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Movilización estudiantil histórica (Pedagógico 2000-2020). Por Verónica Lizana Muñoz

Tu primera lección en la universidad es que cada singular necesita su plural. Que más allá de ti hay otros [y otras] que tienen parecidas esperanzas, frustraciones, miedos, rencores, corajes y de nuevo esperanzas; y que es perentorio encontrarlos, reconocerlos, hacerse con ellos miembros de una misma comunidad. (Brodsky, 1985, como se citó en Toro, 2015)

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A fines del siglo XIX, los abogados, religiosos, médicos, ingenieros, agrimensores, bachilleres o egresados de humanidades se desempeñaban como docentes en los liceos fiscales. Por lo que el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile se creó en 1889 como una instancia para profesionalizar al profesorado de Educación Secundaria o como un espacio para aprender a enseñar, donde no bastaba con saber el contenido disciplinar, sino que era fundamental enseñarlo pedagógicamente. Esta formación fue impartida por profesores alemanes especializados en diferentes disciplinas en un inicio y luego se incorporaron profesores chilenos. Y en 1893, el director Domingo Amunátegui admitió el ingreso de las mujeres al instituto (Memoria Chilena, 2018).

Según Serrano, Ponce de León y Rengifo (2012, p. 375), la profesionalización docente permitió que “los hijos del liceo público” recibieran la misma certificación “en las competencias requeridas por una sociedad urbanizada, desde una ideología de movilidad social fomentada por la instrucción secundaria”. Si bien, sus egresados conformaron una pequeña elite intelectual masculina, tuvieron una gran influencia en la representación política y en el desarrollo cultural, económico y burocrático del país.

Consiguientemente, esta institución transformó las visiones o perspectivas acerca de lo que significaba ser “un docente idóneo-, como también, potenció la producción de conocimiento científico y humanista en el país”. Conceptualmente, el Instituto Pedagógico formaba parte del modelo europeo decimonónico que, suponía la existencia de docentes preparados en las universidades –por lo tanto, participaban de su erudición y valores científicos- y certificados mediante exámenes estatales. (Serrano, Ponce de León y Rengifo, 2012, pp. 348 - 349)

Después de 92 años, la dictadura cívico-militar liderada por el comandante en jefe del ejército Augusto Pinochet Ugarte (1915 - 2006) desvinculó el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, transformándolo en Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago en 1981. Según el Decreto con Fuerza de Ley N° 7 (Diario Oficial, 1981), la academia quedó homologada como un instituto profesional, independiente, autónomo, con personalidad jurídica, cuyos rectores fueron designados por la junta militar. La misma que crea la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (en adelante UMCE) en 1985 como una Institución de Educación Superior de carácter estatal, autónoma, con personalidad jurídica y patrimonio propio, siendo su representante legal el rector (BCN, 1985).

En el año 2000, la ministra de educación, Mariana Aylwin declara que la UMCE será restituida a la Universidad de Chile debido a su estado de crisis económica e ingobernabilidad, cuyo equipo directivo era ampliamente cuestionado como interlocutor válido. Según la prensa de la época, la transferencia fue acordada entre el Presidente de la República, Ricardo Lagos y el rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros (El Mercurio de Valparaíso, 2000). Este quiebre institucional fue desencadenado por un movimiento estudiantil histórico que estuvo liderado por un Consejo de Presidentas y Presidentes de 19 carreras de pregrado. Quienes conformaron una orgánica horizontal, dinámica y asambleísta que inauguró la imagen de las voceras y los voceros como modalidad de representación pública. Estos estudiantes tenían el deber de “hablar en nombre de la asamblea”, llevando su voz, fuerza y mandato.

Al respecto, Quitral (2018, pp. 140-141) distingue, los movimientos estudiantiles cuentan con una multiplicidad de liderazgos y objetivos, los cuales se actualizan periódicamente, dotando de nueva fuerza al movimiento e incorporando nuevas ideas que enriquecen el debate. Generalmente alcanzan importantes niveles organizativos, tomando como coordinación central la asamblea, cuyo espacio se constituye en un lugar relevante para la deliberación, la reflexión y el encuadre [estructural y coyuntural] de las y los estudiantes

Esta transferencia institucional generó profundas fracturas en ambas comunidades universitarias, tanto al interior de la UMCE, donde los rumores fatalistas hacían suponer que el cuerpo directivo, docente y de gestión sería despedido por falta de méritos académicos. Como al interior de la Universidad de Chile, donde había facultades que se oponían abiertamente por razones políticas, económicas e ideológicas. Esta situación desestabilizó al gobierno triestamental que nominalmente dirigía a la UMCE y terminó por derrumbar a un movimiento estudiantil agotado por las interminables tomas, retomas, desalojos y mesas de diálogo, cuyos dirigentes estaban asediados por las amenazas de cierre de los operadores políticos del ministerio de educación y por las exigencias de las nuevas autoridades del ex-Pedagógico que liderarían una transición civilizada hacia su alma mater.

