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Del Lafken Mapu a la Cordillera, una mirada al territorio Mapuche desde el cine político. Por Juan Mora

En marzo de 2018, luego de terminar de rodar “Dominio Vigente”, mi primer largometraje, fui invitado con mi cámara por el joven abogado Daniel González a una reunión en Alto Biobío. González asiste al abogado Alex Quevedo en la demanda por daños y perjuicios contra la empresa Endesa (ahora Enel), que en el año 2004 provocó la inundación del cementerio Ancestral de Quepuca – Ralco, en el Alto Biobío.

Como penquista que soy, conozco de cerca los estragos que la economía extractivista ha causado a los bosques de nuestro sur y a su rica biodiversidad. No obstante, el rodaje de Dominio Vigente, realizado en Puerto Saavedra y alrededores, me llevó a experimentar un nivel de conciencia mucho más profundo sobre la triste realidad de las comunidades mapuche y su territorio; a dimensionar el tamaño de este crimen que sin dudas nos avergonzará como nación por generaciones.

Nunca había subido al Alto Biobío y a pesar de sentirme conmovido por la belleza de aquellas montañas boscosas, no puedo decir que fue un viaje feliz. Mientras ascendíamos por la carretera, fueron apareciendo las etapas de este megaproyecto hidroeléctrico. Primero la central de Angostura, luego la central Pangue, para terminar con la central Ralco; amplias lagunas artificiales bajo cuya superficie quedaron sumergidos fragmentos de vida de un pueblo ancestral. Antes de llegar a la reunión con la comunidad, ya sospechaba el tenor y el contenido de los relatos que oiría.

Esa noche dormimos en una cabaña, en la comuna de Alto Biobío, pues la comunidad de Quepuca nos recibiría al día siguiente. La mañana abrió con algunos chubascos que no impidieron que partiéramos al encuentro con la comunidad Pehuenche. Al llegar a las afueras de casa de los Levi, lugar donde se produciría el encuentro, cuatro pehuenches preparaban un chivo al palo, en el interior unas cuarenta personas repletaban el lugar. Mujeres y hombres, abuelos y niños nos recibían con los brazos abiertos. Junto con agasajarnos con sus comidas tradicionales, nos tenían preparada una exposición con tejidos y joyas hechas con sus propias manos.

Me sentí conmovido por el orgullo que ellos mostraban hacia su cultura y por la esperanza con la que aun proyectaban un futuro con mayor espacio y condiciones para recuperarla y desarrollarla. Es decir, a pesar de la fragmentación de sus comunidades, amparada por el propio estado chileno, de la desaparición de parte de su territorio, de su penoso exilio en su propia tierra, ellos seguían en la lucha. Daniel había programado regresar ese día a Concepción, pero lo convencí rápidamente de quedarnos un día más. Comprendí que si la lucha de los pehuenches en particular y de los mapuche en general era la conservación de la naturaleza, esa era también mi lucha.

Descubrí que la familia Levi Sandoval había estado dividida y que no se hablaban desde hacía años, producto de la intervención de la empresa Endesa, que habían negociado de forma individual con cada Pehuenche con el fin de debilitar la demanda colectiva que se habían propuesto desde un comienzo, logrando finalmente que la demanda no llegara a puerto y provocando la división familiar. Este “modus operandi” ha sido una de las estrategias más eficientes en la historia moderna de las relaciones entre el estado chileno y los pueblos originarios. Mediante ofrecimientos individuales (por cierto, irrisoriamente mezquinos) van mermando la cohesión de las comunidades. El aparataje legal y burocrático, diseñado por y para los intereses económicos de empresarios y terratenientes, se encarga de hacer el resto del trabajo. Pues bien, durante ese primer viaje fui testigo del reencuentro de una familia que había sido dividida por esta burda estratagema en pleno gobierno de don Ricardo Lagos.

Durante este entrañable reencuentro con el resto de su familia, el cacique Carmelo Levi reconoció su error al haber negociado de forma individual con la empresa, quebrando de ese modo la relación sobre todo con su hermano Victorino. ¿Cuál había sido el “irrenunciable” ofrecimiento que Endesa le extendió al cacique Carmelo? En concreto, la empresa le ofreció 5 millones de pesos en materiales para construcción, que se iban pagando contra boleta, es decir ellos compraban el material con su propio dinero y luego le presentaban las boletas a la empresa para que esta les reembolsara el dinero. Como se ve, los ejecutores de esta operación habían estudiado las necesidades de la comunidad y detectado a aquellos miembros que se encontraban con mayores carencias.

Como pedí quedarme un día más, al día siguiente programamos con toda la familia una visita al lago artificial Ralco. Nos ubicamos específicamente en el lugar en donde se encontraba el cementerio ancestral de Ralco Lepoy. Allí me relataron que su actual bandera de lucha es que la empresa realice la exhumación de los cuerpos que quedaron inundados bajo el lago, es lo mínimo que esperan que haga la empresa. “Queremos recuperar nuestra dignidad”, fue una de las frases que escuché y que me quedó orbitando hasta el día de hoy. Mientras me enteraba de las estrategias legales que ellos y los abogados presupuestaban para poder lograr este objetivo tan básico, tan humano, como lo es la recuperación de los ancestros perdidos, veía de fondo la gran muralla de la central Ralco como símbolo del avasallante ¿progreso? de nuestra accidentada modernidad. Pensaba en Antígona, aquel antiguo personaje que se enfrentó al poder con la sola convicción de recuperar el cuerpo de su hermano muerto. Descubría que la de estas comunidades era también una tragedia en todo el sentido de la palabra, una cuestión de la más pura y elemental humanidad.

Con todo este conocimiento nuevo más las experiencias previas que había tenido con el rodaje de mi largometraje en Wallmapu, volví a Alemania con el objetivo de presentar mi proyecto de título y cerrar así mi carrera académica. Desde ese momento, me comprometí con esta comunidad a hacer un seguimiento y registro audiovisual sobre el atropello que sufrieron estas personas por parte de Endesa y el estado de Chile.

En septiembre de ese año (2018), seis meses después, volví a la comunidad de Ralco Lepoy. En esa ocasión me quede 4 días en la montaña. Allí pude conversar y conocer más de cerca a cada una de las personas que viven en esa comunidad. Con ello logré hacer un nuevo registro audiovisual y entrevistar a algunas personalidades de la cultura pehuenche, como la Machi Lucinda Levi, al Cacique Carmelo Levi a don Victorino Levi y a la señora Elisa Gallina, quienes para mí son los protagonistas del largometraje documental “La Segunda Conquista” proyecto en el que trabajo actualmente.

El despertar del 18 de octubre dejó al descubierto el alto nivel de intereses que hay en tierras Mapuche, con una clase política que se ha ido destiñendo socialmente con los años, donde la justicia llega tarde y en la mayoría de los casos no llega. En esas tierras hay claras intervenciones de privados extranjeros. Además con toda esa militarización solo veo a una clase política y empresarial sedienta de ambición a costa de cualquier precio. Los Mapuche son territorios, muchos miles de territorios y cada territorio tiene su forma de organizarse y vivir su espiritualidad, los Mapuche de la costa, los de la Cordillera, los del centro, todos ellos forman un mundo que es Wallmapu y si el estado no comprende que no son Chilenos, es difícil para mi verle una salida al conflicto, la responsabilidad en estos momentos la tienen los gobernantes de la mano de los grandes empresarios. Es importante que la clase política se desligue de la clase empresarial es la única forma que los gobernantes puedan comenzar a decidir con altura de mira temas tan importantes y delicados para esas regiones.

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