No es novedad, para muchos de nosotros, desde nuestra perspectiva de ciudadano que desarrolla una vida política social, el pregonar sobre la falta de moralidad y ética cuando nos referimos a diversos campos de la sociedad.
En este contexto, emerge el denominado “mercado farmacéutico” el cual se asocia con facilidad a la imagen de la anomia mertonianai debido a sus características particulares y desde un punto de vista spinozista como crisol de tristezas y de lo malo, como identificación de la descomposición que disminuye la potencia de acción de muchos individuos.ii
Una vez dicho lo anterior, enfrentamos la paradoja actual sobre nuestros debates comunes cuando hablamos de la salud y el acceso a medicamentos en nuestra sociedad actual, en donde nos encontramos con principios universales compartidos por la generalidad de los acuerdos, pero donde se generan profundos conflictos y colisiones cuando hablamos de las aplicaciones y prácticas de dichos principios. Todos coincidimos sobre el derecho a la Salud, sobre la necesidad imperiosa de proveer a la población y la sociedad de medicamentos de calidad, eficaces y seguros, no obstante, cuando revisamos la institucionalización de la moralidad y por consecuente, usamos la ética como una reflexión crítica sobre esta institucionalidad aparecen necesariamente conflictos relacionados a las normas sociales, los intereses particulares y la dualidad de lo bueno y lo malo.
En este sentido, la justificación racional, que aparece como la “tarea del individuo”, resulta difícil en este mundo complejo que vivimos; esa tarea del individuo pareciese quedarse más cercano a un ideal que a una acción propia de quienes conformamos la sociedad y que conjuntamente la modelamos con nuestros actos, omisiones y aceptaciones.
En la línea de lo que ha desarrollado Kant, el imperativo éticoiii, cobra fuerza en este “mercado” particular, debido a sus múltiples fallas, que lo hacen objeto de estudio de numerosos intelectuales, pensadores, economistas y salubristas; dado que esas fallas, producen efectos que se ven vinculados directamente con la salud y la recuperación de esta, en donde el medicamento emerge como un “bien” con múltiples dimensiones que van desde su dimensión social y sanitaria hasta la reducción economicista de “bien de consumo”.
El ethos, desde la significación del carácter y el modo de seriv, nos presenta un desafío cuando hablamos de farmacéuticas y medicamentos, ya que a la luz de los hechos, la voz del verdadero yo genera necesariamente impulsos de obligación cuando constatamos todo aquello que circunda a las relaciones e interacciones en torno al sistema medicamentos-‐industria-‐profesionales-‐Estado e individuo.
Aquí la Ética de las convicciones y de la responsabilidad sobre las consecuencias – el conflicto eterno-‐ toma especial importancia.
Una de las piedras angulares de la terapéutica son los medicamentos. Como “herramientas fundamentales para la recuperación de la salud”v hoy en día, son el crisol de múltiples relaciones, comportamientos, acciones y dependencias que configuran al ser humano en su relación con lo biológico y lo social.
La verdad, el valor de la vida, el concepto enfermedad y la sociedad “medicalizada”, la libertad, la justicia y la ética se conjugan en un complejo escenario que resulta en una desconexión profunda con la esencia del arte del curar quedando reducido a la imagen de una mesa de comensales de apetito voraz e insaciable.
Las fallas del mercado.
La Organización mundial de la Salud, ha identificado este mercado como “altamente imperfecto” y “no asegurador de equidad, acceso y eficiencia”.vi
En primer lugar, la poca competencia, emerge como uno de los elementos característicos toda vez que la capacidad de sustitución es reducida, debido a la existencia de patentes que condicionan el acceso y la competencia, la existencia de monopolios multinacionales, la relación de agencia médico-‐paciente, la inelasticidad de la demanda y la gran concentración. Quizás sería adecuado agregar, como esta poderosa industria, condiciona las normas y leyes a través de la acción sobre legisladores y políticos, debido a su gran poder de influencia producto de su gran capacidad financiera que la sitúa como uno de los sectores industriales de mayor poder en el mundo presente.
