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Desde la reactivación educacional hacia la transformación. Por Francisco Gárate Vergara

El 24 de enero se celebró el día Internacional de la Educación, y claramente gobiernos y organizaciones internacionales, organizaciones civiles - académicas, universidades y unidades educativas, dieron sus estudios, visiones, proyecciones y desafíos del periodo. Por una parte, la inversión que se necesita desde la primera infancia y con trayectorias en los aprendizajes a lo largo de toda la vida. También, el acceso al sistema educacional y las condiciones de permanencia y equidad frente a la calidad del sistema educativo. De igual manera, la importancia en la disminución de brechas de aprendizaje y la integridad de la educación en los pilares centrales en el desarrollo de la humanidad.

En este sentido, las acciones deben ser convergentes, generando un tejido de co-construcción de experiencias, aprendizajes, colaboración y cooperación en la complejidad del escenario postpandemia desde los diversos ángulos sociales. No solo en el escenario de salud, que tiene una incalculable repercusión social y de mayor relevancia, son muchos los desafíos que deben ser convertidos en políticas públicas que nos quedan por implementar en educación. Desde garantizar el pleno derecho a la educación de las ciudadanas y los ciudadanos e incluir el sentido de integralidad, libertad, democracia y justicia social que nos pone el reto social y el rol de las diversas instituciones y organizaciones de educación para demandar desde la política pública en los Estados. Pareciera ser que hemos desatendido los acuerdos y los objetivos colectivos, pero esto pasa por perder la visión, con una surte es estrabismo, de poner en el centro de las comunidades educativas y universitarias, que día a día ejercen y defienden contra distintos desdenes el Derecho a la Educación de calidad para todas y todas y no ser proactivos a los cambios y mejoras que el sistema requiere en su implementación y movimiento.

En nuestro país, más que nunca requerimos un “nuevo trato” desde, con y para los actores y actrices de la educación, necesitamos remirar la educación con una visión de Estado, que sea una cuestión país, con soluciones colectivas desde la gobernanza pública en donde se desarrollen innovaciones e implementaciones con sentido de participación e implicación en el desarrollo integral, que se alojen con un desarrollo endógeno en la autonomía de las necesidades y requerimientos de la situación y contexto de la ciudadanía en y con sus comunidades.

Apuntando al quehacer del corto y mediano tiempo, el plan presentado por el gobierno el año 2022 desde el MINEDUC, con actualizaciones de revisión permanente por los diversos consejos consultivos que desde distintas organizaciones (Organismos Internacionales, Municipalidades, ONG, Académicas-Académicos y representación de organismos colegiados) aportan y se desarrollan in situ con medidas, indicaciones y orientaciones que se fueron trabajando en contexto de urgencia y emergencia del acontecer en la vorágine del desarrollo del año escolar y las diversas problemáticas y sus aristas en las que eran testigos, pero a su vez promotoras de soluciones y respuesta a los conflictos y necesidades concretas desde las distintas modalidades y niveles educativos. En razón, del trabajo encabezado él por Ministro de Educación Marco Antonio Ávila y el trabajo interministerial, que requiere lograr una política pública de esta envergadura, es que desde el gobierno el Presidente Gabriel Boric, convoca y dispone como eje central en la agenda política y pública la “Reactivación Educativa”, buscando avanzar en lo urgente, pero no dejando de lado lo importante, en sus tres ejes centrales: la convivencia y salud mental; la asistencia y Revinculación de los estudiantes excluidos del sistema; el fortalecimiento de aprendizajes y condiciones para la enseñanza; y tomando una configuración de solución país. En consecuencia, la creación de un Consejo transversal para la Reactivación Educativa. En este contexto, debemos ser capaces de visualizar un trabajo que requiere el esfuerzo de muchos y la colaboración de todas y todas, pues un gran desafío país, En donde, desde este espacio, impulsar el desarrollo social y en este caso posicionando la educación como un factor clave y trascendente en el quehacer social y político.

