álvaro Delgado (Partido Nacional).

Este último es el más probable contendiente de Orsi en el balotaje del 24 de noviembre. Secretario de Presidencia durante la gestión de Lacalle Pou, propone “reelegir al gobierno” ya que, por límite constitucional, no se puede reelegir al presidente en forma consecutiva. Veterinario, ha realizado una campaña tan anodina que sus asesores intentaron dar el manotazo de ahogado con un polémico spot en el que Delgado reconoce no ser un buen candidato pero promete que será un buen presidente, destacando su rol durante la gestión exitosa de la pandemia de Covid-19 en la que el país, al contrario que Argentina, descartó el confinamiento. Se basa también en la alta aceptación de la figura de Lacalle Pou. Pese a esto, todas las encuestas marcan que el escenario más probable es el triunfo de Orsi en el balotaje.

La caída sostenida del Partido Nacional en la intención de voto no puede ser atribuida solamente a la falta de carisma de Delgado (Orsi tampoco es carismático), y ni siquiera a la mala elección de su compañera de fórmula. Intentando ganar espacios en los sectores populares, Delgado optó por una figura apenas llegada a su partido, Valeria Ripoll, exdirigente sindical de los trabajadores municipales y con pasado muy reciente en el Partido Comunista. Tan extremo fue ese salto de ambos, que los internautas de izquierda han inundado las redes sociales con videos de Ripoll durante el inicio de la presidencia de Lacalle Pou: en ellos, la flamante nacionalista fustiga con ardiente elocuencia al que sería su futuro partido.

Pese al malestar generado con Ripoll en los sectores más tradicionales, es más probable que la caída de Delgado en las encuestas se deba al acumulado de escándalos del Partido Nacional. Desde un senador preso por pedofilia (5) hasta la polémica entrega de un pasaporte a un narcotraficante que estaba preso en Dubai por portación de documentos falsos (que llevó a la renuncia de los ministros del Interior y de Relaciones Exteriores) (6). A esto se suma el llamado “caso Astesiano”, por el jefe de la seguridad presidencial que montó un sistema de falsificación de pasaportes para ciudadanos rusos y se prestaba como nexo para negociados de distinto porte (7).

Los votos perdidos por Delgado, sin embargo, no pasaron a la actual oposición. En su mayoría fueron al socio principal del gobierno, el Partido Colorado (el del expresidente Julio María Sanguinetti), que luego de un comienzo de año atomizado en múltiples precandidaturas, encontró en la figura de Andrés Ojeda un revulsivo que lo lleva a soñar con un poco probable -pero no imposible- pasaje a segunda vuelta.

Abogado y ocasional panelista televisivo, Ojeda sorprendió al somnoliento sistema político uruguayo con una campaña “a la centroamericana”. Sin profundizar en propuestas, se muestra en los spots levantando pesas y hablando de su signo zodiacal, se dice admirador de Lacalle Pou y “muy coalicionista”, limando al máximo posible la identidad colorada para mostrarse como el socio de la actual coalición de gobierno que mejor le puede ganar al Frente Amplio. Aunque ha intentado evitar temas polémicos centrándose en el bienestar animal y la salud mental, ese enfoque conservador no le ha salvado de los golpes inesperados. La circulación de fotos de su posible novia con un leopardo muerto sobre los hombros, ya que se trata de una aficionada a la cacería (8), averió su discurso animalista, y la calificación como “psicópata” dada por Ojeda a una periodista que profundizó en ese asunto durante una entrevista hizo surgir dudas sobre su concepto de la salud mental. Ojeda intentó pasar página pidiendo disculpas (9) y centrándose en un cierre de campaña novedoso, en el que optó por las plataformas antes que por las calles. Sin embargo, los casi 40.000 espectadores de su transmisión de cierre, de los que presumió en vivo, fueron reducidos casi enseguida por YouTube a poco más de 3.000, ya que 35.000 habrían sido bots contratados en India.

Ojeda también desechó esas acusaciones, se mostró seguro (“tomo jugo de teflón todas las mañanas”) y apuntó contra supuestos asesores argentinos de Orsi por orquestar una campaña sucia en su contra. De hecho, el 22 de octubre su equipo presentó una denuncia en Mendoza contra la empresa Quark S.A, vinculada con la campaña de Patricia Bullrich en las primarias argentinas de 2023, a la que sindica como asesora de Orsi, sin que parezca clara esta asociación.

