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¿Cómo será el futuro después de las elecciones? Por Luis Osorio

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El futuro si se mide desde ciertos hitos, está bastante cercano y no exento de incertidumbres, no hay certeza de si el proceso eleccionario que viene será de una participación mayor que actos eleccionarios anteriores o bordeara el 50%, como es el porcentaje habitual.

Al no partir de una hoja totalmente en blanco, tampoco se tiene la claridad de si la derecha tendrá una partida en los constituyentes con más de un tercio, ni tampoco la composición de quienes bordean el centro, y que en algunas materias desde ya podrían tener concordancia con la derecha, al haber estado en sectores que se asimilaron a la “sana convivencia” con la Constitución del 80, actuando desde cargos de gobierno, sin poner reparo alguno al significado de venir reglamentados de dictadura. Una cosa es la justificación del candado de los quórums, y otra es la actitud real de aceptar la incomodidad o comodidad, de estar cumpliendo en lo estructural lo que se plasmaba desde los años 80 y antes.

Somos fruto de una relatividad muy grande, que en ocasiones no alcanza a ver las características de un país inserto en un territorio muy extenso, en el cual las diferencias son marcadas y las realidades de una enorme desigualdad, pueden no alcanzarse a ver.

No había una preparación para circunstancias adversas, o al menos gran parte de la población se encontraban al borde, de estar a un paso de una condición que hace retroceder en la condición de vida. Corresponde a las características de un sistema económico basado en el endeudamiento, y no el incentivo al ahorro, sino que al gasto desmedido.

Es claro, dejando de lado hechos violentos que marcan la historia, que el estallido social marca un punto de corte, aunque sin claridad de la proyección futura que se avecina.

El 18 de octubre de 2019, fue un día que remeció con fuerza e implicó, acciones y reacciones, sobre las cuales habrá conclusiones no en lo inmediato, sino que es el devenir histórico que permitirá ir descubriendo, hechos que se encuentran en pleno desarrollo.

Si se manifiesta una protesta social, de cierta magnitud después de 30 años o más, no se puede desligar la situación de origen que la derecha suele olvidar y más aún emitir juicios categóricos contra la violencia, en circunstancias que lo vivido en los últimos 50 años, es a consecuencia de la violencia que ellos pusieron en práctica, bajo la premisa del fin justifica los medios.

La derecha es un sector político, de facetas en ocasiones de muchas pugnas y hasta flagelaciones entre ellos, pero finalmente ninguno se mueve de los límites de su sector, que tiene vasos comunicantes valóricos, económicos, de religiosidad, conceptos de ver a las personas, en ocasiones, en forma despectiva y visión de un estilo de sociedad que han logrado llevarla a la práctica. En todos estos elementos se han visto favorecidos, por ejercer hegemonía a nivel político, con proyectos implícitos siempre vigentes y una doctrina envolvente, que se incorpora desde lo subliminal.

El lado opuesto, denominado oposición, no tiene un eje común, y ello es imposible de negar, moviéndose dentro de un amplio espectro de sensibilidades, sin ningún tipo de factor común, sobre todo de un proyecto de sociedad que permita mostrar alternativas en cuestiones fundamentales. Las formas e historia de vida son muy disimiles.

Coexisten aquellos que andan buscando oportunidades en todo, y también lo hicieron en sus reacciones en los días siguientes después del 18 de octubre, y concurren prestos a firmar un acuerdo por la paz, con el intento de transformarse en líderes, de lo que ocurría en las distintas plazas del territorio nacional, pero que a varios de ellos en rigor no los interpretaba, ya que también eran sujetos de interpelación.

A veces está la sensación, que en los más cercanos a los gobiernos de la concertación y que formaban parte de los elencos estables que rotaban en cargos en los diferentes períodos gubernamentales, fueron encontrando espacios de estabilidad de una vida que no imaginaban, por lo cual era de su conveniencia mantener una sociedad centrada en el individualismo y la competencia por el poder. El efecto consecuente, era la adaptabilidad a lo existente y mantener al país en una condición reconocida, como uno de los estados más desiguales. Se trata de un desarrollo que cuesta abandonarlo y dar paso a imaginar algo diferente. Los párrafos precedentes, dan una señal de la manera en que se llega a un proceso constituyente, en sectores que no tienen internalizado el cambio, hecho sobre el cual puede tener consecuencias en lo constitucional, y es parte del futuro que se empieza a trazar.

A nivel de oposición, aquella del mundo concertacionista, también tiene una consecuencia en algo de vínculo estrecho con el proceso constituyente y que, si se apelara a la racionalidad, debería ir a la par con lo presidencial. Pero para eso debe haber un desprendimiento, de no asumir que, en la demanda del estado de la salud pública, de la mala educación, de la prolongación de las ideas previsionales de José Piñera y la misma aceptación de reglas impuestas en dictadura, tienen una gran cuota de responsabilidad. A la fecha está la sensación, de un convencimiento de haber estado a cargo de muy buenos gobiernos y eso bordea la negación al cambio, con un nivel acentuado de intolerancia. Es el sentirse lo máximo.

Sin ser del segmento de los más ricos, no están lejanos a ciertos negocios que fueron urdiendo y que los alejaba de lo que ocurría en la calle, llevándolos más a una cercanía o colaboración, con quienes les abrían las puertas de directorios, afirmación que no cuenta con argumentos para refutar.

