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Del litio al vehículo eléctrico: el lado oscuro de la economía verde. Por Ingo Gentes y Pablo Policzer

La economía verde promete una transición energética que deja atrás el impacto negativo de los combustibles fósiles, pero aspectos de su gobernanza y legitimidad tienen defectos que necesitamos comprender mejor.

El Salar de Atacama en Chile y la fábrica de Tesla en Grünheide, Alemania, podrían parecer dos mundos aparte, en contextos muy diferentes, cada uno con su propia historia y narrativa. Sin embargo, comparten un denominador común: la imposición de proyectos que, bajo el manto del desarrollo sostenible y la promesa de la transición energética hacia una economía verde, desatan conflictos socioambientales de grandes proporciones. Ambas comunidades están conectadas como el inicio y el fin de la cadena de producción de una nueva economía verde, subrayando una lucha común en puntos opuestos del globo. Aquí se revela el lado oscuro de la supuesta economía verde, donde los impactos sociales y ambientales son pasados por alto en aras de un progreso que beneficia a unos pocos a expensas de muchos.

El litio es un mineral crucial para la transición energética, mediante las baterías para vehículos eléctricos. Los extensos depósitos de litio en el Salar de Atacama representan una importante oportunidad, considerada como un salvavidas para una economía nacional en busca de una nueva narrativa de progreso. Sin embargo, la extracción de litio implica el uso intensivo de los acuíferos del Salar de Atacama. El litio se extrae generalmente de depósitos salinos, como los salares, donde el mineral se encuentra disuelto en concentraciones muy bajas en el agua subterránea. El agua salina se bombea a la superficie y se deja evaporar en grandes estanques abiertos. A medida que el agua se evapora, los minerales restantes pueden ser recolectados y procesados para obtener litio. Además, en algunos métodos de extracción se utiliza agua en el proceso de lixiviación, donde se bombea agua a través del material mineralizado para disolver el litio y otros minerales de interés. Este proceso puede requerir grandes cantidades de agua para ser efectivo.

Por lo tanto, la extracción de litio no solo implica la extracción del mineral en sí, sino también el uso significativo de agua en el proceso de extracción y procesamiento. Esto tiene impactos ambientales importantes, especialmente en regiones donde el agua es un recurso escaso y donde su extracción puede afectar los ecosistemas locales y las comunidades que dependen de ella para sus necesidades básicas.

En el Desierto de Atacama – el más seco del mundo – los acuíferos son recursos vitales para la supervivencia de la flora y fauna endémicas, así como para el sustento de la agricultura y ganadería locales. Bombear agua subterránea para la extracción de litio significa menos acceso a agua dulce para los residentes de la zona. Este impacto ambiental en la región pone en peligro áreas de especial fragilidad ecológica y cultural, donde comunidades indígenas, como los pueblos Lickanantay y Atacameño, ven amenazada su forma de vida ancestral por la intensificación de la actividad extractiva.[1]

En 2023, el gobierno chileno propuso la nacionalización del litio, con el objetivo de asumir un mayor control sobre la extracción y explotación de este mineral, en lugar de dejarlo en manos de empresas extranjeras. La nueva estrategia plantea la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones de la industria, así como varias propuestas para una extracción más sostenible.[2] Sin embargo, el estado chileno carece de experiencia operativa en este sector comparable a la experiencia estatal con el cobre, y los mecanismos específicos de gobernanza para la participación efectiva de las comunidades locales en la toma de decisiones sobre la extracción aún están por determinarse.[3]

Al otro lado del mundo, la llegada de Tesla en 2020 a Grünheide, ubicada en las afueras de Berlín, también se presenta como una oportunidad de revitalización económica en una región rezagada, necesitada de empleo y desarrollo, y como un importante paso adelante hacia la economía verde mediante la fábrica de vehículos eléctricos. No obstante, aquí también, tanto la construcción de la fábrica como su prevista ampliación se erigen sobre terrenos de alto valor hídrico, específicamente en áreas cercanas a importantes reservas acuíferas, poniendo en riesgo la seguridad del suministro de agua para la capital alemana.[4] Es más, la intervención contradice a la misión de la nueva estrategia nacional del agua ratificada por el parlamento alemán en mayo 2023 que, asumiendo los efectos negativos de la crisis climática, prescribe que hasta el 2050 “...la disponibilidad y el consumo de agua deben redundar en un manejo sostenible, para ... reducir y contrarrestar la disminución de las aguas subterráneas.”[5]

Este proyecto ha provocado preocupación entre los habitantes locales y grupos ambientalistas, quienes temen que la extracción de agua para las operaciones de la fábrica pueda agotar los recursos hídricos de la región y afectar la calidad del agua disponible para la población y los ecosistemas circundantes. Desde el inicio, el proyecto Tesla en Grünheide ha generado división entre dos grupos: aquellos que respaldan el estímulo económico que muchos esperan para la región y aquellos que se oponen, preocupados por el impacto del proyecto en el medio ambiente, especialmente en el sistema hidrológico.[6]

Tanto en el Salar de Atacama como en Grünheide, la participación ciudadana y el derecho local a ser consultado previamente han sido relegados a un segundo plano, ignorando las voces locales y desoyendo las advertencias sobre los impactos sociales y ambientales.[7] La promesa de un consenso extractivista sostenible en torno a la transformación del parque automotriz de un país altamente desarrollado se desvanece ante la realidad de comunidades marginadas y ecosistemas amenazados.

