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El resplandor alegre de Miguel Enríquez, el día de su nacimiento. Por Carmen Castillo

Atardecer, un viento arrasa el espíritu, el frio hace temblar los huesos, es la víspera de un 27 de marzo, la fecha de tu nacimiento. Transcurría el año 1944, era otro mundo.

La muerte, esa voluntad ajena a tu vida, advino ese 5 de octubre de 1974.

Unos meses antes, en la casa de la calle Santa Fe, festejamos tus 30 años. Manos anónimas depositaron un regalo de amor y de amistad, un pequeño pastor alemán que inmediatamente se puso a correr tras las niñas, “El Pillán” alegró ese día y todos los que siguieron con sus juegos y ternura.

Cada 27 de marzo desde entonces, en el equipaje de imágenes que me acompañan, surge tu sonrisa y tus brazos fuertes, amables, el abrazo. Ahorita mismo, al sentirlos, el calor me envuelve, y descanso. Es la eternidad de tu existencia, el resplandor alegre de tu vida y tu pensamiento. Una inteligencia sensible, donde sentimientos y razón caminan juntos, tu manera de pensar que despierta cuando te leemos, cuando te escuchamos, ese torrente de palabras esculpidas con cuidado, precaución, vigor, buscando comprender y aprehender la realidad para trazar el horizonte de sentido, sustentado en la historia, conducido por la aspiración irreductible de cambiar el estado de las cosas. Hacer Revolución, con el afecto, en la fraternidad, viviendo el júbilo de experiencias colectivas.

Y en el Ahora, en este año 2024, ¿con qué lenguaje invocar esa tu existencia, ese tu pensar de antaño para lograr descifrar y atravesar estos tiempos sombríos de guerras, crueldad, desastres naturales, para continuar a percibir, a pesar de todo, las múltiples resistencias?

El tiempo apremia, sabemos que los ojos sin la memoria no ven nada, volver la vista atrás es a veces un paso hacia adelante. Volver a mirar, sin prejuicios ni dogmas, para convocar ese pasado palpitante de presente, señales intermitentes surgen, son las huellas aun tangibles de una senda posible. Persistir, obstinarse, cuestionarse, a lo largo de la travesía y acoger el regalo: un encuadre de luz, como la apertura hacia el mar viviente, que aparece al final del túnel en el memorial de Walter Benjamin en Portbou: “la memoria de los vencidos es energía para el futuro”.

Amanece, estamos en un nuevo 27 de marzo, un rayo de luz lucha por abrir una brecha entre las nubes espesas, es una señal, una alerta …

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