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Voto obligatorio en Chile. ¿Una mejora a la participación? Por Cristopher Ferreira Escobar

Con 107 votos a favor, hoy miércoles 16 de junio se realiza el apruebo desde la Cámara de Diputadas y Diputados para la reforma que quiere restituir el voto obligatorio, pasando así a la Cámara del Senado. Sin lugar a dudas, esto responde a la baja votación en Chile en las diferentes instancias para sufragar desde que el voto es voluntario. Ahora bien, sostener que la votación obligatoria es una mejora a la participación como algunos mencionan es un error.

Relacionar la participación con el voto es algo limitante y poco sutil. Esta instancia es una de las varias formas de participación, pero no la única. A raíz del 18 de octubre y en los meses sucesivos, la participación en la calle de Santiago fue alta, lográndose estimar un máximo de 1.200.000 de personas en un momento. Si contemplamos la situación en una escala mayor, la cifra aumenta sin duda, pero ese cálculo lo desconozco. Algunos estiman 3.000.000 millones de personas, lo cual ya es más alto que la segunda vuelta para Gobernador, donde votó 2.556.898 de personas, la más baja en la historia según indica el SERVEL. Ahora bien, si consideramos la variable de la intensidad (toma de espacios públicos, cortar calles y lucha, etc.) y la rutinización (prolongación en el tiempo), se observa una participación cuantiosa y sustantiva. Sin embargo, existen otras formas de participación que se vienen consagrando desde antes del 18 de octubre y que no se levantan cada cierto año. Me refiero a las distintas instancias de participación a nivel local, como es el Consejo de la Sociedad Civil (COSOC), las organizaciones comunitarias, juntas de vecinos, organizaciones vecinales en torno a diferentes temáticas (seguridad, salud, vivienda, entre otros) y un largo etcétera. Pero más allá de las distintas instancias acá mencionadas, hay un elemento decidor, y es que estas formas de participación son voluntarias.

Sin problematizar los motivos del desinterés de votar desde que existe el voto voluntario, y advirtiendo que el voto del año 2020 para la nueva constitución fue la con más voto desde el retorno de la democracia (ojo, quizá el problema es de los elegidos y no los que eligen), el hecho anterior, llámese voluntariado, consagra una participación con el componente “intencional” y consciente de lograr incidir, ya sea para conservar o transformar (motivo del por qué se participa), y eso, a pesar de que muchas veces no sea vinculante, es un hecho indiscutible.

Con todo lo anterior, parece que el voto voluntario no arregla la participación, ya que otras instancias demuestran que esta existe, y con buena cifra. Quizá el motivo sea asegurar la obligatoriedad del voto como hecho representativo para la legitimidad.

Cristopher Ferreira Escobar. Cientista político. Coordinador general de Politología. Centro de Estudios.

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