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18 de octubre, otra vez. Por Miguel Lawner

El ya histórico 18.0, que marca el inicio del fin del ciclo de exclusión social vivido en Chile durante los últimos 40 años, se repitió nuevamente.

Centenares de miles de personas volvieron a colmar calles, plazas y barrios a lo largo de todo Chile, ratificando su voluntad de construir un país donde impere el bien común sobre los intereses mercantiles, la igualdad de género, el reconocimiento a los pueblos originarios, el derecho a la salud, a la educación y a una vivienda digna, la recuperación de nuestras aguas y del medio ambiente, el fin de las AFP.

Las manifestaciones se sucedieron pacíficamente a lo largo de todo el día. Batucadas, danzas y bailes, modestas bandas de barrio, carteles chicos y grandes de confección casera, se unieron en un solo clamor: APRUEBO, paso necesario para iniciar el fin de la constitución pinochetista.

La Plaza de la Dignidad comenzó a poblarse desde las primeras horas del día. A partir de las 4 de la tarde, ya estaba colmada por una multitud derramando por Providencia, la Alameda, el puente Pío Nono y el Parque Forestal, tal como ocurrió un año atrás.

Salvo una infantil reyerta entre las barras bravas del fútbol, no hubo un sólo incidente, que opacara la alegría del reencuentro, tras meses de confinamiento generado por el maldito virus.

En horas del crepúsculo comenzaron las acciones provocadoras. Encapuchados provistos con galones de combustible, comenzaron un primer asalto a la Parroquia del San Borja, que fue parcialmente sofocado. Más tarde se repitió la misma acción, consumando el saqueo del templo durante largos minutos y luego su incendio, todo esto ejecutado en ausencia total de carabineros.

Igual atentado sufrió la Iglesia de la Asunción, ubicada en calle Vicuña Mackenna. La escena desgarradora de su flecha cayendo consumida por las llamas, no puede dejar indiferente a nadie.

Resulta inconcebible y altamente sospechoso, que estos desmanes no hayan sido reprimidos oportunamente. Las fuerzas del COP, ejército blindado del cuerpo de carabineros, tan oportuno y eficiente para reprimir modestas manifestaciones, como las ocurridas días atrás, cuando arrojaron a un muchacho al río Mapocho, ayer estuvieron desaparecidos.

La televisión trasmitió escenas que mostraban durante largos minutos, a encapuchados cometiendo toda clase de tropelías al interior de la iglesia de San Borja, con ausencia total de carabineros.

¿Como se explica tamaña indiferencia, sino que a fin de criminalizar las multitudinarias manifestaciones ocurridas en todo Chile? Desde anoche y durante toda la mañana de hoy, los medios de comunicación, muestran una y otra vez estos hechos vandálicos. Las manifestaciones populares pasaron al olvido.

La historia conoce situaciones semejantes. El año 1933, se produjo un incendio perpetrado contra el REICHSTAG, parlamento alemán. Este hecho ocurrió a los pocos días que Hitler había asumido el poder. El incendio fue atribuido a altos dirigentes del Comintern, organización mundial que agrupaba a dirigentes de los Partidos Comunistas.

Tres hombres fueron detenidos acusados de protagonizar el incendio: Georgi Dmitrov y otros dos, todos miembros del Partido Comunista búlgaro. La defensa de Dmitrov fue histórica, demostrando su inocencia. Sin embargo, el incendio sirvió de pretexto para que Hitler iniciara la persecución contra los comunistas alemanes, que luego se extendió a los judíos, concluyendo con el más grande genocidio conocido en la historia de los tiempos modernos.

Las fuerzas así llamadas de orden en Chile y el gobierno, parecen haber aprendido estas lecciones y naturalmente atribuyen los desmanes a las multitudinarias manifestaciones ocurridas ayer.

Nosotros, naturalmente defensores del patrimonio arquitectónico, no podemos permanecer indiferentes ante semejantes acciones vandálicas. Las condenamos enérgicamente y exigimos las investigaciones más rigurosas que permitan dar con los culpables.

Recordemos que hace un año, acciones análogas afectaron a la Iglesia de la Veracruz, monumento nacional y al Museo Violeta Parra, sin que hasta la fecha se haya identificado a sus autores.

No vamos a permitir el camino de criminalizar las manifestaciones, como mecanismo para impedir los anhelos de un cambio auténtico que claman millones de chilenos, como tampoco vamos a dejar impune ninguna acción vandálica.

Miguel Lawner

19.10.2020.

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