La lucha contra el cambio climático implica debates entre el Norte y el Sur. Junto a otras regiones en desarrollo, América del Sur reclama a los países desarrollados un resarcimiento por los efectos del calentamiento global. Pero más allá de este conflicto, no hay aún un plan regional ni programas locales serios para encarar los desafíos que representan las transformaciones ambientales.
Quizá no haya reflejo más crudo de la desigualdad entre países ricos y pobres como las consecuencias del cambio climático. Los efectos de 200 años de industrialización en el Hemisferio Norte están ahora en tránsito de lo abstracto a lo tangible y las primeras en sentirlos son las poblaciones más vulnerables. África es el continente más permeable a los azotes del calentamiento global, pero América del Sur también enfrenta seria amenazas en caso de que la depredación ambiental mantenga el ritmo actual.
Ante este escenario, los gobiernos de la región reclaman que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de Copenhague incluya un claro reconocimiento de la deuda ambiental del mundo desarrollado hacia los países del Sur. “Esos países se han beneficiado con el crecimiento a costa de la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y además no cumplieron las metas de Kyoto. Esto supone que tienen que hacer un esfuerzo muchísimo mayor y cumplir con el apotegma de la responsabilidad diferenciada”, afirma en diálogo con Le Monde Diplomatique el secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina, Homero Bibiloni.
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