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Proximidad de un nuevo ciclo. Por Por Luis Osorio

LAS POSTRIMERÍAS DEL PEOR GOBIERNO EN MEDIO DE ESPERANZAS FUNDAMENTALES.

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Luego de un tiempo de “silencio” en las palabras escritas, como acción de reflexión, lo primero que surge es la revisión de análisis efectuados por varios años de la contingencia política y la observación de una situación donde queda la sensación, de statu quo en el cual se vegetaba y arrastraba una problemática social profunda que no ha tenido solución. Los tiempos calendarios, han sido más que suficientes y los perfiles de quienes se han sentido cómodos gobernando con la constitución redactada en dictadura, partiendo de una hoja cubierta de atropello a los derechos humanos y tomándose un tiempo extenso para su elaboración, son bastante reconocidos. Claramente esa constitución ha sido altamente beneficiosa para un grupo político que incluye a la derecha y los concertacionistas, que se fueron aferrando hábilmente a las bondades que iban descubriendo paulatinamente del modelo, y, además, están convencidos a ultranza que su “obra” era valiosa, craso error. Por supuesto, no se trata de la totalidad de los concertacionistas, la opinión pública sabrá distinguir y rescatar a algunos. Se trata de un grupo que se desentiende de la génesis del estallido social, eludiendo su responsabilidad. Un dicho popular, hablaría de que “lo comido y lo bailado”, no se les puede quitar, lo cierto es que desestiman con creces ese movimiento social, no los identifica en absoluto. Analizaba en relación a un documental exhibido el domingo recién pasado, sobre la vida de Hortensia Bussi, que el 11 de septiembre de 1973, se inicia una etapa plena del fin justifica los medios, siendo los medios la violación sistemática de los derechos humanos y la represión; en tanto, el fin es una estructura creada en dictadura, un orden institucional sustentado en la constitución ochentera y la prolongación de lo sustancial de esa época hasta la fecha, no se observa la intención de hacer un gesto de reparación de las consecuencias de los fines, como acto que hubiese ayudado a compensar los medios utilizados y denunciados internacionalmente por la viuda del presidente Allende. Supieron llevar al país, a un cúmulo de cosas no resueltas que determinan una comprensión necesaria ya transcurrido el siglo XXI, que obliga a una atención especial, observando que hay una variedad de acontecimientos en desarrollo, superpuestos unos con otros. Son concurrentes elementos esperanzadores, al ubicarlos en forma independientes, pero que a la vez se impregnan de una cuota de desconfianza atendible, entrelazada de múltiples factores relacionados unos con otros y que ha marcado lo que se podría denominar la historia del país de cincuenta años. Hay hechos recientes carentes de explicación, y que en algún momento deberían ser aclarados con precisión, situándolos en lo racional. Por qué el plebiscito de entrada al proceso constituyente no fue obligatorio y el plebiscito de salida es obligatorio; por qué, en el plebiscito entrada dos papeletas y no una; por qué, el proceso constituyente en curso partió con enganches no menores, de condiciones prefijadas basadas en la constitución del 80, que le entrega reglas a la nueva constitución de ámbitos no permitidos. Podría ser muy compleja y para algunos hasta fuera de contexto el exigir explicaciones al respecto, llevándonos a la única opción de omitir, pero nunca olvidar. Siendo altamente relevantes, acontecimientos recientes como lo es la llegada de un gobierno que representa un espíritu de futuro, y la redacción de la nueva constitución, hay cuestiones que no se pueden dejar pasar y en la redacción e interpretación de la historia, en algún momento merecen una referencia clara. Es importante una conceptualización de sociedad y también el entendimiento de lo que es democracia, como opción de decisión de mayorías efectivas y participativas, de la forma de convivir sin privilegios y en el marco de una justicia social, lejana a estos tiempos de predominio de un presidente saliente que engrosa los círculos de los poderosos del sistema económico. Pero, le da lo mismo, se siente haber sido servidor público y con ello se equivoca. Entre hoy y mañana pasado el mediodía, hay una gran diferencia, se puede empezar a construir otro Chile, pero es tanto el tiempo de postergación, que a un movimiento que fue de extraordinaria