Los resultados de la prueba SIMCE aplicada en noviembre de 2022 reflejan un proceso que tuvo distintas particularidades. Por una parte, esta aplicación es la primera que se realiza posterior a la pandemia, donde se mantuvo la enseñanza a través de medios remotos seguida de un regreso progresivo a la presencialidad, alterando y complejizando el proceso de enseñanza por casi dos años. Y por otra parte, la aplicación de esta evaluación no tuvo las altas consecuencias negativas que por casi una década han estado asociadas a sus resultados, tales como el cierre de establecimientos por bajo rendimiento, lo cual fue conocido por las comunidades al momento de su aplicación.
Entre los resultados presentados, destaca que 116 establecimientos en la categoría de desempeño “Insuficiente” aumentaron considerablemente sus resultados. Estos son colegios que obtienen resultados SIMCE y de otros indicadores de la calidad muy por debajo de lo esperado considerando el contexto social de sus estudiantes y que justamente se exponen al cierre por bajo desempeño. En 2022, sus estudiantes muestran aumentos de hasta 19 puntos en lectura y hasta 15 puntos en matemáticas, comparado con los resultados de 2018. A primera vista, llama muchísimo la atención que estos establecimientos hayan mostrado una mejora notable precisamente en el periodo más complejo de nuestra historia educativa, pero que coincidió con la ausencia de evaluaciones estandarizadas con altas consecuencias negativas.
Este fenómeno ya ha sido observado en otros contextos. Por ejemplo, un estudio publicado el año 2022 en Inglaterra muestra que las escuelas “estancadas”, es decir, que en la última década han sido clasificadas tres o más veces como “inadecuadas” o que “requieren mejoría”, encuentran un gran obstáculo para la mejora después de la inspección escolar, debido a que ser clasificadas negativamente las estigmatiza haciendo que padres, estudiantes y directores se cambien de establecimiento, haciendo más difícil colaborar y recibir apoyo para la mejora.
De manera similar, un estudio desarrollado en Chile muestra que las escuelas categorizadas como Insuficiente ven las consecuencias asociadas a la categoría de desempeño como un obstáculo para iniciar y sostener procesos de mejora, debido a la inestabilidad de sus equipos y la intensa presión sobre sus comunidades, llevando muchas a veces a estos colegios a desarrollar acciones superficiales que no perduran en el tiempo. Por último, en una investigación comparada sobre sistemas de rendición de cuentas con altas consecuencias en Estados Unidos, Chile e Inglaterra se demuestra que este tipo de políticas, más que impulsar la mejora de la calidad en el sistema, crea “ganadores” y “perdedores”. Los primeros son premiados por su buen rendimiento, mientras que los segundos son sistemáticamente castigados por sus resultados. Este modo de abordar la mejora de la calidad tiene efectos negativos en la equidad del sistema, pues incrementa las brechas entre estudiantes de distintos establecimientos y grupos socioeconómicos. También merma la calidad, ya que la mejora escolar es más efectiva con apoyo adecuado.
Los resultados del SIMCE 2022 comprueban que, quitando los castigos y focalizando apoyo, las escuelas de bajo desempeño pueden mejorar los resultados de sus estudiantes en pruebas estandarizadas. Para ello, es fundamental que las políticas de mejora de la calidad se construyan con una orientación al aprendizaje en vez del rendimiento, y al apoyo en vez del castigo. De este modo, podremos acabar con la lógica de "ganadores" y "perdedores" de la rendición de cuentas que obstaculiza avanzar a una educación de calidad con equidad.
Álvaro González Torres. CITSE -Universidad Católica Silva Henríquez
Bernardita Muñoz-Chereau, University College London