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Aysén o el otro país por Ángel Saldomando / Aysén II ¿LO POSIBLE DE LO IMPOSIBLE?

La palabra Aysén tiene un origen representativo para la situación que se está viviendo en Chile. Una versión sugiere que el capitán inglés Robert Fitzroy nombró la región como Ice-End, el fin del hielo cuando la exploró. Otra versión más enraizada en la cultura indígena, inscribe el origen de la palabra en el vocablo mapudungun Aisén, que significa desmembrarse, en alusión a los fiordos que configuran la geografía.

La relación es simbólicamente fuerte. La movilización de Aysén confirma el fin de la era glaciar en que Chile se congeló con el modelo económico y político salido de las entrañas de la dictadura, modelo al que el movimiento estudiantil ya le había aplicado suficiente temperatura. Por otro lado las tensiones sociales y regionales configuran un desmembramiento del orden político cerrado y amarrado entre la derecha y la concertación.

LA AGENDA POSTERGADA

El recuento de las movilizaciones sociales en Chile se ha convertido en una letanía obligada en cada artículo de análisis sobre la situación del país. Esto es una evidencia de la nueva etapa que se está viviendo y de los problemas que plantea. Dos grandes temas están en la mesa, los que pueden desagregarse a voluntad según la sensibilidad política. Pero lo que no puede hacerse es ignorarlos.

Uno son los cambios políticos e institucionales, otro es la redefinición de un modelo económico calificado con justeza como un caso de oligopolios con asistencialismo. Se espera de que las respuestas generen más democracia, más igualdad social y un país más sostenible tanto en lo regional como en lo ambiental.

Hay ciertamente opciones técnicamente discutibles, pero la cuestión fundamental es si la agenda política asume o no la nueva situación, todo lo demás serán subterfugios.

Con las municipales ad portas y las presidenciales ya en el horizonte, el juego político comienza a develar justamente hasta donde se está dispuesto a avanzar en los dos grandes temas. Que hoja de ruta se propone y qué tipo de coaliciones se pretenden armar para responder a una situación cuyas exigencias golpean a la puerta. El escenario político no arroja muchas innovaciones. La derecha en el gobierno y en su laberinto, crispada en la defensa del modelo, sacó un tímido dedo a través de renovación nacional para engancharlo con otro tímido dedo de la democracia cristiana para abordar también tímidamente el tema de las reformas políticas.

La Concertación, a falta de otro nombre actualizado, oscila entre el silencio de la esfinge Bachelet y las movidas milagrosas que no la castiguen demasiado frente los dos eventos electorales que se vienen. El PC por su parte ya inserto en la búsqueda de su lugar al sol en la futura concertación negocia puestos y caras para las municipales. La izquierda aun no logra ser una referencia orgánica de peso frente al país y quizá porque no encuentra el camino.

Las cartas están ahí son casi las mismas y en rigor no se puede esperar demasiado que viejos políticos hagan política nueva, no por la edad sino que por su obsolescencia.

La lapidaria descripción del periódico inglés Financial Times sobre chile, en relación a que hace falta políticos de estado, se queda corta. Estamos ante la ausencia de referentes políticos capaces de organizar los materiales necesarios para una nueva etapa.

BUSCANDO LA SALIDA

La pequeña política alcanza para administrar las rutinas y las pequeñas combinaciones de periodos estables, pero el país está movilizándose, se está debatiendo, hay desafíos políticos, económicos y ambientales y regionales urgentes. Hace falta una gran política con una nueva propuesta de relación entre el gobierno y la sociedad.

Los políticos no son a priori ni inteligentes, ni sabios ni filósofos, pero pueden hacer parte del problema o de la solución. Por ahora son un lastre y las posibilidades de un avance se determinarán entre la capacidad de la presión social y la posibilidad de conformar una nueva coalición para los nuevos tiempos. Esa es la versión optimista. La pesimista es que la actual situación se mantenga y continúe degradándose sin salida política.

La pregunta continuará en el aire ¿Quiénes y cómo plantearan esa salida? En el Chile de aquí y ahora, para los ciudadanos de a pie y a como está y donde está el país, es decir con los recursos disponibles para comenzar a responder a los dos grandes problemas del país.

Y con toda franqueza hay que asumir que no habrá, en el quienes y el cómo, una salida químicamente pura, que será un hibrido y que debe aspirarse a abrir el camino para que la agenda se construya en el tiempo y con una geometría variable en lo social. Es decir generar cada vez la máxima convergencia y alianza social en cada tema de la agenda, en vez de un alineamiento político único.

