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Chile durante los meses de enero y febrero de 1817. Patricio Núñez Henríquez

Pronto se conmemorarán 200 años del cruce de los Andes realizado por el Ejército Liberador de los Andes. Acontecimiento de gran esfuerzo que contó con la participación de más de 6.000 soldados argentinos, chilenos y esclavos negros en procura de su libertad. Lo hicieron cruzando por seis pasos cordilleranos en pocos días del mes de febrero de 1817 para estar presente desde Copiapó a Curicó, y triunfantes en la batalla de Chacabuco.

Seguramente se olvidará recordar en estos días, la lucha guerrillera que se produjo en el centro del país durante el período de la mal llamada Reconquista y especialmente en los meses de enero y febrero de 1817, últimos días de la dictadura del capitán general de Chile, Casimiro Marcó del Pont.

De nada sirvió que el 7 de noviembre de 1816, se pusiera precio a las cabezas de Manuel Rodríguez y José Miguel Neira, muy por el contrario, al fin de ese año se incentivó la lucha por la liberación en los campos y ciudades. Los errores cometidos por las autoridades hispanas al interpretar los movimientos de los guerrilleros, es reflejo de lo que realmente estaba sucediendo en el país: el levantamiento nacional.

Marcó del Pont durante la preparación de la defensa del país de las tropas patriotas que invadirían Chile desde Mendoza por uno de los tantos pasos existentes, su política en el país fue aumentar la represión e “hizo reimprimir todos los bandos anteriores dirigidos a asegurar la tranquilidad interior para que fueran pregonados de nuevo, y se les diera mayor circulación posible: y el 16 de enero mandó a pregonar otro que creía poder impedir los desórdenes que cada noche se cometían en la ciudad …” (Barros Arana, D. 2002. T-X: 349). Había descontento y movilización ciudadana.

La difícil situación para las autoridades hispanas, se agravaba con las guerrillas que comenzaban a actuar en el campo con mayor coordinación con los movimientos en las ciudades, acrecentándose la rebelión popular.

Un buen ejemplo de este momento histórico, lo narra en una breve síntesis el historiador Gustavo Opazo: “Antes de emprender la dura tarea de atacar Melipilla, permaneció Rodríguez en Santiago, esperando se cumplieran los días señalados para las atrevidas empresas propuestas. Eran estas, la toma o ataque a los pueblos de Melipilla, que se efectuó el día 6 de enero de 1817, San Fernando, que debía efectuarse tres días después, o sea el 9, pero solo vino a efectuarse el día 11; y por último el ataque o toma de Curicó, que solo vino a tener un fracaso efecto, el día 24 de ese mes y año.” (2010: 151).

Las operaciones realizadas por los rebeldes y guerrilleros cada vez eran mejor organizadas y con mayor participación popular en las ciudades y en el campo, que muestra la consciencia revolucionaria y poder que estaba adquiriendo el pueblo llano.

Otro buen ejemplo. Manuel Rodríguez en pocas horas organizó con Ramón Paso, José Guzmán de Lo Chacán (Lo Chacón) y un asistente de Rodríguez, junto con campesinos de isla de Maipo, el asalto a Melipilla del 4 de enero de 1817.

Diego Barros Arana escribe al respecto: “Rodríguez les anunciaba que en nombre de la patria iba a repartirles los caudales que los sarracenos habían robado a los chilenos. Antes de mucho rato se había agrupado en torno a ellos alguna gente; pero en su marchas a Melipilla llegaron a completar cerca de ochenta hombres regularmente montados.” (2002 Tomo-X: 341), suficiente número de personas para comprender que detrás del movimiento había una organización y un caudillo convincente; que además se estaba transformando en realidad un sueño, o una realidad en sueño. En esos días dicen que apareció por el parador de Pelarco (entre Curicó y Talca). El poeta Pablo Neruda como el mejor historiador nos entrega su visión del guerrillero.

Una interpretación diferente de lo sucedido, que refleja las contradicciones del momento dice: “Entre esos malvados encontró Rodriguez muchos amigos fieles prontos á ayudarlo, no solamente en el objeto de su misión, sino también en exigir contribuciones. Con este auxilio se vió Rodriguez en estado de saquear el estanco de Melipilla, cuyo atentado no lo expuso á grande riesgo, aunque con efecto llamó la atención del gobierno español…” (Ascencio, J. 1833: 69).

