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Democratizar la política exterior. Por Carlos Lopez Dawson

EL REENCUENTRO CON EL BARRIO

La política exterior debiera promover la paz y las relaciones amistosas Chile desde su independencia ha trabajado por lograr la integración, Los luchadores por la independencia nacional en 1826 participaron en el primer encuentro libertario en el Congreso de Panamá, el primero de una serie de congresos de unión y confederación latinoamericana que siguió con el congreso de Lima (1847-1848), congreso de Santiago de Chile (1856-1857) y segundo congreso de Lima (1864-1865). Chile realizó esfuerzos para materializarlo, lo que se tradujo posteriormente en la celebración de diversos tratados de integración económica entre los que destacan el de Montevideo de 1960, el Pacto Andino de 1968, incluso en el Mercosur de 1970. Nuestro país se sumó a los enfoques propuestos por los reformistas en los años 60 del siglo pasado, que, a la luz de las indicaciones globales propusieron múltiples reformas estructurales que incluyeron la integración latinoamericana.

A lo largo de historia muchos líderes nacionales han realizado esfuerzos para la integración regional de latinoamericana y el Caribe recogiendo nuevas experiencias y ejercicios con los que han ido construyendo nuevas miradas, es cosa de revisar las políticas exteriores de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende.

El aparente éxito en la gestión de las cuentas públicas y exportaciones en Chile, han fundado ciertas críticas hacia las experiencias de integración, al punto de atreverse a decir que vivimos en el barrio equivocado. Algunos critican estos esfuerzos por estimarlos una perdida de tiempo y por que no se logran buenos negocios o porque son muy restrictivos, además utilizan un lenguaje descalificador y discriminante hacia los vecinos, pero sin duda lo que no aprecian tales críticos que la integración económica de América Latina es mucho más que un acuerdo de comercio. La experiencia latinoamericana ha estado guiada por miradas estrechas, sin un verdadero ánimo de libre mercado ni competencia y sin aprovechar la maravilla en la que hemos nacido. Este es un continente con una diversidad cultural enorme, con riquezas incalculables, con una historia milenaria aun no debidamente apreciada.

El mundo sigue en movimiento, pero no tanto como para cambiar un estado a otro continente, Al contrario, más bien como en el poena de Neruda diremos Sube a nacer conmigo, hermano, Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado., Todo indica que es el momento de proponer estrategias para avanzar en la construcción de propuestas para potenciar la integración entre democracia, ciudadanía y derechos humanos, tanto en su aspectos formativos, como en su vivencia y desarrollo práctico en contextos educativos institucionales, y en educativos familiares y comunitarios. Desde luego que la idea de ciudadanía, va de la mano de la superación de la pobreza, la defensa de la identidad cultural, la inclusión social, la reivindicación de los derechos, y la construcción de la autonomía individual, institucional y social hacia la autodeterminación como región, en el campo socio-cultural y político. Es frente a este panorama, que la educación, como posibilidad y como proceso, puede convocar las iniciativas y experiencias, que son necesarias y pertinentes de construir a la medida de cada contexto.

ECONOMÍA, POLIITICA Y AMISTAD

Al parecer hemos entendido que los Sistemas latinoamericanos de integración económica en el contexto del sistema GATT/OMC y con referencia a sus principales normas y a su mecanismo de solución de controversias, constituyen el marco necesario para las relaciones en América Latina. De hecho, los procesos integrativos no son solo una cuestión económica y jurídica, sino que implican diferentes aspectos interrelacionados de estas materias con la regulación internacional de la libre competencia, el medio ambiente, la inversión extranjera, el comercio de servicios y la propiedad intelectual, entendiendo que la integración si bien los abarca, no se agota en ellos , es más, la comprensión ciudadana es necesaria.

No es causalidad la porfía tradicional de Chile en democracia por la integración latinoamericana, sino más bien una oportunidad que debe ser apreciada sin egoísmo y con espíritu abierto a la diversidad. Si seguimos a la ciencia veremos que hay factores que debieran conducirnos hacia la integración. En efecto, la epigenética, que es el estudio de los cambios que activan o inactivan los genes sin cambiar la secuencia del ADN, a causa de la edad y la exposición a factores ambientales (alimentación, ejercicio, medicamentos y sustancias químicas, puede determinar cómo nos comportamos, cuestión en la que incide la cultura. Los factores negativos que pudieron tener nuestros antepasados pueden ser superados con la educación, de hecho estudios científicos han logrado determinar que en las conductas naturales del ser humano el ADN se nutre con la naturaleza, donde por naturaleza se nos refiere a la herencia biológica y nutrir se refiere a prácticamente todo lo que ocurre durante la vida (por ejemplo, la experiencia social, la dieta y la nutrición), de manera que todo indica que no hay una predeterminación, sino la vida misma. Además, está probado que ideologías políticas diversas pueden perfectamente convivir, no solo en un marco de tolerancia, sino de mutuo interés. En este siglo de la comunicación, toda esa riqueza tan diversa que llevamos dentro si le agregamos educación, cultura y experiencias de intercambio, prometen un futuro grandioso.