En este contexto emerge la acción colectiva como un contrapeso necesario frente al poder desmedido de los intereses corporativos y gubernamentales. Las propuestas alternativas locales no sólo buscan proteger el patrimonio natural y cultural de las comunidades afectadas, sino también en algunos casos cuestionar el paradigma de desarrollo y del sistema imperante.

La participación local trasciende la mera justicia de consultar a comunidades históricamente marginadas en la toma de decisiones. Es un contrapeso a las decisiones tomadas desde arriba en los círculos de poder, tanto en el sector privado como en el público. Y resulta fundamental para comprender a fondo el impacto real en el ámbito local, dado que son las propias comunidades las que mejor conocen su situación y cómo se ven afectadas por estos proyectos.

Proyectos de extracción y producción en sistemas de alta complejidad medioambiental y social requieren nuevas formas de gobernanza para considerar la amplia gama de factores locales, desde la preservación del medioambiente hasta el bienestar de las poblaciones locales y la sostenibilidad a largo plazo. La participación de las comunidades en la toma de decisiones sobre cuestiones que les afectan permite una visión más integral y equilibrada, fomentando soluciones que respeten tanto el entorno natural como la calidad de vida de sus habitantes. En este sentido, la participación no es un fin en sí mismo para integrar a comunidades históricamente marginadas, sino más bien un medio para generar una toma de decisiones más informada y efectiva en sistemas de alta complejidad.

En última instancia, es fundamental entender los impactos de la cadena de producción de la nueva economía verde, desde la extracción del litio en el Salar de Atacama en Chile hasta áreas de producción final de vehículos eléctricos en lugares como la fábrica de Tesla en Grünheide, Alemania. A pesar de estar situados en lugares geográficamente distantes, estos sitios están conectados por el tejido global de interdependencia económica y ambiental.

Aunque la economía verde promete un futuro más sustentable, comparte muchos de los defectos del capitalismo industrial basado en combustibles fósiles al externalizar los costos de la extracción y la producción. Las tecnologías verdes dejan de ser tan sostenibles cuando consideramos sus costos ambientales externalizados a través de su proceso de extracción y producción. ¿Continuará en este nuevo modelo la explotación desmedida de los recursos naturales y la desigualdad social, con decisiones impuestas desde arriba? ¿O será este un mundo donde no solo se proteja el medioambiente sino también se priorice el respeto por la vida en todas sus formas a través de una toma de decisiones más amplia y holística?

La respuesta está en nuestras manos, en nuestra capacidad de alzar la voz y exigir un cambio real hacia un futuro más justo y sostenible para todos. Dejar atrás los problemas del capitalismo industrial fundamentado en los combustibles fósiles requiere no solamente adoptar nuevas tecnologías – como vehículos eléctricos – sino también mecanismos de una gobernanza más amplia, que nos permitan tomar decisiones más informadas y equitativas sobre los verdaderos impactos de las cadenas de producción en la nueva economía verde.

[1] La demanda por el mineral ha aumentado significativamente con el aumento de producción de vehículos eléctricos. Según la Agencia Internacional de Energía, el número global de vehículos eléctricos aumentará de los 2 millones actuales a 250 millones en 2030 (International Energy Agency. 2023. Global EV Outlook 2023, IEA, Paris https://www.iea.org/reports/global-ev-outlook-2023, utilizado el 21 de febrero del 2024).

[2] Ver https://www.gob.cl/litioporchile/.

[3] Ver https://www.dw.com/es/gabriel-boric-llama-al-di%C3%A1logo-tras-cr%C3%ADticas-a-su-plan-para-el-litio/a-65405167 ; https://www.ex-ante.cl/cuatro-puntos-criticos-sobre-el-litio-por-juan-jose-obach/.

[4] Para esta ampliación de la actual planta de una extensión de 300 ha ya se talaron otras 170 hectáreas de bosques. Actualmente trabajan unos 11.000 empleados y se fabrican unos 250.000 vehículos al año. El objetivo es tener 40.000 empleados y producir 1.000.000 de coches al año. Ver https://insidetesla.de/tesla-fabrik-erweiterung-absage-gruenheide-anwohner/ (utilizado 21 de febrero del 2024).

[5] Bundesministerium für Natur, Umweltschutz, nukleare Sicherheit und Verbraucherschutz. 2023. Nationale Wasserstrategie. Kabinettsbeschluss vom 15. März 2023. Bonn/Rostock, p. 11: https://www.bmuv.de/fileadmin/Daten_BMU/Download_PDF/Binnengewaesser/BMUV_Wasserstrategie_bf.pdf.

[6] La disputa continúa en torno a una propuesta masiva de ampliación de la fábrica y el rechazo por la mayoría de la población consultada a comienzos del 2024. Ver https://www.zdf.de/nachrichten/politik/deutschland/tesla-gruenheide-ausbau-buergerbefragung-100.html (utilizado el 21 de febrero del 2024).

[7] Ver https://www.dw.com/es/ind%C3%ADgenas-se-oponen-a-un-acuerdo-sobre-el-litio-en-chile/a-68209671 (utilizado el 25 de febrero del 2024)..

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