No solo es un problema táctico y estratégico, en tiempos y ritmos, pues la agenda requiere urgencia e importancia, capacidad de gestión y voluntad política. Las medidas, soluciones y orientaciones, deben tener una llegada urgente, pero prudente al seno de las instituciones educativas como lo son las aulas y las casas de las familias. Las rutas son correctas, se deben reactivar las instituciones con focos claros y centrales, con las comunidades en el centro y protagonistas, ubicando en la médula los aprendizajes integrales, pero buscando reformar y transformar el sentido de la educación, no podemos estar embargados por la “accountability”, pues perdimos la capacidad de gestión y liderazgo centrado en el aprendizaje. Debemos actuar con una gobernanza pública y educativa, desde un cambio de enfoque, buscando llegar a la transformación del paradigma educativo, que tan presente está en las discusiones, aunque a veces academicistas y poco concretas. En donde los sueños de niños, niñas, jóvenes, docentes, directivos y sus familias se vean interpretados en estas “nuevas” instituciones educativas a través de los Proyectos Educativos Instituciones, y que estos, a su vez, den cuenta no solo de un buen diagnóstico de la comunidad local en su inserción territorial, sino que también una visión país, de los ciudadanos y ciudadanas que desarrollan y contribuyen al país, desde sus distintos espacios de intervención.

En este inicio de año, claramente hemos tenido señales cuantitativas de reactivación en las instituciones, aumento de matrículas en todo el sistema educativo (Parvularia, Básica, Media y Superior). En la admisión de la educación superior, existe un respiro el cambio de tendencia con en el aumento de jóvenes por desear estudiar pedagogía, cifras que no pueden quedar solo como datos, sino que en los desafíos de como institucionalmente, asumimos un sistema de contención, prevención, protección, retención y promoción a las comunidades educativas y universitarias. Los establecimientos educaciones, tomando medidas unificadoras, de tener equipos de gestión, convivencia y curricular, fortalecidos e implicados, en el monitoreo, acompañamiento y seguimiento en la toma de decisiones oportunas por buscar el desarrollo integral de las y los estudiantes con sus diversidades en la amplia visión de la inclusión. El desarrollo de condiciones óptimas para el desarrollo profesional docente de pedagogos y pedagogas, equipos de la educación profesional y de apoyo, desarrollando estrategias de vinculación e implicación de toda la comunidad escolar, en el desafío de disminuir brechas y acelerar la participación activa frente al aprendizaje. Por su parte, las instituciones de educación superior, estar dispuestas a innovar y fortalecer claustros académicos y de manera transversal, generando el desarrollo inicial profesional docente y de las otras disciplinas y carreras. No podemos seguir haciendo lo mismo, debemos innovar para transformar y dejar de lado el “gatopardismo educativo”. Además, de generar las mentorías y acompañamiento a las y los docentes en ejercicio docente y, por otra parte, de los y las profesionales en la diversas fuentes laborales mediante la formación continua. Y con lo dicho anteriormente, ya no es fácil y la tarea ardua, para la educación, es de una complejidad mover una estructura que culturalmente a veces no se siente parte de la solución, y aquí el llamado es claro: Seamos comunidades que desarrollen políticas, culturas y prácticas educativas, buscando el desarrollo de la inclusión, justicia y equidad en la igualdad de los derechos en una repercusión social. Es aquí donde cobra importancia una gobernanza política, ciudadana, con sentido público y por sobre todo con una articulación intersectorial.

La Agenda 2030 con sus Objetivos de Desarrollo Sustentable y principalmente el ODS 4: Educación de Calidad, con un sentido de Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos, nos pone una presión, pero que a su vez, nos configura en el sentido que es una transformación sistémica y siendo del presente en su actuar, en donde debemos ser capaces de hacer las lecturas de los diagnósticos compartidos, y generar un espacio de convergencia social entre lo urgente y lo importante, a través de la educación en una política país, de características participativa que nos permita el desarrollo integral desde la educación parvularia con una trayectoria a la educación superior y a lo largo de toda la vida de los ciudadanos y ciudadana, no dejando nadie atrás ni excluido de la sociedad y de su desarrollo sustentable.

En este nuevo periodo, debemos ser humildes y colaboradores en generar las infinitas alianzas que permitan poner en el centro y como piedra angular a los niños, niñas, jóvenes y sus familias, que buscan un bien estar y un buen vivir integral de estar inserto en un desarrollo, protección y justicia social. El llamado no es solo priorizar lo urgente y lo importante, sino que tomar decisiones, que la reactivación del sistema se puede llevar con medidas o reformas con intención a la transformación, no podemos seguir estancados, al discurso de la agenda paralela, o que lo uno será consecuencia de lo otro, sino más bien impulsar medidas con un enfoque de transformación del paradigma social.

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