La política exterior chilena sobre integración económica es otra cosa, es una operación de otra envergadura. Se trata de cultura, convivencia, amistad, paz, intercambios, de encontrarnos con nosotros mismos. Ahora estos esfuerzos siguen siendo una necesidad para Chile para abocarse a la solución conjunta de múltiples problemas que se arrastran desde hace tiempo. Es necesario entonces estudiar las relaciones internacionales no solo desde una perspectiva política sino económica, social y cultural. Por ejemplo, resolver el problema de la emigración e inmigración. En particular los desafíos migratorios regionales como la reactivación de la Conferencia Suramericana sobre Migraciones, el Proceso de Quito, o el Diálogo Migratorio de la CELAC, cuyo objetivo es la construcción de soluciones concertadas, con énfasis en la gestión local, las necesidades y visiones de más comunidades de acogida, el diálogo y agenda bilateral y la gestión integral de las fronteras. Del mismo modo, con los amigos y vecinos se puede enfrentar mejor los problemas de seguridad y delincuencia.

NECESARIA RETROALIMENTACIÓN

Es evidente que la riqueza que proporciona la naturaleza ha permitido que el ser humano se desarrolle. Como muy bien ha señalado el profesor Eduardo Ortiz, las relaciones internacionales requieren de una mirada amplia, que incluya factores que tienen relación con la supervivencia (Ortiz, Eduardo, 2000. El estudio de las relaciones internacionales. Santiago. FCE.), con la económica, distribución del ingreso, como acuerdos de comercio, moneda única latinoamericana, derechos humanos, contrabando, corrupción, control de delincuentes, entre muchos otros temas, soluciones comunes a problemas comunes, de manera que debemos comenzar por el barrio.

En la naturaleza que nos incluye, encontraremos el camino. Para actuar con éxito en las relaciones internacionales es preciso tener presente lo que Renouvin denomina las fuerzas profundas (Renouvin, P y Duroselle, J.B. 2000. Introducción a la historia de las relaciones internacionales. México, FCE ), cuyo conocimiento permite avanzar en la construcción de espacios de paz, solidaridad y colaboración, que es esencial para un diseño de integración regional. Y en esa misma perspectiva los ´procesos de integración económica en América Latina deben incorporar la participación ciudadana. (Lopez Dawson, C. 2000. El ciudadano en la integración económica. Santiago, Academia Diplomática de Chile).

Para Chile, como seguramente para muchos otros Estados, las relaciones internacionales no se limitan a las exportaciones e importaciones de bienes y servicios, también están otros intercambios que nos enriquecen, como la cultura, las artes, la música, y la política. Si bien es cierto que los intercambios de América Latina no logran las tasas aparentemente necesarias para consolidar un proceso de esta naturaleza de acuerdo con los índices de Deutch ( Deutch, Karl, 1968. Análisis de las relaciones internacionales. Buenos Aires. Ed. Paidos), tienen, sin embargo, una estructura material geográfica profunda, que permitiría avanzar con éxito en todos los diversos planos, en un necesario espíritu de cooperación, sin necesidad de esperar que otra generación tome estas banderas.

VOLVER A LA POLITICA

La política exterior de Chile requiere unidad, de manera que es necesario evitar conflictos que destruyan la imagen del país. El proceso constituyente actual ha sido duramente criticado y es probable que si no se logra un texto constitucional que recoja las demandas sociales, la tarea será muy difícil, lo que afectará la economía, por cuanto un pie forzado constitucional no solo agravará las relacione políticas internas, sino que la imagen de un país racional y amistoso y fortalecerá las críticas sobre el proceso de quienes estiman que ha triunfado la corrupción y que se ha normalizado el financiamiento ilegal de la política. Es un hecho que las malversaciones de caudales públicos, apropiaciones indebidas, lavados de activos, clientelismo, etc, denunciados en dictámenes de la Contraloría General de la República, ocurren en municipalidades con alcaldes de todos los partidos, Por ello, estos críticos piden anular el voto el próximo 7 de mayo.

La crítica de ciertos sectores fuera de los partidos políticos estima que se trata de una corroboración del intento de secuestro de soberanía y de la manipulación de la información por los partidos políticos que representan el 4% de los votantes, con lo cual dejan fuera de expresión significativa al 96 % restante de la ciudadanía, afirmación que es una apuesta que deberá ser confrontada con los resultados del 7 de mayo próximo.

En todo caso no debería olvidarse lo que la propuesta constitucional de la Convención señaló sobre relaciones internacionales, política exterior y derecho internacional. Si bien es cierto que la regulación de estas materias se circunscribe al artículo 5 inciso segundo sobre derechos esenciales como límite al ejercicio de la soberanía, del mismo modo recoge la tradición republicana en el artículo 32 relativo a la atribución especial del Presidente de la República para conducir las relaciones exteriores y negociar, ratificar y denunciar tratados internacionales. También el proyecto constitucional mantuvo las atribuciones del Congreso durante tramitación legislativa de los tratados como respecto de la facultad del Tribunal Constitucional para la revisión de la constitucionalidad de un tratado.

Una política exterior debiera considerar sin lugar a duda, la supervivencia del planeta que “se encuentra amenazada por el cambio climático, la provisión de bienes públicos” lo que nos involucra a todos, en tanto que “la promoción de los derechos humanos se ha convertido en una obligación que traspasa fronteras”.( Cristián Fuentes, Académico escuela de Gobierno y Comunicaciones, UCEN, en https://radio.ucentral.cl/columnas/politica-exterior-en-la-nueva-constitucion/). Chile debe establecer de manera explícita los valores, principios e intereses que animan una política exterior construida por el conjunto de la ciudadanía.

Solo cabria agregar que la democracia para su perfección requiere la posibilidad real de participación ciudadana y ese aspecto, que los teóricos muchas veces olvidan, podría ser la oportunidad de lograrlo al consagrarlo constitucionalmente disponiendo que en el diseño de las relaciones exteriores se considerara la participación ciudadana. Mas democracia es más soberanía. Abril, 2023..

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