Este martes 10 de septiembre proyección de LA ESPIRAL Como se preparó el golpe de Estado. (Primeros capítulos) Documental de Armand Mattelart Martes 10 de septiembre a las 18 horas en la librería Le Monde Diplomatique, San Antonio 434, Santiago. (Entrada liberada)
Documental en venta a $4.950 en:
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Apenas desembarcado en París, en octubre de 1973, después de mi expulsión de Chile por la dictadura, Chris Marker me propuso formar parte del equipo de realización de un film sobre la “experiencia chilena”. Había encontrado al documentalista francés el año anterior en su visita a Chile para observar cómo las fuerzas de izquierda encaraban las políticas culturales desde el cine. Su estadía en Santiago coincidía con la de Costa Gavras que -trágica premonición- venía a filmar en la capital Estado de sitio (1). Jacques Perrin, productor de las películas del cineasta griego y actor de la generación de la nueva ola, los acompañaba. Perrin fue recibido por Salvador Allende y conversó de la posibilidad de un proyecto de film con el periodista Augusto Olivares. El mismo que el 11 de septiembre morirá en el Palacio de la Moneda, al lado del presidente. Todos estos antecedentes para explicar la prontitud de la decisión de Jacques Perrin y de Reggane Films, de producir La Spirale y la propuesta de Chris Marker de asociarme a lo que iba a revelarse una verdadera aventura cinematográfica. Duró dos años, de fines de 1973 a fines de 1975. Físicamente por lo menos. Mentalmente mucho más, las imágenes del film sobre las cuales había trabajado tanto, en ese lapso se mezclaban con las que había segregado en mi vivencia en Chile desde septiembre de 1962.
Medios de comunicación
Cuando encontré a Marker en 1972, yo estaba inmerso en los proyectos de prensa protagonizados por los obreros y obreras de los cordones industriales y otras organizaciones de poder popular como los comandos comunales que surgían en respuesta a la agudización de la ofensiva de las fuerzas de oposición a raíz de la huelga de los camioneros de octubre 1972 y frente a la dificultad de los partidos de izquierda, que integraban la Unidad Popular, de formular una estrategia de comunicación para contrarrestarla. Con Marker compartía la creencia de que la cuestión de los medios de comunicación constituía un agujero negro en la historia del pensamiento del movimiento revolucionario. En Francia, él había constituido un circuito paralelo de producción fílmica, creado una cooperativa bajo el nombre de SLON (Société de lancement des œuvres nouvelles) y colaboraba con los obreros en lucha. Me recuerdo que estaba fascinado por la experiencia del cinetren de Alexander Medvedkin, un cineasta soviético desconocido en la época en la mayoría de las historias del cine y que en los años treinta había «puesto el cine entre las manos del pueblo». Mi primera colaboración con Marker fue ayudarle a conseguir un editor para la publicación en español del diario de Medvedkin (2). Lo que no me fue difícil ya que mi amigo Héctor Schmucler, director de Siglo Veintiuno Argentina, se entusiasmó, al igual que yo, con el proyecto.
Cuando se trató de constituir al equipo de base que haría La Spirale, Marker llamó a Jacqueline Meppiel y Valérie Mayoux que habían compartido con él un largo recorrido en SLON de un trabajo militante y profesional a la vez. Entre otras tantas películas habían montado el film colectivo Lejos de Vietnam (1967) que había reunido a Marker, Klein, Ivens, Godard, Lelouch et Resnais. Valérie acababa de montar la película Chili Septembre 1973 de Bruno Muel y Theo Robichet. Imágenes clandestinas y testimonios de militantes perseguidos, vistas a los prisioneros en el Estadio Nacional y, al final, el entierro de Pablo Neruda, que desemboca en la primera manifestación en contra de la dictadura. Se integró también, pero solo hasta octubre 1974, a Silvio Tendler, cineasta brasileño exiliado en Francia que había residido algún tiempo en Santiago. Una vez cumplida su misión de arquitecto del núcleo de realización, Marker nos dejó trabajar solos y se reincorporó en la última fase, después del montaje del material: la escritura del comentario y de su grabación por el actor François Périer y el cineasta de Mauritania, Med Hondo. Michèle y yo redactamos un texto de base siguiendo el montaje previo y Marker trabajó a partir de él. La versión final fue discutida secuencia por secuencia, imagen por imagen en la sala de montaje. Y en caso necesario se les ajustó.
