Concluye el mes de marzo, Mes de la Mujer, y nos quedamos con un sabor amargo. A pesar de nuestras consignas, nuestras batallas cotidianas por un periodismo libre de estereotipos y desigualdades, las brechas se mantienen y al parecer, desde los medios tradicionales se esfuerzan por desoír las demandas, no sólo la de las mujeres periodistas y feministas, sino de las mujeres-audiencias que claman por una igualdad de trato, en tanto personas en búsqueda de información con equidad de género.
Lo planteó bien la Ministra Camila Vallejo en el Seminario Comunicación con Igualdad, organizado por ONU-Mujeres de Chile y la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas, AMMPE-World, realizado recientemente en el Teatro Camilo Henríquez. “Es necesario incorporar voces femeninas en el ejercicio periodístico, como como fuentes informativas para que estén presentes en la comunicación y no sólo se reduzca a la opinión de los hombres” señaló la vocera de Gobierno.
Hace ya más de 30 años, bajo la consigna “no queremos medios, los queremos enteros”, un centenar de radialistas de todo el mundo, nos reunimos en Luxemburgo, para definir una agenda común, convencidas que teníamos que sumarnos a la tarea de amplificar las demandas de las mujeres y contrarrestar, a través de las radios locales, populares, comunitarias, la propagación permanente de mensajes misóginos y sexistas habituales en la prensa hegemónica.
Sabíamos que las mujeres requerían del mayor respaldo para seguir avanzando en el combate contra las desigualdades. Por aquel entonces, se habían logrado acuerdos internacionales sobre los derechos de las mujeres, reconocidos en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing en 1995 y ratificados por muchos países. Como mujeres radialistas, sentíamos que teníamos el deber moral de promover los derechos humanos de las mujeres y las niñas, así como denunciar cuando esos derechos fuesen conculcados.
Con esta tarea, las que ya muchas habían iniciado desde sus proyectos radiales, se fueron replicando en el tiempo múltiples espacios y encuentros de mujeres radialistas, continuando desde sus propios territorios con los intercambios de saberes sobre el rol de los medios y las comunicaciones en la lucha irrenunciable por los derechos de las mujeres.
Al escuchar a colegas comprometidas con una Comunicación con Igualdad, como Carolina Muñoz, Nataly González, Paula Escobar, Elia Simeone y Nidya Pesantez, entre muchas otras, me parece oportuno recordar el compromiso de las radialitas en Luxemburgo, porque no está todo resuelto: aun necesitamos reforzar la demanda por los derechos de las mujeres que hoy no están plenamente logrados y falta un buen trecho por recorrer. Tenemos un sistema que aun decide sobre nuestros cuerpos, discriminador en materias salariales y pensiones. Y qué decir sobre la violencia en contra de las mujeres. Los casos de femicidios, suman y siguen.
Hoy más que nunca, la fuerza del movimiento feminista debe llegar con su mensaje a cada rincón del país, a todos los hogares, así como también a los medios de comunicación, porque es en estos lugares y espacios en donde se producen y reproducen las expresiones de violencia, de sexismo, de discriminación y desigualdades.
En nuestra tarea irrenunciable por alcanzar una sociedad integradora, democrática, amplia y solidaria, el rol de las mujeres periodistas y comunicadoras es fundamental, porque hemos sido parte de una larga historia mal contada. A una mitad de la humanidad se le ha hecho cuesta arriba dar cuenta de su historia, de su visión del mundo, de sus anhelos y sus derechos.
Desde el periodismo, desde los medios de comunicaciones se requiere con urgencia una doble mirada que valore y enaltezca la lucha de las mujeres para derribar las estructuras sociales que aun intentan invisibilizar y marginar a las mujeres. Por lo mismo, bien vale hoy decir que “no queremos medios, los queremos enteros”, sin que se nos reduzca a espacios estereotipados y con discursos de tendencia sexista.
En el contexto social y político que vivimos hoy en nuestro país, las mujeres, todas, no estamos esperando dádivas, ni desde los medios, ni desde las estructuras patriarcales. No estamos pidiendo cupos en los espacios que nos conciernen y pertenecen, hemos venido a exigir una doble mirada para visibilizarnos, para contar la historia completa y que se tome conciencia acerca del significado democrático que conlleva la batalla del feminismo para construir una sociedad inclusiva, respetuosa, digna.
Casablanca, 27 de marzo de 2024