Donbass aprende a vivir sin Kiev

“Dispararon sobre el inmueble la noche del 3 al 4 de febrero, reabrimos el negocio el día 20, esta semana”. Antes de ir a atender a los clientes, arropada en su hermoso echarpe y su abrigo, la vendedora nos muestra los destrozos que causó el ejército ucraniano. Su tienda carece de vidrios, volados por las explosiones. Como toda la periferia de la ciudad de Donetsk, el barrio Kievski lleva los estigmas del conflicto que opone al gobierno de Kiev con las milicias separatistas de Donbass, oficiosamente apoyadas por Moscú. Edificios destripados y fachadas resquebrajadas por los estallidos de los proyectiles recuerdan la intensidad de una guerra que, desde abril de 2014, costó la vida a cerca de diez mil personas. “¡Hasta último momento no pensaba que nuestro propio ejército sería capaz de disparar contra nosotros!, exclama Sacha, un habitante de Donetsk, al tiempo que se abre camino en medio de los cráteres que cubren las calles del barrio. Mientras que los dos campos cuentan sus muertos, se alejan las perspectivas de una reintegración de las “Repúblicas Populares Autoproclamadas” de Donetsk (DNR) y de Lugansk (LNR) en el seno de Kiev, objetivo último de los acuerdos de paz de Minsk firmados en febrero de 2015. Sobre todo, porque en los territorios separatistas la vida retoma su curso normal, bajo la mirada de Moscú y lejos de la capital...