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Una ficción italiana en el corazón de los años de plomo

Las dos muertes de Aldo Moro

¿Qué camino puede tomar la ficción para abordar el secuestro y el asesinato, por parte de las Brigadas Rojas, de uno de los políticos más ilustres de la Italia de posguerra? Unos veinte años atrás, el director Marco Bellocchio optaba por un relato apegado al secuestro, pero con un sesgo poético. Su reciente miniserie sobre el mismo tema encarna un credo distinto. Con el cine, la realidad es reproducida como lo que es: una sucesión de ilusiones o de locuras.

¿Qué tienen en común el director Marco Bellocchio y el político Aldo Moro? Moro fue uno de los hombres de Estado más influyentes de la posguerra. Bellocchio tendió el puente entre el neorrealismo y la Nouvelle Vague, inventando un cine moderno cuya evolución acompañó a través de las innumerables crisis de la industria, reinventándolo a la vez que permaneciendo fiel a su trinidad personal: la familia, la religión, la enfermedad mental. Moro era católico, Bellocchio, más bien anticlerical. Uno era un hombre de Estado. El otro marchó con aquellos que querían derribar al sistema. Pertenecían a dos generaciones diferentes, pero en algún sentido, nacieron con dos años de diferencia. Moro, dirigente de la Democracia Cristiana, nació políticamente en 1963, con el gobierno que presidía, el primero desde la posguerra en incluir ministros socialistas –una obra maestra política gracias a la cual logró quebrar la unidad de la izquierda, marginar a la extrema derecha y garantizar quince años de dominio para sí mismo y para su partido. Bellocchio nació cinematográficamente en 1965 con I pugni in tasca (Las manos en los bolsillos), en la que un curioso antihéroe, injerto del Smerdiakov de los Hermanos Karamazov en la provincia de Piacenza, decide matar a su propia madre. Ambos se confrontaron a los conflictos de su época: el político para atenuarlos, el cineasta para exaltarlos. Así, en el mismo país y a lo largo de los mismos años, sus dos carreras avanzaron en paralelo.

Terminaron confluyendo en 2003, cuando Bellocchio dirigió Buongiorno notte (Buenos días, noche), una ficción sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas. En la primavera de 1978, Moro fue secuestrado mientras se dirigía al Parlamento donde los diputados debían debatir el voto de confianza al nuevo gobierno, al que el Partido Comunista Italiano, en el marco del “compromiso histórico”, brindaría un apoyo externo. Los cinco hombres de su escolta fueron eliminados, el presidente [del Consejo de Ministros] fue llevado a un departamento de los suburbios romanos. Encerrado en una habitación secreta, fue sometido a un juicio sumario, interrogado por el jefe de los brigadistas Mario Moretti particularmente, acerca del rol desempeñado por los (…)

Artículo completo: 1 420 palabras.

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Eugenio Renzi

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