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Salir de la lógica de poder. El estallido chileno retoma los frutos de los movimientos no global. por Cristina Bianchi

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Fotografía: https://ar.pinterest.com/pin/854558098030015854/

Desde octubre del año pasado, en Chile estamos frente a la manifestación de una ruptura de los símbolos de poder y del sistema, expresados po ejemplo con la estatua de un héroe mapuche al cual se le puso en la mano la cabeza de la estatua de un colonizador.

El reclamo para el reconocimiento de parte de los pueblos originarios es otro aspecto visible, a través de las muchas banderas y escritas mapuche, siempre presentes en las manifestaciones.

La ausencia de banderas de partidos políticos ha sido otro elemento caracterizante las manifestaciones chilenas desde el pasado 18 de octubre. La observación de lo que se visibiliza, como también de lo que no encuentra espacio en las manifestaciones del pueblo, es muy relevante. Nos comunica una silente crítica al sistema de partidos.

Las numerosas experiencias de educación alternativa que surgen cada día más en el Chile actual, algunas de las cuales se han convertido en métodos educativos de escuelas privadas al servicio del sistema, nos comunican un deseo de ruptura y cambio en la alimentación de la forma mentis de los niños y niñas.

La clase media saludable, que los domingos hace deporte en bicicletas de lujo acompañadas de todos sus accesorios en lugares bonitos de la capital es otra expresión del poder, donde se ha logrado encajar la disidencia en relación a la movilidad automatizada privada en dinámicas funcionales al sistema de consumo.

Una asistencia social privatizada y dejada a cargo de fundaciones solidarias filantrópicas y de desarrollo también entra el la lógica de la competitividad, promocionando capacitaciones de alto nivel y altos precios, para la ganancia de fondos que ponen a competir estas organizaciones reproduciendo los métodos del mercado: otra expresión de una ideología capitalista bien planificada para convertir todo a mercado; convertir los bienes a mercancía; prostituir los servicios.

Si lo que ha prevalso a nivel de operación mediática internacional en el estallido chileno ha sido hasta el momento la quema de las estacioens de metro, las protestas multitudinarias y las condenas del Instituto Nacional de Derechos Humanos, no se ha puesto tanto énfasis en el proceso participativo que se ha desatado de esa insurrección popular. Esta parte del cuento omite la historia reciente de un pueblo que ha sabido auto-organizarse dejando afuera los representantes del sistema de poder (léase partidos políticos, sindicatos, etc.), para re-encontrarse a nivel muy local, de vecindario y reconstruir por un lado relaciones de solidaridad en el inmediato, y por otro lado una visión de futuro divergente por no haber aceptado la visión ofrecida por la sociedad actual: nacer, endeudarse para estudiar, trabajar para pagar las deudas, endeudarse para comprar auto y departamento de 40 metros cuadrados, endeudarse para sobrevivir, reproducirse, endeudarse para mantener a los hijos, enfermarse, endeudarse para curarse de las enfermedades, morir. En el ciclo de vida del sistema actual, la palabra predominante es “endeudarse”.

A la crisis económica por las decisiones tomadas en relación a la gestión de la crisis sanitaria por Covid-19, la máxima autoridad del Estado ha propuesto a la clase media el mismo sistema de respuestas: endeudarse. El Chile que vanta uno de los mejores niveles de educación superior en Suramérica, debe entonces hacer la cuenta con una clase media endeudada pero, a la vez, capaz de una lectura crítica de su situación y que cuenta con la humildad para poder trabajar juntos a la búsqueda de otro final.

Las asambleas comunitarias y los cabildos temáticos coordinados de forma horizontal son expresión del estallido al mismo nivel que los actos de destrucción de bienes públicos y de manifestacioens masivas en las calles, con la única diferencia que en lugar de destruir, construyen. Las asambleas, por su naturaleza y por como han sido gestionadas hasta el momento, constituyen un elemento de ruptura con el sistema preestablecido. Son expresión de la búsqueda de otro sistema que aún no está presente y se han mantenido fieles al sistema democrático en el cual se mueven, a pesar de considerarlo imperfecto.

La búsqueda de una salida de las relaciones de partidos y de poder se ha oromocionado desde los detentores de obligaciones (léase los servidores públicos) como anarquismo, llamando a asociar esta palabra con la destrucción, la ausencia de reglas y el miedo para los que se encontraban hasta ahora en una situación de vida cómoda. Este miedo a quedarse sin una ley ha sido usado para consolidar un rechazo a los cambios y en específico a la reforma cosntitucional que se votará el próximo 25 octubre, pero con la incapacidad de leer y asumir la realidad del país entero (recuerden que en un Chile centralizado, las manifestaciones y asambleas se dieron en todo el país de forma espontánea, caracterizando un estallido sin precedentes).

A exactamente 20 años de la Batalla de Seattle que dejó el paso a los movimientos no-global de la segunda mitad de los años noventa en toda Europa y que han empezado su declino en la segunda mitad de la primera década del tercer milenio, hoy los hechos del estallido social chileno vuelve a poner sobre la mesa una dura crítica al sistema capitalista.

Es la era de las nuevas tecnologías que individualizan el manejo de las relaciones y la construcción de noticias y que, por otro lado, permiten crear redes virtuales capaces de pasar a una acción real, como han demostrado los estudiantes con el comienzo de la protesta de desobediencia civil (técnica de protesta no violenta) la semana anterior al estallido. En los días calientes post-desobediencia civil, se han escuchado respuestas muy duras de parte de los poderes estatales, dirigidas a minimizar y burlarse de los acontecimientos, del costo de la vida y dirigidas a culpabilizar y victimizar a los protagonistas. Estas reacciones son el símbolo de una incapacidad de los poderes de escuchar al pueblo, de reconocer su malestar y de querer encontrar una solución basada en el diálogo con sus electores. También hay que considerar que los manifestantes y sus apoyadores (todo el pueblo desde la clase media hacia abajo) no coincidían con los electores de los que tienen cargos de poder en el gobierno actual. La respuesta del gobierno fue, por lo tanto, evidenciar su responsabilidad en relación a sus electores (la clase alta empresarial) y no en relación a todo el pueblo chileno. Desde octubre y mucho antes, el actual gobierno ha gobernado para los intereses de sus electores, como si fueran miembros de una junta directiva empresarial, y no para los chilenos (sus clientes... si lo queremos ver con ojos empresariales). Esta distancia de visión se ha hecho pública con el lema #nohanentendidonada muy usada por la ciudadanía a cada intervención del gobierno en represión a los reclamos del pueblo y confundiéndolos con la violencia. Sin duda alguna ha habido vandalismo de parte del pueblo. Sin embargo, la violencia ha venido de parte de los que juraron proteger a los ciudadanos y que, en cambio, han dejado a al menos 445 personas sin poder leer este artículo (1).

1) Datos INDH sobre lesiones oculares (lesión o trauma 411; estallido o pérdida 34)

6 de septiembre de 2020

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