Por otro lado, existe una profunda asimetría de información, toda vez que la relación de agencia anteriormente mencionada, representado por el “acto de prescripción” médica, se presenta como un foco de influencia donde este acto médico se ve cada día más cuestionado e invadido por elementos ajenos a la praxis médica. Se suma a esto, que pocos ciudadanos son capaces de poder evaluar críticamente este acto, debido a la dificultad que representa el lenguaje, el conocimiento y el paternalismo propio de los profesionales de la salud.
En este mismo sentido, la existencia de incentivos materiales, financieros y de otro tipo, sacan provecho de la urgencia asociada a la enfermedad que confronta al individuo a un estado de vulnerabilidad, en donde ese sentido de la urgencia, se transforma en una condición que lo sitúa como un objeto altamente manipulable.
Como corolario, la existencia de monopolios productivos (laboratorios) y oligopolios distributivos (cadenas de farmacia) con comportamientos tipo cartel, donde emerge la colusión dirigida a mantener cuotas de mercado y obtener utilidades crecientes, vía manipulación de los precios, para el fortalecimiento de ellos en desmedro de la libre competencia. Este abuso de la posición dominante, que se da también en el caso de las patentes, genera asimismo integraciones verticales y horizontales, que en los mercados latinoamericanos y específicamente en Chile, han causado efectos sociales profundo y son el foco del reclamos social.vii
Como si los enunciados anteriores no fueran poco, se suman los efectos geopolíticos producto de la competencia por la supremacía de la diversas potencias mundiales, en donde las alianzas en materia de protección a la propiedad intelectual y por consiguiente el aumento de las barreras para la promoción de medicamentos genéricos se alza como un peligro inminente al corto y mediano plazo.
Las grandes transnacionales, buscan presionar a los gobiernos a firmar acuerdos que disfrazados bajo la capa engañosa del fomento a la investigación y el desarrollo, pretenden aumentar los monopolios en base a la extensión de patentes y el ocultamiento de los datos propios de la investigación.
Es el caso de los proyectos de Linkage y el acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), que desde un punto de vista geopolítico son claros esfuerzos de Estados Unidos por contener la expansión industrial de China e India.
Los efectos de las fallas del mercado
A diferencia de los países del primer mundo, el resto de los países del globo, carecen de políticas y recursos para solventar dinámicas propias de la protección que otorga el “Estado de Bienestar” a sus ciudadanos en materias sanitarias y de acceso a medicamentos. Como norma general, el acceso a medicamentos en estos países se encuentra determinado de forma importante por el gasto de bolsillo, es decir, aquel gasto que deben realizar los usuarios directamente de sus presupuestos familiares y por otro lado, la lógica neoliberal y la ausencia de mayores regulaciones.
Asimismo, la cooptación de los legisladores, asociaciones gremiales, organizaciones sociales, asociaciones médicas y profesionales a través del dinero, amenaza de sobremanera las posibilidades de todo cuestionamiento y acción.
El ciudadano común entonces, enfrenta un escenario complejo, debido a que el valor del medicamento en su vida, como elemento que puede, establecer inclinar su tránsito entre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte se ve condicionado en su acceso, generando una colisión potente entre su derecho y el de las corporaciones farmacéuticas.
Desde la mirada de los efectos modeladores de la oferta sobre la demanda, aparece la medicalización de la vida como un elemento para crear nuevas enfermedades y por ende nuevos tratamientos, dando lugar al “consumismo sanitario” por nuevos medicamentos y terapias. Así, la industria a través del uso de investigadores a su servicio “fabrica” nuevas enfermedades, genera consensos de sociedades médicas que terminan convenciendo al individuo de que afecciones que antes eran consideradas normales ahora son enfermedades que deben ser tratadas por médicos y fármacos. Ya mencionaba el Dr. Foucault, la socialización realizada por el capitalismo del cuerpo, en función de la fuerza productivo-‐laboral y la medicina como una estrategia biopolítica. viii
El “miedo” a estar enfermo, a no ser parte de una sociedad sana, surge como un elemento modulador del comportamiento y aceptación del ser humano frente a la medicalización. Miedo que es producto de la influencia mediática y comunicacional, como lo fue en el caso de la influenza H1N1 en donde en países como México los ciudadanos estuvieron dispuestos a renunciar a sus derechos esenciales de reunión y libre circulación como medida para evitar contagios. ¿Pero que es un ser humano que renuncia a lo social? En este mismo caso, muchos países invirtieron cantidades significativas de sus presupuestos sanitarios para adquirir el Oseltamivir (o Tamiflú) el cual se encuentra cuestionado de forma importante en su efectividad para tratar dicho cuadro. ix
Como si fuera poco, actualmente se estima que un tercio de la población no tiene acceso regular a medicamentos esenciales y vacunas de calidad.x
El desafío de la Ética. Conclusiones.