importancia con el movimiento estudiantil del 2011 liderado por los universitarios y por cierto gravitante, con una absorción de las demandas fraguadas incluso en tiempos de dictadura, al no haber reacciones sustanciales, se le superpone el estallido social, que es más envolvente y de temáticas no resueltas. Es una cuenta histórica de magnitud que no está saldada. Los movimientos de la educación superior, tienen el atributo de que sus dirigentes han alcanzado en ocasiones un nivel de formación al cual no cualquiera puede llegar, ello no como algo crítico, considerando que para cambiar un país se requiere de la adquisición de conocimiento y el desarrollo de la puesta en práctica del intelecto, la inteligencia, la táctica y la estrategia. Si los problemas sociales, escalan aún más, se produce el estallido como el del 18 de octubre de 2019, que involucra a muchos más, ya que engloba a quienes han avanzado y crecido en medio de la precariedad. Es el reflejo de lo que suman gobiernos, que conducen bien los fines que antecesores del poder proyectaron a largo plazo desde la década del 70, como aniquilación del movimiento popular. Este no es ni más ni menos que el punto de partida. El año 2011, Giorgio Jackson, sin considerarlo como ministro del gobierno que mañana después de las 12 del día ya estará en pleno ejercicio de sus funciones, sino como un dirigente estudiantil que deja plasmada en palabras parte de la historia del país, en la edición de “otro Chile es posible”, de le Monde Diplomatique, expresaba: “Durante la Concertación era fácil que los gobernantes y autoridades culparan al sistema político, a la obstrucción opositora de derecha que no daba los votos para las reformas y usaba ese mecanismo para descomprimir la presión social, al tiempo que ocultaba su falta de convicción y coraje para impulsar cambios fuera del marco de la política de los consensos.”. En referencia al primer gobierno de Piñera, afirmaba: “Hoy, el gobierno no tiene a quién culpar, porque además concentra todo el poder. Eso permite que la presión social se concentre en un mismo punto: en la desigualdad del sistema. Eso hace que el movimiento sea más ambicioso, menos sectorial y más político, desde el punto de vista de que las demandas se hacen transversales.”. Esto generó en el último tiempo, y reafirmando lo que expresa el hasta hoy diputado y mañana ministro, los elementos más que suficientes que dan paso al estallido. También, sobre el escrito se pueden tener puntos disidentes, cuando señala “las reformas que levanta el movimiento estudiantil suponen, necesariamente, más y mejor democracia.”, desde una mirada diferente y natural desde una vivencia de mayor tiempo, sostengo la inexistencia de una democracia, considero inconsistente los llamados períodos de transición y el único hito de envergadura que se abre a una democracia real, es la redacción de la constitución nueva, el plebiscito de salida y acontecimientos de futuros deseados aún no previsibles. Conviviendo con una constitución redactada en dictadura, no logro concebir la existencia de una democracia, que más aún ampara un modelo estructural profundo e injusto. No todos los escenarios siempre son buenos, pero aún con voto obligatorio y resultado negativo que legitime la constitución del ochenta, obligaría a aceptar el resultado de un acto que se abre a una democracia, sin dejar de tener en cuenta lo negativo de esta vía de la perduración del pasado. Mejor pensar en positivo. Siempre en las citas al escrito, y contextualizado en el primer gobierno de Piñera de manera específica el 2011, se indicaba “lo vimos el 4 de agosto pasado, cuando estábamos planteando una reforma tributaria para obtener los recursos que financien las demandas que postulamos o cuando entre otras cosas, explorábamos la idea de un plebiscito para que participe la ciudadanía en las decisiones; la respuesta del gobierno fue la represión. Ese día llegamos a la médula de la contradicción del sistema. Esto nos lleva a hacernos cargo de las transformaciones más profundas que necesita Chile. Los jóvenes tenemos que proyectar este movimiento en el mediano y largo plazo y, por tanto, hacernos partícipes de esta construcción de sociedad, lo que nos llevará necesariamente a participar en los distintos procesos políticos que se avecinan.”