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“Basta ya de represión”: cultura en resistencia. Por Paquita Rivera y Alex Ibarra

Ni el calor del verano ha podido sofocar la llama encendida a favor de la liberación de un sistema que agobió a un pueblo que estaba adormecido en el cansancio provocado por las deudas usureras a manos de los carteles monopólicos. Se nos había olvidado la alegría de vivir, apenas respirábamos sin razón ni emoción, pero ya nos quitaron todo hasta el miedo.

En unos pocos días un grupo de autoconvocados artistas decidieron protestar en contra de los abusos violentos del Gobierno, que recurrió a la estrategia de reprimir en vez de promover reformas sociales a favor de las demandas ciudadanas. La voluntad y la solidaridad son capacidades que fortalecen la creatividad, por eso la marcha se llenó de artistas que interpelaban a gritar el “basta ya de represión”. Más de cuatro horas de expresiones artísticas al aire libre copando la Avenida Providencia desde Eliodoro Yáñez al monumento del General Baquedano que sigue siendo el epicentro de la zona cero.

Muchas veces nos hemos quejado que en Chile no tenemos un carnaval, pero hoy las calles están llenas de carnavales, es plena la explosión de colores, sonidos y metáforas. La irrupción del arte consiguió invisibilizar la presencia de las fuerzas represivas y la provocación estética, esta vez, no trajo como reacción la brutalidad reaccionaria, así de fuerte puede ser la unidad cultural. Las formas de lucha a nuestro favor son múltiples, a diferencia de las de ellos que sólo tienen su prepotencia y las armas. Solidaridad y creatividad sirven de soporte fundamental en esta insurrección que pretende recuperar más que la dignidad.

La música y la danza son los elementos que nos permiten recuperar la olvidada y necesaria alegría. No tenemos un carnaval oficial, pero podemos realizarlo dónde y cuándo queramos. En el carnaval el poder se diluye o al menos se suspende, esto es parte de la sanidad que interviene en el espacio y el tiempo, el “parche curita” utilizado además como símbolo de esta marcha, para curar la malograda alma del pueblo.

El estallido social con la alegría otorgada por la recuperación de la dignidad es la fiesta callejera en la cual podemos expresar nuestra libertad en su sentido más plural. ¡La Plaza está liberada! era el grito emocionado y urgente, una invitación a acercarse a celebrar la gran fiesta del arte, un cariño reparador al alma de un pueblo golpeado levantándose desde la alegría multicolor de la libertad de expresar.

La primera línea, desde lejos escuchando los sones de Violeta, Víctor y otros muchos creadores de los que se reinstalaron melodías como himnos de la resistencia de esta revuelta, incansables mantuvieron a las fuerzas represivas lejos del epicentro donde celebrábamos la revalorización del concepto dignidad y del ágape colectivo; una vez más irguiéndose como figuras fundamentales y cada día más respetadas y valoradas, permitiendo así que el arte explotara en sus diversas expresiones apenas recibiendo algunos escozores lacrimógenos fácilmente disipados por los innumerables manifestantes premunidos de botellas con agua y bicarbonato, limones y todo lo necesario para que nada pudiese impedir la fiesta colectiva.

La solidaridad del “todes hermanes” flotaba en el aire por sobre los gases de la represión. Pudimos presenciar y ser parte de comparsas de capuchas rojas, exposiciones visuales, plásticas y literarias; coros y agrupaciones de danza, multicolores lienzos pintados y bordados por decenas de manos reunidas por la misma necesidad de expresar lo que no fue posible durante décadas. Desfilaban guitarras, trompetas, saxofones, trombones, tambores, flautas, zampoñas y voces que emocionadas entonaban los himnos de esta revolución. Desde un camión acondicionado, entonamos “La carta” de la gran Violeta Parra, dirigida por su nieta Tita, momento de emoción inenarrable del cual tuvimos el privilegio de ser parte, y que persistirá en la memoria por siempre , junto a la certeza de estar viviendo un tiempo histórico transformador y revitalizante. Podemos seguir resistiendo en la cultura, ya que es una producción de la que que nunca se han podido apropiar, apenas lo han convertido en consumo, aunque siempre reducido a las élites, por tanto somos testigos y protagonistas de la necesaria reivindicación del arte con mensaje, del arte como arma de lucha, del alma de la sociedad.

Tenemos el deber de continuar lo que hemos iniciado, más allá de las estrategias traidoras de los acuerdos que no son parte de nuestras demandas. Tenemos que seguir reunidos en las calles y cada viernes volver persistentemente al carnaval y estallar en las formas creativas con las capuchas puestas soportando el calor. Todavía no hemos ganado nada, pero tampoco nos han vencido, es esa nuestra principal fortaleza. Un pueblo con dignidad jamás será vencido. Seguiremos gritando basta ya de represión. Es lo que podemos hacer por los muertos, las violadas, los heridos, los mutilados y los prisioneros, víctimas de la represión sistemática del Estado.

Fotografía de Macarena Aguiló

Paquita Rivera.
Alex Ibarra Peña.
Colectivo Música y Filosofía:
Desde la reflexión al sonido que palpita

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