Desde un aspecto naturalista, tenemos un conflicto evidente desde lo objetivamente bueno y lo subjetivamente bueno. Lo benéfico para la especie pareciese estar poderosamente condicionado en este caso por los intereses de una élite gobernante y legitimada por el “ejercicio democrático procedimental” (Schumpeter).xi
En este contexto, la ética de la perfección del hombre del cual nos hablaba Aristóteles aparece como un lejano ideal en donde quizás deberíamos concentrarnos en lo que podemos y debemos hacer para lograr la necesaria transición entre lo que es y lo que debería ser. Aquí, de forma primordial la significancia de la Ética Kantiana y el imperativo categórico aclara el panorama, en cuanto a que a todas luces la razón nos puede encaminar hacia principios propios de una legislación universal en cuanto a acceso a medicamentos y regulación del mercado farmacéutico. Desde el punto de vista de Habermas y Opel cobra especial sentido la generación de diálogos comunales aparece para hacer lo que se considera necesario, pero por sobre todo para establecer una responsabilidad solidariaxii en cuanto a que a partir de principios universales es posible generalizar que el acceso a medicamentos eficaces, de calidad y seguros debe ser un derecho y un imperativo categórico, que debe desarrollarse en un mercado legítimo, no por su aceptación inconsciente, sino como producto del alcance de consensos que justifiquen las consecuencias y externalidades propias de éste.
Juan Pablo Morales.
Químico Farmacéutico. Magister en Gestión y Dirección en Salud. Director Ejecutivo ONG Políticas farmacéuticas. www.politicasfarmaceuticas.cl
NOTAS:
i Arnaudo, F. Concepto de anomia según Robert Merton (“Estructura social y anomia”). Las normas son la argamasa que mantiene cohesionado el sistema social.
ii Deleuze, G. Spinoza: Filosofía Práctica. Tusquets Editores. 2da Edición. 2009.
iii Hooker, B. Kant’s Normative Ethics. Richmond Journal of Philosophy 1. 2002.
iv Montero, A. Los Usos Del Ethos. Abordajes Discursivos, Sociológicos Y Políticos. RÉTOR, 2 (2), pp. 223-‐242, 2012.
v Morales, J.P., 2011. La industria de medicamentos contribuye a la inequidad. Remedios que enferman. Le Monde Diplomatique. 11(125) pág. 11. Santiago, Chile. Ed. Aun creemos en los sueños
vi OMS. Sistemas de seguros de salud y acceso a medicamentos -‐ Estudios de casos de Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, Estados Unidos de América y Guatemala. 2001
vii Morales, M. Medicamentos sin receta (otc): una política pública para aumentar la equidad en salud y el empoderamiento ciudadano. Revista Occidente. Enero-‐Febrero 2012.
viii Foucault, M. Historia de la Medicalización. Educación médica y salud. Vol. 11, No. 1 (1977).
ix Gonzáles, B. Medicalización, Errores Médicos & Industria Farmacéutica. Ed. Althaea. 2011.
x Uranga N. Acceso a medicamentos esenciales: un derecho de todos. Rev Pediatr Aten Primaria 2004; 6: 263-‐269. xi Schumpeter, J. Capitalism, Socialism And Democracy. Taylor & Francis e-‐Library. 2003
xii Gomez, F. Habermas y Colaboradores. Intervención Social y Política Social. Universidad Complutense de Madrid. 2009.