. En forma clara, esto otorga una conexión grande entre lo que aconteció doce años atrás y su evolución hasta el presente, sin dejar de considerar las complejidades que se han cruzado en el camino, junto a situaciones de tensión máxima que están en lo pendiente. Finalmente, en el texto comentado se indica “si en los 60 la reforma universitaria demoró años, hoy los tiempos son veloces y hacen que los cambios profundos sean más rápidos, de hecho, ya están sucediendo. Se está rompiendo la frontera de lo posible, se está desplazando.”. Estos son elementos que se articulan en un nuevo ciclo del cual podríamos ser actores del momento de la partida, con un gran deseo de que hubiera sucedido mucho antes, y la presencia en la retina de quienes impidieron los cambios, falta de voluntad y cero sensibilidades sociales. Unos pocos reclaman gradualidad, después de haber estado varias décadas ligados a los gobiernos post dictadura, es evidente que el paso muy gradual impide el avance y sólo favorece a unos pocos. Hay una herencia negativa de tiempos no tan pasados que han pasado la cuenta, el conflicto social no es casual y es diferente la presencia en la calle de estudiantes universitarios, secundarios o de los que no han tenido oportunidades y no tienen nada que perder, responden enrabiados a una sociedad injusta. Si se afirma que mañana podría ser la partida de un nuevo ciclo, hay que reconocer el ciclo antecesor, poniendo atención en el sub ciclo de los últimos 16 años. Bachelet le entrega su primer gobierno a Piñera, estamos hablando del período 2010 – 2013. El conglomerado de extraordinaria debilidad por una extinción de la concertación, finaliza siendo gobierno nuevamente con Bachelet como presidenta con dos candidaturas a la presidencia el año 2017 y se le entrega nuevamente la presidencia a Piñera, quien deja un legado importante en violaciones a derechos humanos. La proyección del movimiento estudiantil del 2011, dio resultado con creces, al llegar a Palacio desde mañana, y coger una mochila de bastante peso. Tendrán que relacionarse con los que fueron responsables de lo “que no eran 30 pesos sino 30 años”, el contador de la demanda social de octubre de 2019, recién se posiciona en cero representando con ello un gran desafío. Era imposible que el gobierno que extingue, pudiera asumir demandas sociales alejadas de su ADN. Sabiendo que los movimientos estudiantiles, siempre llevan la delantera en la percepción de la demanda que clama la sociedad, y como por primera vez en algo inédito en el país, la diferencia de edad entre el gobernante y los integrantes de esos movimientos no será considerable, será materia de observación la forma de llevar el tema intergeneracional entre generaciones vecinas, siempre enfocados en una mirada de futuro. Por último, sin dejar de desear lo mejor para los que llegan, también hay la satisfacción que en Chile no habrá Piñera 3. Todo el respeto para el próximo presidente y una cuota de descontento acrecentada, con los gobiernos desde el año 1990 a la fecha. Es la expresión de un análisis sostenido en el tiempo, que no permiten ver ni siquiera fisuras en el modelo y estructura creada en el período de Pinochet. Ha habido avances, pero es el tiempo del futuro mirando lo esencial, con el fin de las autoridades con acentuados lazos comunicantes al poder económico otorgándoles a éstos, soberana pleitesía. Hemos pasado por tensiones que nunca deberían haber existido, la expectativa de lo que vendría después de terminado el gobierno cívico militar, era diametralmente opuesta a lo que se fue gestando en algo más de 30 años, en ese plano no hay justificaciones válidas que determinen el abandono del transitar a un país caracterizado por lo justo, sin desigualdad. Sin dudas el año 2022, será particularmente un año de inflexión profunda. No se trata sólo de la llegada de un nuevo presidente, es la decisión de un Chile muy diferente. Si la historia se escribiera por capítulos, habría uno que va desde 1970 a 1973; el siguiente abarca desde 1973 a 1990; lo sucede uno de gran extensión comprendido entre el 11 de marzo de 1990 y el 10 de marzo de 2022, este último con cuatro subtítulos 1990-2006, 2007-2011, 2012-2019, 2020-al 10 de marzo del 2022. Mañana parte un nuevo capítulo, con el desafío que se realicen las acciones necesarias para que éste sea bien escrito, en la justicia, la razón y el sentido humano en todas sus facetas. Las esperanzas fundamentales, requieren de la concurrencia de quienes han sido siempre consecuentes con la visión de cambios, de todas las edades, no de quienes han optado por el ritmo conservador a conveniencia.

10 de marzo de 2022

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