La dictadura militar y la oligarquía legaron al pueblo chileno tanto el modelo económico como la democracia, ambos protegidos por una Constitución concebida como un cuerpo sacralizado de dogmas neoliberales. No hay dudas que el legado principal fue el modelo económico, para blindarlo se diseñó un tipo especial de democracia cuya función principal es cuidar al sistema económico. Para proteger la escolástica neoliberal nacieron los partidos de derecha, que desde el inicio tuvieron garantizado el éxito necesario para operar como guardianes del legado.
El dominio de la derecha política sobre el Congreso surgió de la yunta perfecta entre el acto de votar, el sistema electoral (reparto de votos), la representación parlamentaria que de allí surge, los quórum especiales que exige la Constitución para aprobar reformas estructurales; al final del túnel, el Consejo de Seguridad Nacional y el Tribunal Constitucional, que vigilan que la transferencia de poder que hacen los electores al “mundo político”, se desenvuelva respetando el orden constitucional o las “bases de la institucionalidad”...
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