Fueron sectores que nunca tuvieron cercanía, con el país que se esperaba para el momento en que terminara el gobierno cívico militar, haciendo caso omiso a una elaboración que se construía en la década del 80, con alto riesgo para quienes participaban en los espacios antidictatoriales y en donde se abordaban distintas materias, con alto grado de responsabilidad y esperanzas.

Esos sectores, que han tenido un rol predominante por años, obstaculizaban los cambios y nunca han levantado, ni les interesa lo sustantivo de un proyecto social diferente. Sólo apuestan a satisfacer la inercia en la política con un grado de inmovilismo.

El país, requiere cambios profundos orientados al beneficio de las mayorías, que van a la esencia de la demanda de octubre del 2019. No es suficiente en este momento tener una visión de corto plazo, que es la que entrega de manera tradicional una elección presidencial, en circunstancias que está por partir en forma, el proceso constituyente con convencionalistas elegidos desde el próximo lunes. Lo fundamental es el proyecto país, que determina otra visión de levantar propuestas de los candidatos presidenciales, de un horizonte mucho mayor a 4 años, de lo contrario seguimos en lo de siempre. Cada vez nos acercamos más, a un plebiscito de salida con voto obligatorio, que se inserta en un proceso en el cual hay algunas cuestiones totalmente carentes de explicaciones, como lo el voto voluntario en el plebiscito de entrada ya realizado. Son momentos que marcan una lógica fuera de lo racional, uno se pierde tratando de entenderlo.

Pero en lo que viene, no sólo está presente el resultado de la madrugada del lunes 17 de mayo del 2021, ya que, con la obligatoriedad del plebiscito de salida, será el padrón electoral completo el que estará involucrado. Por tanto, tiene relieve el que no concurra a votar por no tener candidato que lo represente, o desconfianza fundada con el sistema político, que se sabe no pasa por buen momento. Son espacios, y personas que pueden comenzar a levantar cabildos ciudadanos, con todo el derecho de expresar exigencias que deben ser escuchadas y tomadas en cuenta en un tiempo menor. Es ahí donde está el nexo indisoluble con lo acontecido en octubre de 2019, y del cual lo constituyente no se puede alejar, aunque a algunos les moleste. También no es menor, el rol de quienes, de manera justificada, no se asimilan a la derecha ni a la concertación, una vez más con una profunda cuota de fundamento. Es la consecuencia de siempre, que se enfrenta a las acciones fingidas de períodos electorales.

Por supuesto, no será menor la injerencia de aquellos poderes que siempre han actuado con influencia en las decisiones del país, resguardando sus intereses, en un ambiente de una democracia bastante relativa, justamente por lo extendida en el tiempo que ha sido la Constitución redactada en dictadura, y que los derechistas le llaman las reglas del juego. El contexto es más especial considerando la pandemia, y la evidencia de los problemas sociales de un largo período de arrastre. Temas en los que el presidente luego del 18 de octubre de 2019, pidió perdón como un acto netamente figurativo.

Estamos en tiempos, en que se hablan de mínimos comunes, que hace acordar conceptos matemáticos donde el mínimo es el “1”, claramente una muestra de una sociedad desigual y egoísta, cuando uno de los interlocutores forma parte del selecto grupo de los más ricos, y que en sus dos mandatos ha visto incrementadas sus ganancias, incluso en tiempos tan adversos como el año 2020. Para ese pequeño segmento, no operan los mínimos, sino los máximos.

Todo esto da la pauta de lo que viene, y pronto se comenzará a ver el nuevo camino que se empieza a transitar. Por supuesto la idea de lo mejor para todas y todos, pero de manera efectiva y no como parte del discurso eleccionario, o la indolencia humana, que lleva a situaciones sostenidas en el tiempo, muy indeseables.

Después de las elecciones, se irá viendo si se establecen certezas de justicias profundas, o se prefiere expandir las incertidumbres y los beneficios de unos pocos.

En lo inmediato, se podrá observar si la derecha tiene el poder de obstrucción al lograr elegir 52 constituyentes, y una vista más detenida de quienes resulten electos, permitirá ver la prevalencia de otros que también fueron obstruccionistas desde esa comodidad que otorga el de un centro con apellido. Falta poco para que los medios estén llenos de infografías comparativas.

Por último, hay que tener presente que la nueva Constitución no contendrá la solución muchas cosas que son prioritarias y urgentes, se requiere avances en paralelo y profundos en Educación, Salud, Sistema Previsional, entre otros temas. Por lo cual, la actitud y decisión de cambio, se debe diseñar y construir de manera paralela. Algunos en la redacción y otros en la acción, eso es futuro.

Hay que prepararse para una de las tres opciones, plebiscitadas en la salida y donde aquellos jóvenes que tengan 17 años o los cumplan en un período breve, serán parte de los obligados a decidir. Ello no es malo, y más aun les obliga a asumir un rol participativo desde ya, en total propiedad, porque el futuro que está en disputa les pertenece mucho más, que a los políticos añosos, algunos de los cuales forman parte del patrimonio del Congreso Nacional post dictadura, que seguramente tienen un grado de remordimiento porque se les puede terminar la Constitución, ideada por Jaime Guzmán, y al cual se le respeta con el asunto de los dos tercios

12 de mayo de 2021

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