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La historia no se repite, enseña, de ella se aprende. Por Gustavo Gac-Artigas

No es que la historia se repita, la historia enseña.

Enseña cuando hay algo que aprender, cuando la mente humana está abierta al aprendizaje, cuando aún no se ha logrado encasillar y encadenar el pensamiento.

Viví una época de enseñanzas, de aprendizaje, de rebelión, estudié el alma y el cuerpo, el ser humano y la bestia, confronté uno con el otro.

Me quisieron enseñar la palabra ligera como un paquete de palomitas de maíz, la palabra en las nubes, y deseché esa enseñanza.

Aprendí de la palabra pesada, cargada de significado, escrita con sangre, con amor, con la mano de los pueblos, la hice mía, mi palabra.

Mi cuerpo aprendió del dolor de otros cuerpos, y esos matracazos de la historia rompieron el caparazón que me protegía, ese muro de cristal que me impedía el salir al mundo.

Conocí el poder y la cárcel, de ambos aprendí, de ambos renegué, no quiero la fuerza del poder, no quiero las celdas de la sociedad, prefiero la rebeldía que me empuja día a día a descubrir la injusticia, a denunciar la injusticia.

Aprendí que la historia se encuentra más allá de las universidades, en las calles, en las casas destruidas bajo las bombas, que el alimento de los libros no basta para satisfacer el hambre de una persona, de una niña, de los millones sitiados por la miseria, o cercados para exterminarlos en Gaza.

En 1969 quemé banderas, ocupé universidades; no, no era ser antinorteamericano, era ser humano, oponerme a los crímenes cometidos en Vietnam, cada palo caído sobre mi cuerpo no aliviaba al dolor de una niña corriendo desnuda por las calles su piel arrancada por el napalm.

De la historia se aprende, se aprende si se desea aprender, si se entiende que nada de lo humano nos es ajeno, que lo inhumano debe denunciarse.

No se es anti nada; no soy antisemita, como no soy antislámico, por denunciar el crimen de Hamas o el de Netanyahu y su jauría. Es fácil intentar ocultar el crimen, justificarse, gritando “están contra nosotros, quieren destruirnos”, mientras destruyen un pueblo.

Y no estoy seguro de si estoy hablando de Gaza o de Vietnam, de bombas dirigidas por Inteligencia Artificial en Gaza o de los B 52 dejando caer Napalm o gas naranja en Vietnam destruyendo hasta al enemigo que está por nacer. Sí estoy hablando del hambre que mata lentamente o destruye al niño palestino al que le impiden desarrollarse.

No estoy seguro puesto que la historia no se repite, de ella se aprende, se aprende cuando te enseñó a aprender, pero para ello hay que saber leer la historia.

Y no estoy seguro de si estoy hablando de ayer, de historia pasada o de hoy, historia presente, de si estoy hablando de mis años de lucha por la reforma universitaria en Chile y contra la guerra en Vietnam en el 68, o de hoy en el 2024, de los universitarios que elevaron sus voces contra la muerte y exigen un cese de fuego en Gaza.

Tuve profesores que me enseñaron a pensar, a oponerme a las cadenas del pensamiento. Hubo otros que quisieron enseñarme a obedecer, a agachar la cabeza, volverme masa y repetir. Los últimos no eran verdaderos profesores y sin embargo también me enseñaron; me enseñaron lo que no había que aprender, que ellos no eran otra cosa que capataces protegiendo el campo de sus patrones, que nos veían como ganado destinado a alimentar sus empresas. Y no estoy seguro de si estoy hablando de ayer, de historia pasada o de hoy, historia presente.

A ambos doy las gracias, ambos me enseñaron que en el fondo la vida es el mejor libro, que el ser humano se encuentra en los caminos que rodean la universidad, que no son extraños a ella, que ellos son la palabra que significa y dignifica. Me enseñaron que la historia no se repite, que de ella se aprende y que ella puede que alimente un verso o una protesta.

Un día salí a encontrarme con la historia. Aún la busco, no en el pasado, en el presente, y salgo a caminar por los caminos con aquellos jóvenes que hoy iluminan la historia. No son muchos, pero son una linterna.

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Gustavo Gac-Artigas es escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Reside en los EE. UU.

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