El Golpe nos mostró un Chile distinto. Un Chile en el que nunca hubiéramos creído si nos lo hubieran contado. Teníamos entonces una memoria democrática, aunque la veíamos amenazada: “un golpe, sí, posible; pero no así”.
El avión lo alcancé un tiempo después, pero a tiempo. El 17 de noviembre salía de Chile rumbo a París, donde viví cerca de 20 años con pasaporte de las Naciones Unidas que, socarronamente, los exiliados, llamábamos “bluyín” por la tela de su encuadernación. Entonces volví. “Volver” fue el tango del exilio. Se equivocó Gardel, me dije cuando pisé la tierra del regreso, 20 años son muchos. Muchas cosas habían cambiado: el tono de la vida, la ciudad, el proyecto social… y paro de contar ¿Cómo fue el antes y cómo y cuándo el después? El después está claro; comienza el 11 de septiembre de 1973. El antes es más complicado. Hay un antes, de antes de los mil días de la Unidad Popular, y un antes durante. Cuando se me plantea qué ha cambiado en Chile en estos 40 años, por cierto no puedo responder ni con objetividad, ni con la experiencia de quien ha vivido desde entonces en el país y experimentado la historia en su día a día. Mi visión es subjetiva. Hablo desde impresiones que van del exilio al desexilio. Gran parte está basada en la memoria, sin olvidar que la memoria es engañosa. En realidad, memoria es lo que se decide recordar. Recuerdo a Chile como Víctor Jara recordaba a Amanda, comenzando con una historia que “en cinco minutos quedó destrozada”.
Así, voy a hilar recuerdos para compararlos con las impresiones del desexilio. Voy a hacer un tremendo esfuerzo para ser objetivo, pero que nadie me pida que sea neutral frente a la dictadura.
A mediados de la década de los sesenta me trasladé a Alemania, donde permanecí investigando y recorriendo Europa hasta comienzos del 69. Volví con un proyecto cultural que se plasmó en la creación del Instituto de Arte Latinoamericano, desde donde se creó el Museo de la Solidaridad. Probablemente a causa del paréntesis, visualizo dos imágenes de Chile, el de antes de la Unidad Popular y el de durante la Unidad Popular. El triunfo de la UP abrió, desde la izquierda, las puertas a la esperanza. Pero la lucha política se envenenó a causa de la “campaña del terror” que desencadenó la prensa opositora (…)
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