Evitar las trampas
El reto mayor era que la concepción de este film se emprendía con muy escaso tiempo después del derrocamiento del Gobierno de la UP. La dificultad era dar cuenta de un acontecimiento tan complejo de analizar, tratar de remontar de los efectos a las causas, de las consecuencias a los principios, de lo particular a lo general, de lo compuesto a lo simple. De lo que convenimos muy rápidamente es de evitar tres trampas. La primera, el «triunfalismo de la derrota»: para «no entregar armas al enemigo», borremos todas las contradicciones, todos los errores, evitemos tanto la crítica como la autocrítica, afirmemos que hemos perdido una batalla pero no la guerra, fabriquemos retrospectivamente una imagen piadosa del combate perdido. Así, las tropas serán galvanizadas, los amigos reconfortados, los enemigos frustrados. Más tarde habrá tiempo para volver sobre la historia real. El problema es que la historia prueba que este «más tarde» nunca suele ocurrir. La segunda: el sectarismo. Utilizar el acontecimiento analizado en la medida en que prueba la exactitud de una «línea» en contra de otra, hacer de él rehén de una facción. Con, en el caso presente donde la película se producía en un contexto francés y europeo e iba a ser lógicamente estrenado en esa parte del mundo, un elemento multiplicador: la posibilidad de que ciertos sectores utilizasen el acontecimiento en función de una situación eventualmente comparable, la de Francia, por ejemplo, donde se aspiraba a formar una Unión de la Izquierda, del tipo que había logrado constituir la UP chilena para ganar las elecciones. En esta situación, la anexión por una facción, cualquier sea, era susceptible de desembocar en un sectarismo al cuadrado, tan nefasto para el punto de partida del análisis, como para su punto de llegada. Por fin, la trampa de la «objetividad» tipo televisión. Es decir, amputar un acontecimiento histórico de la parte de compromiso personal del cual es un componente, privarlo de esta suerte de feedback que representa la conciencia de una historia viva en relación a una historia muerta, y cuya representación misma sigue actuando. Tratar de Chile como de Sumeria era al cabo el mejor medio para no entender nada, ni a los chilenos, ni a los sumerios.
Complejidad
La cuestión era cómo conciliar la responsabilidad de la información y de la crítica en un combate que seguía, y donde cada palabra pronunciada, cada acto efectuado desembocaba en la alternativa victoria o derrota, vida o muerte, con la necesidad de análisis más amplio, sin censura ni exclusiva, y con el necesario despeje que aporta toda visión un poco apasionada de la historia contemporánea. Eran las contradicciones en que de una manera u otra íbamos a deber movernos. Esta reflexión política sobre los presupuestos y los alcances del análisis hacía imperativa la diversidad misma de las fuentes de información y de testimonios, de los documentos audio, cinematográficos, fotográficos y periodísticos. Ya que se trataba de construir un film documental a partir de una materia prima filmada, en lo esencial, por otros. Y no cualquier documental, un film atípico, difícil de clasificar: un “documentario de criação”, num sentido mais próximo do ensaio literário», se arriesgara a plantear en 2004 el crítico portugués de cine Augusto M. Seabra, ex miembro del jurado del Festival de Cannes. Categoría en que ubica también a «Markernassuas obras mais militantes» (3).
