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El Chile que ha construido nuestro modelo económico, una cuestión musical. por Cristopher Ferreira y Cristóbal Ducci

La expresión más formal de un territorio son las instituciones, las cuales responden a las lógicas y claves que la han construido y vehiculizado. Así, muchas serían las diferenciadas manifestaciones que son impregnadas desde esta base lógica, estructural si se quiere, propia y afín a cualquier sistema político. Ya sea en lo político, social, educacional, económico, y por qué no artístico, entre tantas otras, son las caras más visibles y representativas de los sistemas valores (ethos) que, por medio de una institucionalidad formal o informal, aseguran la repetición de determinados comportamientos, entregando altos sentidos de pertenencia e inteligibilidad, consintiendo así la naturalización y emergencia a un imaginario político claramente definido. En este sentido, se consigna en Chile al golpe militar como el umbral gestador y promotor de una amplia gama de acciones, todas ellas correspondiente al denominado neoliberalismo, la que se basa en un modelo económico y un sujeto particular, consignado como un individuo-individual; pero también a un modo de producción capitalista que nos asecha con un consumo que nos consume, frenético, casi patológico, en donde ambas lógicas, neoliberales y capitalistas, asientan una idea particular de vida y de existencia bajo unas coordenadas —sin ser reduccionista— de éxito y segregación. Ejemplos hay por montones, como el caso de la política pública —en términos superlativos— más eficaz y eficiente en Chile: la de urbanización, en donde se estable un criterio ordenador para el uso del suelo, a saber, la rentabilidad del uso, dejando al mercado como ente organizador. También se puede ver estas lógicas en la desafección de la población en organizaciones, siendo los partidos políticos el caso más notorio, en que las independencias, clasificadas como desmarcaciones, son una tónica constante y aguda: todos quieren ser independientes. De esta manera, se abandona lo colectivo gracias a un individualismo que instaló, promovió y promueve el mercado neoliberal, constituyendo una institucionalidad que marginó y eliminó gran rastro de lo social, de lo comunitario, del valor del conjunto. Algo parecido sufre la salud, la educación y las empresas que eran estratégicas, situándolas en un correlato nuevo en el cual lo empresarial se posiciona en nuevas plazas en las que no estuvo. Ya sabemos la historia de estos giros: salud, educación y empresas estratégicas capturadas por el lucro. El problema es extenso, y que como dijimos, toca variados ámbitos, pero uno de ellos, y el cual queremos problematizar refiere a lo musical, específicamente a un tipo de género urbano. Urge evidenciar que el problema no reside en lo subjetivo de gustos ni elementos técnicos, como quien canta y toca mejor, como muchos músicos suelen criticar. El problema es, por una parte, el discurso hegemónico de poder que se reproducen generalmente en las letras de esta música, en otras palabras, no sólo la agresión a las mujeres o disidencias sexuales, también el constante casamiento con los valores del sistema neoliberal y capitalista, es decir, con la acumulación de la plata, el éxito, y una eticidad de la belleza, y por tanto el desprecio a los que no lo tienen; ese es el discurso principal, aquel que apela sustancialmente a tener dinero para consumir bienes de consumo de lujo. O sea, básicamente es como escuchar a una élite millonaria para que te sientas avergonzado por ser pobre o trabajador, y que su "éxito" está basado en su "talento", pero no así en la industria musical que siempre populariza los géneros hasta transformarlos en basura. Por eso muchos siguen reproduciendo las lógicas del sistema como el consumo, conservadurismo, competencia, egoísmo y desprecio a las clases populares. Y, por otro lado, existe una homogenización que se tiene de lo que es ser "latino" y que por lo tanto nos entrega una visión del mundo sobre esta región. Por ejemplo, la versión de lo que significa ser latinoamericano es generalmente un sujeto dedicado a la delincuencia o el narcotráfico. Este género entonces nos habla de un sujeto misógino, conservador, capitalista. Un producto perfecto del sistema de mercado. No sólo algo funciona por el simple hecho de haber sido instalado, sino por el goce que esto produce, haciendo de la existencia una naturalización de lo placentero, y es allí cuando la ideología funciona mejor, ya que reproduce la propia posibilidad de nuestra existencia. La política no solamente se constituye desde lo formal, lo estrictamente político, sino que, desde lo marginal, de lo periférico, y esto es algo a tener en cuenta para conocer la configuración del poder y las subjetivaciones de la población.

Cristopher Ferreira Escobar. Politólogo y director de la Fundación Politología, Centro de Estudios.

Cristóbal Ducci Contreras, Músico – Vocalista en Big Bastards

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