Días después se produce la acción revolucionaria en San Fernando. Barros Arana dice lo siguiente: “Dos vecinos del distrito de San Fernando, don Francisco Salas, hombre de condición modesta, y don Feliciano Silva, arrendatario de una hacienda de campo, y ambos jóvenes entusiastas y animosos, eran los directores de esos trabajos. Ayudados por algunos jóvenes de sus relaciones, habían conseguido tener listos el primero en el lugar denominado Roma, al oriente de San Fernando, unos cien hombres de empresa, y el segundo, otros cincuenta, cuatro leguas más al norte. En la noche del domingo 12 de enero esas bandas, convocadas por sus cabecillas, se reunían cautelosamente a espaldas de un cerrito que se alza en los primeros de aquellos lugares.” (2002 T-X: 357).

La leyenda cuenta en un artículo aparecido en el periódico El Chileno (30-V-1904), reafirmándolo el historiador Ernesto Guajardo quien ha investigado ese momento, que Manuel Rodríguez estuvo presente en esta acción, pues días antes había acampado al pie de la Angostura de Mallao, y al día siguiente en Cañadilla.

Según El Chileno: “En este lugar hizo colocar piedras en capachos, de esos que usan los campesinos para dar de comer a sus caballos, taparlos con pedazos de cuero seco, y atados a los lazos, y estos al pehuel de las cinchas, entraron a San Fernando de repente. Rodríguez y los suyos arrastrando los capachos con piedra y metiendo bulla tan infernal que los españoles no sabiendo darse cuenta de lo ocurrido en la oscuridad de la noche, creyeron que se trataba de un ataque de artillería de las fuerzas argentinas, y corrieron en todas direcciones, dejando la ciudad en poder de los patriotas.” (Guajardo, E. 2010: 35). Es la versión que conocemos desde niño. Según esta investigación, en la planificación de esta acción es cierto que estuvo Manuel Rodríguez junto a Magno Pérez, El Enjergadito.

A los pocos días del asalto a San Fernando, fueron detenidos algunos campesinos acusados de haber participado en ella, y de inmediato sin un proceso debido fueron condenados. Siete de ellos perecieron en la horca de la plazuela de San Francisco de Huaqui.

El historiador Barros Arana entrega los siguientes nombres de los campesinos ajusticiados el 18 de enero de 1817, hace 200 años por la dictadura de Marcó del Pont: Manuel Llanca, Juan Llanca, Juan Moreno, José María Villavicencio, José Régulo Gálvez, Juan Peñalosa y Tomás Nieto.

No igual resultado tuvo el ataque a Curicó en la noche del 24 de enero. Francisco de Villota (1786-1817) “se puso a la cabeza de 60 inquilinos de su hacienda de Teno que armó a su costa, y atacó el pueblo de Curicó, defendido por el coronel Morgado con 30 dragones y 50 infantes pero fue batido, muriendo en la persecución como un valiente.” (Mitre, B.[1890] 1956: 338). Los patriotas fracasaron y en su retiro hacia allende los Andes fueron perseguidos y alcanzados. El joven Francisco de Villota murió combatiendo, y fueron fusilados sin juicio: Isidro Merino, Luis Manuel Pulgar, Brígido Berríos, Rosauro Quezada y Juan Morales. Varios vecinos de San Fernando fueron detenidos entre ellos Dionisio Merino, quien fue trasladado con otros patriotas a la casamata o prisión del Callao.

El martirio de estos jóvenes y padres de la patria, no fue en vano. Los sucesos de la primera quincena de febrero de 1817, tampoco son para no olvidar.

Al entrar al país las seis columnas del Ejército Libertador por los diferentes pasos cordilleranos, grupos de campesinos, mineros y pobladores organizados durante la resistencia se plegaban a las huestes en medio de manifestaban su alegría.

La resistencia durante la dictadura estaba dando sus frutos: sólo las regiones de Chillán Concepción, Valdivia, Chiloé e islas de Juan Fernández no estaban participando de este momento revolucionario: era un país en un rápido proceso de cambio En la región de Concepción al saberse de los que estaba sucediendo al norte del río Maule, hubo manifestaciones por la causa revolucionaria y algunos partieron al norte. Las represalias fueron duras con presos en las cárceles, muchos de ellos enviados al campo de concentración de presos políticos de isla Quiriquina.