 

Cierre de campaña

 

Desde el pie de multitud es imposible abarcar el tamaño del acto final del Frente Amplio. Por eso los drones transmiten, hacia las pantallas gigantes del escenario, imágenes de un mar de personas en el Parque Batlle de Montevideo. El aperitivo musical acaba de terminar y tras un mensaje grabado de José Mujica, breve y sin los ribetes épicos del de la semana anterior, sube a escena la candidata a vicepresidenta. Lleva una muleta y una pierna enyesada por un reciente accidente de tránsito. “No pueden decir que no lo he dado todo”, bromea Cosse, quien comienza agradeciendo a sus mentores políticos. Nombra al exintendente de Montevideo Ricardo Ehrlich, un científico del MPP. Ehrlich no está en ninguna platea especial. Casi nadie se entera que es uno más entre los militantes de a pie que ocupan uno de los flancos de la marea humana. Está con su esposa y con una joven que parece ser su nieta. Nadie de los que le rodean le ha pedido una selfie, pero todos le han reconocido. Solo intentan que pueda disfrutar del acto en paz. Apenas cuando Cosse lo menciona aplauden con más fuerza que en otras zonas de la multitud. Ehrlich mueve la cabeza, como negando.

Las palabras de Cosse mezclan emotividad y reivindicación de la ciencia. Cuando termina, un video prepara el terreno para la entrada del candidato a la presidencia Yamandú Orsi. Destaca su origen barrial en el departamento de Canelones, el carácter de pequeño comerciante de su padre (almacenero) y, al igual que Cosse, la trayectoria educativa en escuela y liceo públicos para llegar luego a la educación terciaria. En su caso el profesorado de Historia, en el de Cosse ingeniería.

Orsi presenta sus compromisos de gobierno. Además de los énfasis previsibles en estabilidad, crecimiento, distribución con equidad y honestidad -intentando contrastar con los varios escándalos del gobierno de Lacalle Pou- también se compromete a mayor seguridad, supuesto “debe” de los anteriores gobiernos frenteamplistas. Como lo hizo Cosse minutos antes, se refiere a recuperar territorios y a revertir el retiro del Estado que habría llevado adelante la gestión de Lacalle Pou y que, en su opinión, ha dejado varias zonas pobres como campo fértil para la instalación del narcotráfico.

El discurso de Orsi no emociona (ya vendrá Ruben Rada al cierre para eso), pero es fluido y demuestra más aplomo que en las primeras comparecencias públicas. Ya no lee. Parece haber aprendido.

 Tabaré [Vázquez] al principio también era un zapato -recuerda alguien, entrado en años, disculpándolo por adelantado y trayendo a colación la figura del dos veces expresidente.

El remate es apagado. Sin épica. Pero igual sus “vivas” (al Frente Amplio, al país, a la democracia) son respondidos con entusiasmo por la multitud que pone de su parte el ardor que le falta al candidato. Su último “hasta la victoria” es apenas audible. Falta el “siempre” que le agregaba Tabaré Vázquez a sus finales. Si alguien lo nota lo pasa por alto. La expectativa de quienes están ahí parece permanecer intacta. No hay bombos. Solo gargantas y brazos para agitar banderas.

 

1. “En parejas, puerta a puerta y pidiendo una foto: así saldrá el Frente Amplio a convencer a los indecisos”, El País, Montevideo, 5-10-2024.

2. “General Liber Seregni, discurso desde el balcón al salir de prisión, 19/03/1984”, 2121.org.uy, 19-12-2016.

3. “Silvia Nane: ‘El programa del Frente Amplio es profundamente ideológico’”, Brecha, 18-10-2024.

4. “Informe 2022-2023: El Frente Amplio te escucha” (https://www.frenteamplio.uy/wp-content/uploads/Informe-FA-te-Escucha-22-23.pdf).

5. https://ladiaria.com.uy/tags/gustavo-penades/

6. https://ladiaria.com.uy/seccion/el-caso-sebastian-marset/

7. https://ladiaria.com.uy/seccion/el-caso-astesiano/

8. “Advierten que la nueva pareja de Andrés Ojeda es cazadora de animales salvajes”, M24, 16-10-2024.

9. “‘Mala mía’: Andrés Ojeda pidió perdón a Lucía Brocal por llamarla ‘psicópata’”, El Observador, 17-10-2024.

 

*Director de Le Monde diplomatique, edición Uruguay.

 

 

 

 

      

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