El hecho de que la realidad chilena haya sido a lo largo de los tres años de la Unidad Popular sobradamente filmada ayudó a la búsqueda del material. Globalmente eran los filmes de autores o de colectivos rodados durante la Unidad Popular por chilenos, latinoamericanos, norteamericanos, europeos. Los chilenos Patricio Guzmán, Douglas Hübner, Miguel Littin, Helvio Soto, Guillermo Cahn, Claudio Sapiaín, el italiano Renzo Rossellini, el estadounidense Saul Landau, el sueco Jan Lindquist, Bruno Muel, etc. El aporte de los cineastas cubanos con los noticieros de Santiago Álvarez, Miguel Torres. El ICAIC también tenía guardados los noticieros producidos por Chile Films durante la Unidad Popular. Patricio Guzmán puso a nuestra disposición El primer año, La respuesta de octubre y rushes de películas que estaba editando. La solidaridad no era una palabra vana. El documentalista holandés Joris Ivens nos pasó su documental Valparaíso (1964) de donde extrajimos la secuencia sobre el «Tren de la victoria» durante la campaña electoral de Allende en ese año. En el plano histórico, claro que las cinetecas de Estados Unidos fueron un mina, así como de nuevo el fondo del ICAIC. Por fin, los archivos de televisión en países como Canadá, Alemania, del oeste y del este, Inglaterra, Suecia, Suiza, Bélgica, Francia en particular, y de grandes agencias de noticias como AFP, UPI, la londinense Visnews. Disponíamos de los consecuentes archivos fotográficos de Marker, Rossellini, Tendler, de Raymond Depardon y de David Burnett, ambos de la agencia Gamma. Y al nivel de grabaciones sonoras documentales como el discurso de Carlos Altamirano en los cordones industriales pocos días antes del golpe, la entrevista al fundador de CUT, Clotario Blest, sobre la historia de la represión de la clase obrera y de numerosas entrevistas de obreros en los cordones que había logrado sacar del país.
La “burguesía leninista”
La variedad misma de las fuentes implicaba encontrar un «polo». No un «eje», término ambiguo, que puede contener bajo una apariencia de apertura todas las censuras, todas las mutilaciones.. De allí la voluntad de arraigar investigación y realización en un terreno sólido y definido. Las investigaciones que había emprendido a lo largo de la Unidad Popular y bajo la presidencia de Eduardo Frei me ha conducido a esta idea simple pero eficaz: encontrar la unidad del relato y de acción, no en la estrategia de la UP, sino en la de sus adversarios (4). A partir de allí, muchas trampas podían ser descartadas y muchos problemas esquivados. Cómo la burguesía, los sectores históricamente dominantes, y sus gremios patronales, construyen su estrategia, cómo descubre construir un frente unido, una «línea de masa». Cómo reactiva para llegar a sus fines toda la acumulación histórica de las inversiones ideológicas de su hegemonía, cómo construye sus alianzas nacionales o internacionales para, al fin, hacer defender sus intereses de clase por gran parte de los gremios de una pequeña burguesía atemorizada. En resumen, cómo aplica por su cuenta las enseñanzas de los teóricos revolucionarios (por algo hablamos de una «burguesía leninista»), tal es el hilo conductor del film, llamando didácticamente a una reflexión sobre la estrategia y las tácticas de la UP. Es por este ángulo que se aclara la unidad profunda del proceso (mejor percibida algunas veces, es clásico pero raramente ilustrado, por sus adversarios que por sus protagonistas). Por esta entrada se procede a la selección, en el material, entre lo accesorio y lo esencial. Es esta postura inicial la que distingue el film de los otros consagrados a la «experiencia chilena». La Spirale pretende contener los elementos necesarios al entendimiento de la «historia de la Unidad Popular», pero en y desde el interior de un sistema de referencias «invertido». Esta perspectiva, en relación a otros films sobre Chile, es claramente expresada en el capítulo introductorio del film: “No contamos aquí la historia de la UP. Otras películas lo hacen y se necesitarán muchas para expresar la riqueza de esos tres años. Queremos explicar cómo la derecha chilena hizo de esos tres años una máquina infernal que arranca antes de la elección de Allende”. Perspectiva que hay que leer en paralelo con el comentario sobre las últimas imágenes del film filmadas después del golpe: “Decir que la estrategia de la derecha fue la única razón de la caída de Allende es un argumento extraño, sería decir que el enemigo es invencible. Los que no toleran ninguna crítica a la UP no se dan cuenta de esta cara oscura de su fidelidad. Pero hay dos cosas. Desde el inicio, un plan inspirado por EEUU y organizado por la derecha chilena, realizado por la movilización de la pequeña burguesía, se fijó como objetivo la destrucción por todos los medios de la tentativa socialista”.