Campesinos, guerrilleros y pobladores, comenzaban a tener el control local de la situación en la medida que las autoridades coloniales locales se daban cuenta que era una causa perdida y abandonando sus puestos, antes que llegara el Ejército Libertador. No había tiempo en los diferentes cabildos de Chile, para que los representantes del pueblo, entregaran las llaves de las ciudades. El 8 de febrero de 1817, los pobladores de los centros urbanos de Los Andes y San Felipe recibían con gran alegría al Ejército Libertador, incorporándose muchos de ellos como voluntarios. Por esos días sucedía lo mismo en Illapel, Ovalle y La Serena, mientras que el día 11, en el centro de Chile, las tropas de Freire junto a su pueblo liberaban Linares, Talca y Curicó, y San Fernando y Rancagua quedaban por algunas horas sin control.

John Miller en sus memorias dice: “El comandante Freyre, y el intrépido Neira formaron tambien otra division en la parte del sur, los cuales se apoderaron de Talca con una pequeña fuerza que levantaron en la provincia de Concepcion: compuesta en parte de hombres que habían abandonado sus casas, ya por adictos del capitán general, ó por el conocimiento de que en un periodo mas o menos lejano habían de ser sacrificados.” ([1828] 1997: 147).

Lo que estaba sucediendo en el centro de Chile se comenzó a conocer en Santiago y en el resto del país. Según Jaime Eyzaguirre, el arriero Justo Estay que había ido a la capital a espiar, a su regreso al campamento en Curimón ubicado cerca de San Felipe: “Contaba éste en su lengua tosca la enorme confusión que reinaba en la capital ante las noticias que de todas partes llegaban sobre los avances de los patriotas. Se decía que el territorio del Cachapoal al Maule estaba enteramente en poder de los revolucionarios, sobre todo después que Marcó del Pont, viéndose amenazado tan cerca ordenó regresar presurosamente a Santiago las fuerzas allá destacadas, a fin de detener el avance de San Martín a la ciudad.” (1946: 168).

Al día siguiente, el 12 de febrero, mientras el grueso del ejército triunfaba en la batalla de Chacabuco, las columnas del norte entraban tanto a La Serena como a Copiapó, mientras que las guerrillas del sur hacían lo mismo en San Fernando y Rancagua. En San Fernando, Manuel Rodríguez organizó un cabildo abierto para que el mismo pueblo eligiera sus autoridades, propuesta inédita que alteraba el orden del proceso de designaciones que comenzaría a imponerse por los vencedores de Chacabuco en todo el país.

El día 14 de febrero entraba el Ejército Libertador a Santiago y se liberaban los puertos de San Antonio y Valparaíso, así como los poblados de Melipilla y Quillota con la participación popular.

En el norte los mineros y campesinos se tomaron Vallenar y Huasco, mientras que el día 15, pobladores de La Serena con un destacamento patriota liberaban el puerto de Coquimbo. La población había cambiado el rumbo de la historia. La victoria no había sido tan solo en Chacabuco, sino en todo Chile.

La independencia política del país, ya no era un sueño de unos pocos aristócratas. Ahora estaba el pueblo encontrando su nueva identidad revolucionaria, que se había forjado con sangre en los diferentes frentes durante la dictadura, incluso desde antes.

Bibliografía mencionada

ASCENCIO, Juan 1833. Acusacion pronunciada por el Dr. D. Juan Ascencio contra el “Alcance al Mercurio Peruano” publicado por D. Carlos Rodriguez y denunciado por el Gran Mariscal del Peru D. Bernardo O’Higgins. Imprenta de Masias. Lima Perú.

BARROS ARANA, Diego 2002. Historia General de Chile. Tomo VIII. Centro de Investigaciones Barros. Editorial Universitaria. Santiago, Chile.

EYZAGUIRRE, Jaime 1957. Ideario y ruta de la emancipación Chilena. Editorial Universitaria, S.A. Santiago, Chile.

GUAJARDO, Ernesto 2010. Manuel Rodríguez. Un episodio de su vida, En: Manuel Rodríguez Historia y leyenda. Ril editores. Santiago, Chile.

MILLER, John. [1828] 1997. Memorias del General Miller. Emecé editores. Buenos Aires, Argentina.

MITRE, Bartolomé [1890] 1956. Historia de San Martín y la emancipación sudamericana. Ediciones Peuser. Buenos Aires, Argentina.

OPAZO, Gustavo, 2010. Manuel Rodríguez. En: Manuel Rodríguez Historia y leyenda. Ril editores. Santiago, Chile.

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