Por primera vez, en el pasado mes de abril, el BRICS, grupo que reúne a Brasil, Rusia, India, China y, a partir de ahora, Sudáfrica, mostró un frente unido, particularmente acerca de la intervención en Libia, muy criticada, o sobre el papel del dólar en el mundo. Hermanadas cuando participan en este tipo de encuentros internacionales, India y China recuperan sus acentos guerreros cuando se enfrentan cara a cara.
Con seis meses de intervalo, India y China cambiaron de opinión como de camisa. En diciembre de 2010, la visita del presidente chino, Wen Jiabao, a Nueva Delhi se había visto marcada por una frialdad evidente: el comunicado final no incluía la mención de “una sola China” (“One China”), la fórmula habitualmente utilizada para señalar el reconocimiento de la soberanía china sobre el Tíbet y Taiwán. Esta omisión actuaba como represalia a la negativa china de reconocer Arunachal Pradesh, así como Jammu y Cachemira, como partes integrantes de India. En abril de 2011, en cambio, durante la tercera cumbre del BRICS en Sanya (China), Beijing y Nueva Delhi comulgaron en la defensa de los intereses de los países emergentes y la reprobación de la intervención –calificada de “occidental”– en Libia. Entre tanto, la prensa india se hizo eco del apoyo aportado por China, sobre todo en materia de armamento, a los insurrectos del Nordeste, tribus embarcadas en una lucha separatista desde hace décadas...
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