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Cambio de paradigma: ¿fortalecer la educación media técnica profesional? Por Oscar Maureira

Si bien este último tiempo la agenda política educativa se ha centrado en mejorar condiciones esenciales para estabilizar el funcionamiento en modalidad presencial de los diversos subsistemas y ciclos de la enseñanza escolar (implementar estrategias para mejorar la asistencia a los centros, atraer a los estudiantes desertores y mejorar la convivencia), no es menos cierto que urgen definiciones y lineamientos sobre el giro copernicano que debería tener la educación secundaria.

En tal sentido, la estructura de su currículo (todavía altamente fragmentado y en pugna sobre qué áreas del conocimiento son obligatorias u optativas), su pedagogía (tradicional) y su organización (jerárquica y tyloriana) son cada vez más disfuncionales al desarrollo de habilidades de los ciudadanos del siglo XXI. Quizás, también en algunos de estos ámbitos se encuentre lo poco atractivo que resulta tal nivel de educación para los jóvenes desertores del sistema y docentes que se desilusionan a poco andar de su carrera docente.

No son pocas las experiencias de innovación educativa -a diferentes niveles- que provocó la pandemia; no obstante, gran parte de ellas se enmarcan en el aprendizaje del hacer o aprendizaje basado en la práctica. Modalidad activa, atractiva y efectiva para fortalecer un sistema de enseñanza cada vez más requerido por los países en desarrollo, pues tributan a varios e importantes desafíos que la educación debe cumplir. En este sentido, la educación tecnológica y en particular la Educación Media Técnico Profesional (en adelante EMTP), constituyen modalidades de educación que por sus características tienden a integrar tanto conocimiento del contenido (saber) como del hacer (procedimental) y el ser, acuñada tal integración en el concepto de competencias y habilidades. Asimismo, la enseñanza y el aprendizaje competencial y de habilidades exigen por su naturaleza un rol activo y colaborativo por parte de estudiantes y docentes, pues se traducen en productos tangibles de realizaciones concretas y que bien conducidas, pueden llegar a constituirse, más allá del aprendizaje que activan, en innovaciones a distintas escalas e impacto.

Son diversas las modalidades de educación secundaria como asimismo sus dependencias administrativas; sin embargo, existe cada vez más evidencia que para un segmento significativo de la población escolar la EMTP ofrece muchas más oportunidades de aprendizaje, inserción laboral temprana y continuidad de estudios en educación superior, que la modalidad humanista-científica.

Desde esta perspectiva, las nuevas políticas gubernamentales, en clave del nuevo paradigma educativo, deberían abordar el cómo generar una EMTP de excelencia, que supere el estigma de una educación destinada solo a un segmento de jóvenes de sectores vulnerados.

Oscar Maureira, académico Escuela de Ciencias y Tecnología Educativa UCSH

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