El gobierno irlandés, conminado por sus socios, solicitó la “ayuda” del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera el 21 de noviembre pasado. La Comisión, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) orquestaron a continuación un plan de salvataje para los bancos, cuya onerosa factura pagarán los irlandeses. Es este dispositivo, en una versión más draconiana, el que Alemania buscar perpetuar a través de una revisión del Tratado de Lisboa.
Los verdaderos centros de decisión de la Unión Europea no sólo son las sedes de la Comisión, el Consejo, el Parlamento y la Corte de Justicia (Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo). Habría que sumarles tres ciudades alemanas: Frankfurt, donde funciona el Banco Central Europeo (BCE); Berlín, desde donde se expresa la canciller alemana Angela Merkel, y Karlsruhe (estado de Baden-Württemberg), sede del Tribunal Constitucional Federal.
En diferentes oportunidades, y a riesgo de contrariar a Bruselas, la Corte de Karlsruhe puso su grano de arena en la implementación de los tratados europeos. Así, hubo que esperar hasta noviembre de 1993 para que el Tratado de Maastricht entrara en vigor: habiendo sido ratificado en 2002 en todos los otros países, salvo en Alemania, fue objeto de un recurso suspensivo interpuesto ante el Tribunal, que recién quedó sin efecto el 12 de octubre de 1993...
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