Todo lo contrario del modelo de gobernabilidad de la concertación que expiró y el de la derecha que fracasó. De alguna manera el movimiento estudiantil, la movilización de Punta Arenas, Aisén y Calama muestran la vía y acumulan antecedentes en este sentido. Por allí asoman los materiales de nuevas coaliciones.

Los tiempos de la política y los cálculos de los políticos podrán ver en esto una amenaza y sin duda lo es. Basta ver sus reacciones, el gobierno todo lo ve como problema de orden público, la Concertación tiembla ante algo inmanejable y los pequeños cálculos del PC administrando a Camila Vallejo y a Camilo Ballesteros como candidatos a alcaldes en vez de dejarlos aportar en la construcción del movimiento social.

No hay solución a corto plazo, simplemente porque estas no existen. Pero por ahora, la mejor contribución es la que están aportando los movimientos sociales porque sin ellos las salidas políticas estarán siempre más lejos.

No es fácil construir un nuevo referente que se instale como proyección política de la nueva situación. No basta hacer discursos, organización y tener liderazgos sociales sectoriales, lleva tiempo y necesita madurez para hacer alianzas. Hay que ganar elecciones y adquirir una credibilidad y una dimensión nacional. Y hay que reconocerlo de esos hay muy pocos.

Los liderazgos de la concertación surgieron de las banderas y partidos que encarnaron la salida política de la dictadura. Los de la derecha salieron del modelo que continuó y del poder económico que conservaron. La coyuntura del desgaste de la concertación les permitió volver al gobierno.

Pero ahora que se inició una nueva etapa dónde toda esa capa política está prisionera del pasado, de los equilibrios y beneficios que consiguieron y del control que habían logrado, dejándoles la exclusividad de la política en sus manos, la que practicaron con arrogancia y verticalismo.

La sociedad que emerge políticamente ahora necesita de su propia proyección política, de nuevas ideas en la economía, la cultura, la educación, los derechos, el ambiente. ¿Alguien recuerda alguna gran idea programática de la clase política chilena que no hayan sido parches al sistema, post conflicto, post estafa, post catástrofe? No hay, esa la expresión máxima de su agotamiento político.

Pero también Chile se está agotando por un modelo económico depredador, las elites actúan como si tuvieran hasta tres países con recursos naturales pero no somos Brasil. A no ser que ya tengan pensado dónde irse.

Lo que se ve es un delgado país estirarse al límite de sus posibilidades y una sociedad tensionada al máximo por la desigualdad. Un pescador artesanal, me decía hace poco –Mire señor no creo que esta caleta sobreviva más de dos años. Cada uno tiene sus plazos y sus urgencias, eso es lo que se está juntando.

La autocomplacencia de las elites económicas y políticas cada vez más autistas frente a la realidad, no parecen advertirlo o no quieren reconocerlo. Ni la vieja política ni los liderazgos que la representan desparecerán tienen sus propias anclas, pero enderezar la balanza será un buen comienzo.

El cambio de eje social de la política, de los grandes empresarios y de sus operadores políticos, a los ciudadanos de a pie es la demanda que surge, la cuestión es si logrará engendrar su propia proyección política, que le de poder de representación y negociación. Esto es lo que no se avizora aún.

Febrero 2012


Aysén II ¿LO POSIBLE DE LO IMPOSIBLE?

La intendenta de Aysén, autoridad intermedia, manifestó la voluntad de responder a las demandas pero pidió que las reivindicaciones del movimiento estuvieran cuantificadas y con propuestas concretas. El movimiento no sólo tiene que revelar el problema, asumir los costos de organizarse y recibir los palos, además tiene que hacerle el trabajo al gobierno. El balbuceo de los ministros en estos casos es patente, se inició desde que Lavín interrogado sobre el lucro en la educación tuvieras que admitir su propia relación con el sistema y desde ahí no ha parado. Basta que el conflicto presione un poco a la autoridad y la colusión sale por todos lados como cuando se revienta una purulencia.

La doble significación de las reivindicaciones

Las reivindicaciones de la movilización de Aysén, como la de Magallanes y de Calama tienen un doble sentido y esto se advirtió desde el movimiento estudiantil. Por un lado plantean demandas sectoriales pero inevitablemente hay otras que tocan la estructura del modelo económico y los intereses que pesan en las decisiones.

Esto es así por dos razones, el alto nivel de concentración de la economía y la alta integración de los grupos empresariales y políticos en el gobierno.