Rol de los medios de comunicación
Si la construcción de una línea de masas cobró un lugar tan políticamente estratégico durante los tres años de la UP es porque, a diferencia de lo que pasó en la historia de los regímenes que se reclamaron de una «vía al socialismo», las fuerzas de oposición conservaron todo su potencial de acción sobre la opinión pública. Incluso lo aumentaron. “Probablemente nunca se habrá visto que un gobierno sea tan injuriado al tiempo que se le acusa de poner obstáculos a la libertad de expresión”, comenta el narrador de La Spirale en la secuencia sobre el planteamiento que hace Augusto Olivares sobre el desequilibrio flagrante en materia de medios de comunicación. El diario El Mercurio asumió así progresivamente un papel preponderante de intelectual orgánico, de organizador colectivo, acompañando e incitando cada organización gremial, los centros de madres, las juntas de vecinos, las organizaciones de mujeres o estudiantes, en sus acciones de protesta, huelgas, acaparamiento de alimentos, boicot, sabotaje, o tomas de la calle (5).
La centralidad que adquirió la dimensión comunicacional y periodística es un índice de la importancia que revistió el frente ideológico y cultural. Otros se dieron en el campo de la educación. Por ejemplo, la ocupación por parte de sectores del estudiantado universitario de sus casas de estudios, al empezar por una facultad emblemática como la de derecho, de la Universidad de Chile, una operación que contrastaba con la imagen de una universidad tradicionalmente posicionada en el campo de las fuerzas de progreso. O la intervención de la jerarquía de la Iglesia Católica, neutra hasta ese momento, apoyando, a pocos días del golpe, so pretexto de defender los «valores cristianos», la protesta de las fuerzas unidas de la oposición con ocasión de la reforma escolar, la ENU, la Escuela Nacional Unificada que implicaba otro estatus para las escuelas y colegios confesionales. Un apoyo que dio a la oposición una legitimidad inesperada en un momento en que no dudaba en recurrir por todos los medios cercanos a la sedición abierta pidiendo la salida de Allende. Menos coyuntural fue el hostigamiento del llamado «frente o poder femenino» que se estructuró alrededor de la defensa de los consumidores, y tomando como señal de agrupamiento la «olla vacía». Un frente cuya primera manifestación masiva, en diciembre 1971, debía revelarse como el primer test de ocupación de la calle. El primer ensayo estratégico de la «línea de masa». Un aspecto que escapó a gran parte de la izquierda que la interpretó como una protesta de «burguesas-viejas-momias-beatas». Y así muchos cineastas y reporteros de izquierda dieron esta impresión al filmar el acontecimiento. En realidad las mujeres que desfilaban no eran desde luego «representativas de todas las mujeres», como pretendían. Pero, eso sí, la manifestación congregaba sectores femeninos que desbordaban las simpatizantes de la derecha clásica. Integraba mujeres de la pequeña y media burguesía así como algunos procedentes de sectores populares. Era un anticipo de lo que iba a dar la alianza entre el sector conservador movilizado y las organizaciones gremiales y de base aportadas por una fracción de la Democracia Cristiana.
Queda la cuestión de la representación de la mediación de lo «internacional», la configuración de «correlaciones de fuerzas» con el imperio, sus agentes y sus aliados (6). Una configuración cuyo telón de fondo es la larga historia de intervenciones y de injerencias de Estados Unidos: Guatemala, Playa Girón, República Dominicana…, Vietnam. Historia también de la expansión de las grandes unidades económicas transnacionales como ITT y de los vínculos estrechos tejidos con las (…)
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