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"Vania" el retorno al teatro clásico. Por Alex Ibarra Peña

"Pasaremos por una hilera de largos,
largos días..., de largos anocheceres...,
soportando las pruebas
que el destino nos envié".
(Chéjov, "Tío Vania")

El autor de este drama es uno de los escritores que junto a Dostoivesky y Tolstói forman eso que ha sido reconocido como la gran literatura rusa, la cual causó un alto impacto en las letras chilenas. Al respecto resulta significativa la afirmación en que Pablo Neruda se refiere a Gabriela Mistral expresando: "Ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí". Por otra parte, en cuanto a la historia del teatro chileno ésta ha sido montada por distintos elencos desde la puesta en escena por el Teatro Experimental en 1953.

En estos días en la Sala La Comedia en el Barrio Lastarria se está presentando una adaptación realizada por Leyla Selman, dirigida por Rodrigo Pérez con la asistencia de Paula Sharim y un elenco integrado por Nicolás Zarate que protagoniza al Tío Vania, junto a Guilherme Sepúlveda, Catalina Saavedra, Emilia Noguera, Jaime Leiva y Camila Oliva. Las interpretaciones de este grupo de actores se destacan siguiendo una puesta en escena al modo del teatro clásico en el que cada actor interpreta los relatos de esta adaptación, en un escenario con una puesta en escena que utiliza pocos objetos.

La obra es un drama con gran ironía y acidez entre personas que apenas soportan el tedio de su existencia. La comedia va mostrándonos ese sin sentido propio del teatro clásico, ese que nos hace reír frente a las pesadas cargas existenciales o quizá mejor al vacío nihilista del destino de la vida frente a la desesperanza que la hace absurda. En el caso de Chéjov ese absurdo es una cualidad propia de la condición burguesa que desatiende la profunda preocupación espiritual que siempre contribuye a superar los límites de la existencia material. Estamos frente a una obra de teatro clásico aunque en rigor es parte del teatro moderno lugar del cual se nos invita siempre a pensar con la razón.

Sin embargo, no todo el relato es nihilista lo salva el subtítulo "escenas de la vida en el campo", hay algo de esperanza en esa visión que aparece sobre la naturaleza, ese misterio que es capaz de colocarnos frente a la experiencia de la belleza en el ámbito de las sensaciones, ahí aparece algo así como una defensa de la tierra en la valoración por el paisaje natural dando lugar a un discurso con claros énfasis a favor de la ecología. Esa pugna que enfrenta a una desquiciada humanidad que sólo puede ser salvada si se comprende a sí misma descentrada.

Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra

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