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La intervención social, en tiempos de pandemia, un alcance desde la experiencia de la gestión social. Por Cristian Jiménez

Muchas veces me he preguntado qué es una crisis, y solo encontraba una respuesta en lo específico, un aislamiento, una puerta cerrada o un hoyo sin fondo. Pero esta pandemia ha generado una realidad enfocada en el actuar, entregando desde el hacer respuestas concretas y puntuales a las diversas preguntas y necesidades que son planteadas por un sujeto que se ha concientizado desde un punto de vista social, inspirado por otro individuo, por ejemplo, un sujeto en calle, que está mucho más consciente.

De lo poco que he compartido y de lo mucho que he aprendido de los reconocidos y más de los desconocidos, hoy entiendo y comprendo que las crisis son oportunidades siempre y cuando exista un real, sensato y comprometido trabajo en red, que no es más que desempeñar de forma eficiente y eficaz el rol que a cada uno le toca cumplir, sin olvidar que podemos errar pero no desfallecer, o en palabras simples jamás perder la capacidad de asombro.

Cuando he leído y escuchado el significado de incidencia acción y resultado de repercutir lo comparto pero desde una parada crítica, hago un alcance: más allá de lo que muchas veces se ve como algo interpretativo y significativo de manera global o a nivel macro -tengo la humilde valentía de decirlo y creerlo, ya que a través del conocimiento adquirido en estos días, por los insumos y la generosidad de esos actores de primera línea, por la praxis, los datos obtenidos y el contexto vivido-, hoy más que nunca y con la convicción clara, puedo asegurar que los cambios sociales son producidos e intencionados por acciones en lo particular, en lo concreto y a nivel micro. Tal como hoy el coronavirus nos ha hecho dimensionar, comportándonos, adaptándonos y reinventando nuestro trabajo desde lo micro, para así intencionar cambios.

El párrafo anterior espero se clarifique en estas líneas. A través del conocimiento o de la información que entrega el estado y que se refleja en las instituciones públicas, las cuales muchas veces trabajan con escasez de recursos, pero también de intenciones y compromisos reales y, a través del trabajo de las organizaciones de la sociedad civil, quienes trabajando desde la falta de recursos y oportunidades, se hace evidente que lo que es verdaderamente fundamental, es el compromiso de los actores participantes de estos organismos.

Se habla de las instituciones públicas, privadas y ONGs, pero nos olvidamos muchas veces que son las personas las que hacen las instituciones, así como también las intervenciones, con esto no le quito responsabilidad al estado, al contrario lo interpelo, así como a ese sujeto que es capaz de responder de forma clara y precisa al estímulo de entregar una respuesta esperada, de forma apropiada y consciente.

Esta pandemia y crisis sanitaria, no es más que un reflejo de las carentes políticas públicas, del poco desarrollo estatal o bien, del abuso histórico de la sociedad contra la sociedad, que hoy ha mostrado que no solo es responsabilidad de los sujetos sino más bien, de las desigualdades que se han producido históricamente. ¿Por qué? Porque el paraguas constitucional ha estado en desmedro de la ciudadanía, imposibilitando por años respuestas oportunas a las necesidades vividas y todo esto encapsulado en el neoliberalismo que beneficia solo a algunos pocos.

Con lo expresado y compartido no doy, ni entrego una solución, pero quizás sí una reflexión y un llamado a mirar un camino que aún es de tierra y con espigas, que se podría considerar mejorar, ya que aunque no se debe, muchos pueden olvidar el pasado, también se puede vivir el presente intensamente o decidir hacerse a un lado, pero el futuro, ese sí que se puede articular en conjunto, y más que construir, el llamado es a co-construir uno mejor para todos.

Cristian Jiménez es Trabajador Social en Fundación Gente de la Calle.

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