Evo Morales conversó con Le Monde Diplomatique sobre su gobierno, sobre las relaciones de Bolivia con el mundo y sobre la crisis económica internacional.
Si en su primer mandato (2006-2010), Morales enfrentó el poderoso desafío a su legitimidad que vino de las élites del Oriente boliviano, la segunda presidencia ha encontrado resistencias en su propia base social, una alianza de sindicatos, organizaciones indígenas y de colonos, diversas formaciones campesinas y aun clases medias urbanas, decisivas en su equilibrio inestable para lograr el 64% de los votos obtenidos en su reelección. Desde entonces, Morales rompió con el independiente Movimiento sin Miedo, aliado político clave en los sectores medios y gobierno municipal en La Paz; para evitar el contrabando, anunció un corte de los subsidios a los combustibles, que debió suspender por el rechazo al aumento de los precios de la bencina (el “gasolinazo”); organizó la primera elección latinoamericana por voto popular de jueces y magistrados, una experiencia que arrojó un empate entre impugnados y positivos. Por último, la construcción de la carretera Villa Tunari-San Antonio de Moxos generó el rechazo de organizaciones de pueblos originarios del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), que esgrimieron argumentos ambientalistas y cuestionaron el avasallamiento estatal...
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