En la panadería del barrio, la mayoría de los turistas se expresa en “globish. Una vez dentro del negocio, balbucean algunas palabras en inglés para pedir su sándwich. Más locuaces, algunos estadounidenses emplean largas frases, con toda la seguridad que les da representar a la cultura dominante. Cuando estoy en la cola, a veces me atrevo a señalarles que, por lo general, en Francia se usa el francés –la educación indicaría preguntar: “¿habla usted inglés?”–. Algunos me miran, asombrados, y entiendo su asombro. Porque en los alrededores todo parece hecho para evitarles semejantes preocupaciones. Los cafés disfrazados de bistrots típicos exhiben en la pizarra los precios de sus appetizers y de su french Merlot. En cuanto a los autobuses que circulan cada cinco minutos, trasladando a los visitantes de un monumento a otro, también optaron por mostrar carteles en inglés. En suma, el viajero que llegó para descubrir el doble destino “París-Eurodisney”, puede tener la impresión de encontrarse, a dos pasos de Notre Dame, en un anexo del parque de diversiones mundializado...
Texto completo en la edición impresa del mes de agosto 2011
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl