Todo y lo contrario se ha dicho sobre George Orwell. Sobre todo, lo contrario. Condenar al colonialismo británico y dar cuenta de la vida de los trabajadores pobres y los vagabundos; convertirse a un socialismo radicalmente igualitario tras una investigación sobre los obreros ingleses; criticar la tibieza socialdemócrata y ser internacionalista llegando a combatir durante la guerra de España en la filas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM); esperar que la resistencia del pueblo británico contra la Alemania nazi condujera a una revolución; unirse al ala izquierda del Partido Laborista; y finalmente, morir demasiado pronto como para ser mimado por el éxito de Nineteen Eighty-Four (1984): todo eso no sólo no bastó para que una parte de la izquierda incluyera a Orwell entre los suyos, sino que tampoco impidió su anexión por parte de los neoconservadores. ¿Cómo se llegó a esto?
El “redescubrimiento”
Éxito popular en Reino Unido y Estados Unidos desde su publicación en 1949, Nineteen Eighty-Four fue ampliamente elogiado por la prensa. Pero Orwell (1903-1950) ya era a menudo mal comprendido, en particular del otro lado del Atlántico, donde su itinerario de hombre de izquierda era poco conocido y su novela leída como una crítica al socialismo. Al punto tal que se sentiría obligado a precisar sus intenciones ante el sindicato de trabajadores estadounidenses de la industria automotriz...
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