Autoridades que finalmente resolvieron diluir la idea en aras de mantener el orden establecido por la dictadura cívico-militar en 1981.

Ahora bien, ¿qué ocurrió con la UMCE después de 20 años de este quiebre institucional? ¿se logró posicionar como una universidad de excelencia? ¿dónde está la asociación de académic@s y funcionari@s? ¿dónde está su movimiento estudiantil?

El 9 de noviembre de 2020, La Tercera publicaba “Mineduc ordena inédito proceso de supervisión en la UMCE para que mejore su acreditación”, es decir, se acreditó por tres años durante dos periodos consecutivos, de modo que será “la primera institución en someterse a una tutoría según la nueva Ley de Universidades Estatales. Así que la Universidad de La Frontera será la encargada de aplicarla con una extensión máxima de seis años” (La Tercera, 2020).

Por tanto, si la UMCE no logra acreditarse por más de cuatro años o no mejora su calidad durante estos seis años, el ministerio de educación nombrará a un administrador-provisional que reemplazará al rector en sus funciones. Lo que irá acompañado de un proyecto de ley que definirá su futuro institucional o su reestructuración total.

Entonces, ¿cuáles serán los nuevos caciques de la UMCE? Lo que inevitablemente evoca las profecías de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos: Para llevar a cabo todo eso se requiere algo más que la voluntad de una persona. ¿De qué serviría acabar con el cacicazgo de doña Bárbara en el Arauca? Reaparecería más allá bajo otro nombre. Lo que urge es modificar las circunstancias que producen estos males: poblar. Pero para poblar, sanear primero, y para sanear, poblar antes. ¡Un círculo vicioso! (2019, p. 26)

Verónica Lizana Muñoz
Exdirigente estudiantil de la carrera Educación Diferencial y Vocera del Consejo de President@s, UMCE.

Nota: Esta ponencia fue presentada en el Conversatorio “Pedagógico (2000): a 20 años de la movilización histórica. Diálogo con dirigentes estudiantiles”, que se transmitió por Facebook Live el martes 17 de noviembre 2020. Recuperado de https://www.facebook.com/peda2000/videos/376153666955676   Bibliografía

BCN (1985). Ley 18433. Chile: Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Recuperado de http://www.umce.cl/joomlatools-files/docman-files/universidad/transparencia/potestades/LEY-18433_04-SEP-1985.pdf

Diario Oficial (1981). Decreto con Fuerza de Ley N° 7. Crea el Instituto Profesional denominado “Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago. Recuperado de https://www.umce.cl/joomlatools-files/docman-files/universidad/direcciones/d_investigacion/reglamentos-resoluciones/leyes-decretos/dfl-7-creacion-academia-superior-cs-pedagogicas.pdf

El Mercurio de Valparaíso (2000). Debido a la ingobernabilidad de la UMCE será traspasada a la Universidad de Chile. Gobierno aplicará la medida mediante un proyecto de ley. Recuperado de https://www.mercuriovalpo.cl/site/edic/20000907204049/pags/20000908011939.html

Gallegos, R. (2019). Doña Bárbara. España: Editorial Verbum, S.L.

La Tercera (2020). Mineduc ordena inédito proceso de supervisión en la UMCE para que mejore su acreditación. Recuperado de https://www.latercera.com/nacional/noticia/mineduc-ordena-inedito-proceso-de-supervision-en-la-umce-para-que-mejore-su-acreditacion/Z4OX3U7U65D4BDOV4QPJCLBJIA/

Memoria Chilena (2018). Instituto Pedagógico (1889-1989). Chile: Biblioteca Nacional Digital de Chile.

Quitral, M. (2018). Crisis del Estado subsidiario y movimiento estudiantil chileno. Un análisis desde la teoría de framing. Revista Latinoamericana de Desarrollo Económico , N° 31, pp. 165-158. Recuperado de http://www.iisec.ucb.edu.bo/assets_iisec/publicacion/Lajed__31-136-158.pdf

Serrano, S. Ponce de León, M. Rengifo, F. (2012) Historia de la Educación en Chile (1810 – 2010). Tomo II. La educación nacional (1880 - 1930). Chile: Prisa Ediciones.

Toro, P. (2015). «Tiempos tristes»: notas sobre movimiento estudiantil, comunidad y emociones en la Universidad de Chile ante la dictadura de Pinochet (1974-1986). Espacio, Tiempo y Educación, vol. 2, núm. 2, pp. 107-124.

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