Esto revela dos aspectos que se articulan frente a los conflictos: el modelo en su conjunto no tiene flexibilidad política y el gobierno aparece como parte, árbitro y juez.

Toda reivindicación sectorial o mínima choca así rápidamente no con un obstáculo a la medida del problema que la desató, choca con todo el muro. El modelo está articulado en torno a su núcleo duro y como reparte poco y el sector público no tiene la densidad necesaria para interponerse entre los grandes intereses privados y las demandas ciudadana, esta última rápidamente los confronta no por que quiera necesariamente, es que no tiene otra posibilidad.

Las reivindicaciones de Aysén

Las demandas de Aysén tienen la doble dimensión que señalamos, y como lo hizo el movimiento estudiantil, articulan una lucha sectorial con la estructura del modelo. El gobierno es impotente para asumir esta realidad y busca desviar el problema con argumentos policiales, conspirativos o con acusaciones de irresponsabilidad y excesos. Las reivindicaciones de Aysén son 10 y las hemos dividido según el impacto y la proyección que tiene, desde el punto de vista de nuestro análisis.

De las 10 demandas, las que se podrían considerar las más “sectoriales” todas requieren fuerte intervención pública y esto no es un problema de “números”.

• Solución al alto costo de los combustibles (petróleo, bencina, parafina, gas, leña).

• Salud de calidad (infraestructura, especialistas, recursos tecnológicos adecuados).

• Equidad laboral (sueldo mínimo regionalizado, nivelación de zona, estabilidad para los funcionarios públicos).

• Universidad pública regional de alta calidad y formación académica nacida de los intereses y necesidades de los ayseninos.

• Rebaja sustantiva en el costo de la canasta básica (electricidad, agua, alimentos esenciales).

• Pensión regionalizada para los adultos mayores y personas con capacidades diferentes que viven en Aysén.

• Rutas de acceso para el pequeño y mediano campesino. Esto implica intervenir en el mercado, regular precios y las cadenas distributivas, además de planes de desarrollo regionales. A lo que se agrega una ambiciosa estrategia de fortalecimiento de la función pública. Todo lo contrario de lo que ocurre. Las de mayor proyección van mas alla de la intervención pública están relacionadas con la toma de decisiones, quienes, donde y como se toman, y por lo tanto se vinculan con la democracia y el modo de gobierno, nada menos. Además de cuestionar el centralismo algo ya sabido, esto plantea el contenido de una descentralización con poder real sobre las decisiones y la vida de las regiones.

• Generar un procedimiento vinculante (plebiscito, consulta) para que sea la región la que decida sobre dos temas esenciales: la construcción de represas y el respaldo a Aysén como reserva de vida.

• Regionalización de los recursos naturales (agua, recursos hidrobiológicos, mineros, silvoagropecuarios).

• Tomar medidas urgentes para no permitir que siga sucumbiendo la pesca artesanal, producto de políticas públicas erradas que benefician esencialmente a los grandes industriales y exterminan nuestros recursos hidrobiológicos, además de entregar derechos de pesca en propiedad y recursos bentónicos para los 3.000 pescadores de la región de Aysén.

La proyección máxima está allí donde hay que habría que hacer cambios más sistémicos en las políticas, el modelo económico y los intereses que lo determinan. Como se ve la conexión de la movilización con problemas de fondo aparece a un nivel en que la intendenta y los ministros aparecen como pálidas sombras sin capacidad real de solución.

La cuestión de los instrumentos, fondos regionales, políticas de compensación intrarregional y de de desarrollo local, de asignación territorial de de la inversión y de proyectos que equilibren el país de manera sostenible no pueden desplegarse por el bloqueo político y del modelo económico.

En las condiciones actuales cada peso que se produzca no importa la región y la actividad, termina en Santiago y en el extranjero en los circuitos financieros que no tienen ninguna condicionalidad de retorno.

El territorio se convierte sólo un espacio de valorización del capital y en el que la regiones no pueden retener la inversión, sus eventuales beneficios e incentivar procesos endógenos, es mas tienen que cargar con los impactos ambientales, laborales y sociales negativos.

Estos aspectos han sido ampliamente estudiados y se conocen los enfoques y estrategias correctivas pero reconocer esto es enfrentar el modelo.

Esta es la cuestión detrás de las 10 emblemáticas reivindicaciones de Aysén y que los ministros enfrentan con una mísera canasta de parches. Otros más.

Esta es y será la dinámica de los conflictos sociales y regionales.

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