Admisión “¿justa?”: Todos perdemos

La escuela debiera ser el prefacio a la sociedad en la que queremos vivir, un preludio a ese Chile que soñamos y que nos debemos. A qué Chile nos introduce el proyecto de ley admisión “justa”. Partamos por el principio ¿qué es lo justo para los que están tras su elaboración? La idea fuerza que sus defensores esgrimen coloca al centro la palabra “mérito”, hagamos pues una disquisición acerca de estos conceptos tan poderosos, “justicia” y “mérito”.

Palabra “mérito, del latín merĭtum, es la conducta que hace a una persona digna para recibir un premio o un castigo”. Así se puede resumir la definición encontrada en el diccionario, pero las palabras denotan y connotan, a la luz del proyecto llamado -por cierto de manera muy rimbombante y presuntuosa- “admisión justa”, se abre el debate en torno a lo que realmente lo inspira y hacia donde nos conducen las visiones que subyacen a la controversial propuesta. La primera consideración es confirmar que tenemos muy distintos entendimientos de lo que es el “mérito”, al menos se hace evidente que su manera de medirlo es debatible. Sabemos que en Chile existe una clara correlación entre resultados académicos y origen socioeconómico y cultural de las familias, se sabe que el nivel de escolaridad de la madre es un dato que incide en el desempeño educativo de sus hijos, es decir, los hijos de familias de clase media o acomodada con mayor capital sociocultural, o más bien, con mayor capital de aquellos saberes más cotizados por la cultura escolar, logran obtener mejores resultados en las pruebas y calificaciones escolares (era que no).